Estrategias de formación
Casi nadie rechaza ya la idea de que el conocimiento se ha convertido en el activo esencial de las empresas competitivas. Pocos discuten que la generación y difusión de ese conocimiento en las empresas se ha convertido en un factor estratégico de supervivencia. Pero, lamentablemente, también son pocos los que han asimilado la idea esencial de que ese proceso no puede estar sujeto a ningún tipo de espontaneidad y son claramente conscientes de que la generación y circulación del conocimiento deben estar sujetos a una planificación y a una estrategia muy precisa.
En el mundo de la empresa actual, donde los procesos y las técnicas se renuevan a un ritmo que se mide ya por semanas y donde el concepto de cambio es la normalidad para todos los miembros de una empresa, grande o pequeña, debemos ser plenamente capaces de situarnos en un permanente estado de aprendizaje, desaprendizaje y reaprendizaje de todo tipo de conocimientos y aptitudes.
No es el simple prurito de estar al día en todo lo concerniente a nuestra especialidad, o tener una honrada preocupación por ampliar conocimientos, o una sana inquietud por la formación permanente. Son conceptos que pueden quedar vacíos y por tanto anticuados. Se trata de mantener un espíritu esponja, es decir aprender para ser capaz de absorber conocimientos y adaptarnos a cada momento.
En las empresas más innovadoras se genera cotidianamente mucho saber, que hay que tener la habilidad de convertirlo en conocimiento para toda la organización
La formación profesional tiene que adaptarse para convertirse en el eje de todas las estrategias de crecimiento de cualquier organización. Ya no es cosa de unos pocos con inquietudes de perfeccionamiento, es algo que nos afecta a todos. Y es algo que está muy lejos del simple apuntarse a tal o cual curso, pues se trata de estar siempre en horario lectivo.
Es necesario cambiar muchos conceptos en los procesos de formación empresarial. Hay que cambiar la actitud en la formación profesional y en la formación de la empresa, pero este cambio ha de ser posible. Actualmente, si uno se quiere formar en serio, no sólo para llenar su currículum, en la práctica hay problemas de tipo laboral y/o personal, fundamentalmente relacionados con el factor tiempo. La constante adquisición de conocimientos debe ser compatible con un desarrollo normal de la vida laboral, profesional y personal, ya que en muchos casos supone un coste muy alto para empresas y personas.
Afortunadamente, las tecnologías de la información y la comunicación nos proveen de las herramientas adecuadas para ayudar a desarrollar esta nueva formación profesional. Las herramientas virtuales permiten alcanzar esa meta de estar en constante proceso de renovación del conocimiento.
Después de una década de desarrollo, la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) ha alcanzado un grado en la formación universitaria virtual que puede hacer aportaciones importantes al mundo de la formación empresarial. Se trata de desarrollar estrategias muy prácticas de formación para que el uso de esas tecnologías sea óptimo. Los puntos esenciales de esas estrategias son:
La formación empresarial debe adaptarse a las necesidades del trabajador, de modo que la idea de que éste pueda estudiar cuando quiera, donde quiera y como quiera, debe ser predominante. Esto supone afinar al máximo los conceptos de usabilidad, utilidad y calidad de los sistemas de formación.
La formación empresarial debe dar importancia al trabajador y a sus necesidades personales, pues el factor humano es uno de los valores diferenciales de las empresas. Esto requiere diversificar la oferta formativa para adaptarla a las distintas situaciones profesionales y personales de los trabajadores.
Para que la formación empresarial sea eficaz necesita una interacción adecuada entre la institución formativa y la empresa. Un error en la selección de aquélla o un inadecuado grado de entendimiento entre ambas partes puede dar al traste con el mejor programa de formación existente.
La formación empresarial a través de la tecnologías de la información y la comunicación abre grandes posibilidades para implantar un verdadero modelo de gestión por competencias, integrando el conocimiento y sus procesos de adquisición y difusión en la empresa.
La formación empresarial no debe ser cerrada, sino que debe fomentar la creación de entornos de colaboración abiertos y permanentes. Es el escenario ideal para que el conocimiento circule y se comparta en todos los estamentos de la empresa.
La formación empresarial es un valor diferencial dentro de la empresa y por este motivo desde la dirección de las organizaciones debemos estimular el acceso de los trabajadores a todas las herramientas y procesos formativos.
Por todo ello, la formación empresarial requiere de herramientas y materiales formativos propios que se adecuen a las características de la vida de un estudiante que además es trabajador y que tiene que hacer un esfuerzo personal importante para seguir el proceso formativo.
En las empresas más innovadoras se genera en su actividad cotidiana mucho saber, que hay que tener la habilidad de convertir en conocimiento para toda la organización, desarrollando procesos de comunicación interna que canalicen esa información/formación desarrollada por cada departamento, hacia el resto de la compañía. Hay que cultivar la aprehensión y la absorción de conocimiento. Es tan importante generarlo como, sin duda, aprovecharlo.