¿Por qué las derivas salariales pueden ser negativas?
El concepto de deriva o deslizamiento salarial se utiliza para indicar la parte del crecimiento salarial percibido por los trabajadores (salario bruto) no explicada por la negociación colectiva. Más concretamente, la deriva salarial sería igual a la diferencia entre las tasas de variación del salario bruto y del salario pactado en los convenios colectivos. El crecimiento del salario negociado que, normalmente, se utiliza para calcular la deriva es el que incluye las cláusulas de revisión salarial en el año en el que se abonan, es decir, el siguiente al que se pactan.
De la evolución de la deriva salarial del conjunto de la economía (gráfico adjunto) se constatan dos conclusiones importantes: la primera, que el valor de la deriva salarial es muy inferior a partir de 1987 que con anterioridad a ese año, y la segunda que, desde el citado año, la deriva, aunque con un cierto desfase temporal, tiene un comportamiento anticíclico, o sea, es mayor en los años de desaceleración o recesión de la actividad económica que en los de expansión, en los que, incluso, en muchos de esos años se convierte en negativa.
El descenso de la deriva salarial desde 1997 puede deberse a dos circunstancias: el protagonismo creciente de la negociación colectiva en España, que explica cada vez más el salario bruto de los trabajadores, y el aumento de la tasa de temporalidad (porcentaje de asalariados con contrato temporal) que se produce a partir de la flexibilización de la contratación temporal en 1984, puesto que el salario de los ocupados temporales es, en general, inferior al de los indefinidos.
Por su parte, el carácter anticíclico de la deriva salarial, que hace que ésta sea menor en las expansiones que en las recesiones, es más difícil de explicar, porque los distintos factores subyacentes en dicho fenómeno no tienen un comportamiento homogéneo según cual sea la situación de la economía.
Algunos de estos factores, que elevan el valor del salario bruto en relación con el negociado y, por lo tanto, el de la deriva, parecen bastante independientes de la situación económica, como los complementos salariales de carácter familiar y personal, algunos otros, que reducen dicho valor, dependen más de los cambios en la normativa laboral, como la evolución de la temporalidad (creciente desde 1985 y decreciente desde entonces) o del trabajo a tiempo parcial (aumento de 1993 a 1998 y estancamiento posterior).
Pero también otros factores actúan en la dirección contraria a la observada, es decir, procíclicamente, aumentando el salario bruto y la deriva en las expansiones y disminuyéndolos en las recesiones. æpermil;ste es el caso de los pluses o incentivos de productividad y rendimiento de los trabajadores (que afectan, únicamente, a alrededor del 25% de los trabajadores con convenio colectivo), los complementos vinculados a los resultados o beneficios de las empresas, la realización de horas extraordinarias o la aplicación de cláusulas de descuelgue salarial en el caso de empresas con pérdidas.
Asimismo, existen algunos factores relacionados con los cambios de composición del empleo que influyen en el valor de la deriva, entre los que se encuentran la evolución creciente del nivel educativo y de cualificación de los trabajadores, el aumento del empleo no manual en detrimento del manual o los cambios intersectoriales del empleo. Ninguno de los factores anteriores parece suficiente para explicar la evolución anticíclica de los deslizamientos salariales y menos aún de sus valores negativos en los años de mayor crecimiento económico, como ocurre desde 1997, con la excepción de 2002.
La razón fundamental de esta evolución hay que relacionarla con la variación del empleo de los colectivos de trabajadores más influidos por la situación económica. En efecto, en las expansiones el crecimiento de la contratación se concentra especialmente en mujeres y jóvenes, la mayoría de ellos con contratos temporales y con salarios inferiores a la media de los trabajadores que ya estaban contratados, lo que provoca la reducción del salario medio de la economía y, por lo tanto, de la deriva salarial, pudiendo llegar ésta a convertirse en negativa. Por el contrario, en las fases recesivas, sobre todo al principio, se suele producir la situación contraria al retener las empresas los trabajadores con mayor cualificación, experiencia y antigüedad, con lo que el salario medio y la deriva tenderán a aumentar.