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Tribuna
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EE UU lo tiene crudo

Se supone que los factores estratégicos en la sociedad de la información son el capital intelectual y los chips de ordenador, no el petróleo. Sin embargo, la realidad de este 2004 ha mostrado más bien lo contrario, con el carísimo oro negro afectando seriamente al crecimiento mundial. Los precios del petróleo, después de sobrepasar los 44 dólares/barril, han dado una pequeña tregua. Aunque hay síntomas de que tanto EE UU como Japón o China han ralentizado su crecimiento. Los optimistas creen que el petróleo dejará de tener tanta importancia. Otros, más pesimistas, lo acusan, precisamente, del rápido descenso del consumo privado norteamericano este año. En cierto sentido, los dos se equivocan.

Los optimistas aciertan al argumentar que mayores precios del petróleo podrían tener un menor impacto del habitual; en parte porque las economías desarrolladas tienen más eficiencia energética. Además de ello, la actual subida, en precios reales, todavía es relativamente modesta. Los precios del petróleo este año han sido sólo dos tercios más altos que el medio en los últimos cuatro años. Después de ajustarlos con la inflación, los precios sólo están a medio camino con respecto de su máximo en 1980.

La mayoría de los modelos económicos confirman que su escalada reciente debería haber tenido un impacto modesto en el output. Un crecimiento sostenido de 10 dólares/barril podría reducir este año el output global en un 0,5%. Si los precios continúan a sus niveles actuales, podría barrer un 1% del crecimiento mundial. Impacto significativo, pero no suficiente como para hablar de recesión cuando el PIB mundial ha crecido el pasado año a una media del 5%, el ritmo más alto de las dos últimas décadas. Numerosos expertos económicos, como la Reserva Federal, se han quejado de la brusca caída del consumo interno en su país, que en el segundo trimestre fue sólo de un 1%, muy por debajo del 4% de media de los cuatro trimestres previos. Pero incluso con unos EE UU tan prudentes, el gasto en energía no es suficiente como para explicar, por sí solo, esta repentina reducción que los precios del petróleo sólo explican parcialmente. Los consumos no han sido inflados por los recortes fiscales (como en los últimos tres años), y las salidas de caja de los propietarios de vivienda se han visto afectadas por las mayores hipotecas.

Los estímulos fiscales y monetarios masivos han ayudado a recuperar la economía norteamericana, pero con un coste muy alto

La economía norteamericana parece renquear por razones que tienen bastante poco que ver con la escalada del crudo, siendo el chivo expiatorio. Pero, sin embargo, esto también implica que EE UU (y por ende, la economía mundial) es ahora más vulnerable a dichos precios. Los economistas, alarmados por la debilidad del consumo interno en los precios del petróleo, parecen asumir que se trata de un efecto temporal, y que el gasto repuntará una vez que los precios vuelvan a sus niveles normales. Dos objeciones: la subida de precios podría ser más persistente que en el pasado, y la caída en el consumo interno deberse a problemas estructurales.

Los precios del petróleo podrían verse parcialmente neutralizados si se resolvieran las incógnitas cortoplacistas de producción en Irak, Rusia, Arabia Saudí y Venezuela. Sin embargo, los movimientos de los precios forward sugieren que el mercado descuenta un periodo prolongado de precios altos. A diferencia de previas subidas del crudo, causadas por la oferta, la actual es debida, sobre todo, a la persistente demanda. El incremento de consumo de petróleo ha sido de los mayores vistos en los últimos 30 años, en buena parte gracias a China, y la oferta se ha mantenido fuerte a pesar de las escasas mejoras realizadas. Si la demanda china se extiende a otros emergentes, la demanda global de crudo será estructuralmente fuerte.

EE UU, primer consumidor mundial, podría verse obligado a ajustar sus precios de petróleo a niveles altos. Los economistas están pasando por alto el hecho de que cuando los consumidores asuman la dieta de reducciones fiscales, y finalice la caída de tipos de interés, su gasto podría pasar a ser una burbuja.

Los estímulos fiscales y monetarios masivos han ayudado a recuperar la economía norteamericana, pero con un coste muy alto, materializado en sendos déficit, hipotecando su consumo futuro. Los actuales precios del petróleo elevados son importantes, no sólo por derivar en un menor crecimiento mundial, sino por llegar en un mal momento: cuando los consumidores norteamericanos deben consumir menos y ahorrar más.

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