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CincoSentidos

Goosen, el menos malo del US Open

El sudafricano Retief Goosen obtuvo el pasado domingo su segundo US Open y un premio de 1,12 millones de dólares. Fue en otro final dramático, como el que protagonizó en 2001 en Southern Hills (Tulsa, Oklahoma) cuando acabó con los mismos golpes que el estadounidense Mark Brooks, lo que les llevó a jugar una quinta vuelta de desempate el lunes por la mañana. Esta vez fue otro americano, el zurdo Phil Mickelson, quien le puso en apuros.

La 104 edición del US Open ha tenido un claro vencedor, el campo de Shineccock Hills Golf Club, en Southampton (Long Island, Nueva York) que, con la colaboración del viento, se convirtió en el mayor enemigo de los sesenta y seis jugadores que salvaron el corte, entre ellos el castellonense Sergio García. Después de 72 hoyos sólo los dos protagonistas de la jornada final, Goosen y Mickelson, acabaron por debajo del par.

Tiger Woods, en el último hoyo, soltó un suspiro de alivio mientras observaba el escenario donde ha afrontado el último suplicio en su carrera. Su tarjeta, 76 golpes, que le relegaba a la decimoséptima posición, le sitúa en una estadística hasta ahora desconocida para él: cero victorias en los últimos ocho majors. Kirk Triplett no se avergonzó de sacarle la lengua al campo, mientras García prefirió sonreír ante la ocasión perdida.

El golfista español está convencido de que, después de cada grande en el que toma parte, le queda un torneo menos para ganar el suyo. Sabe que es cuestión de tiempo, aunque todo el mundo le recuerda que, a pesar de sus dos victorias previas al US Open, no es capaz de inquietar en un grande. Sergio partió el último día con un retraso de siete golpes con respecto a Goosen. 'Sabía que me hacía falta algo más que una buena vuelta para tener opciones de victoria', reconoció al terminar. Pero la estrategia, desafortunadamente, se vino abajo en el hoyo 1.

El domingo, al igual que el sábado, Sergio empezó con un bogey, un serio aviso que condiciona lo que pueden ser los 17 hoyos restantes. Las banderas, colocadas en el punto más difícil de cada green, y el viento, que alargaba el campo y jugaba con las bolas llevándolas de un lado al otro de la calle, hicieron el resto. Sólo el australiano Robert Allenby fue capaz de completar su vuelta del domingo al par.

En la soledad del vestuario, a Sergio le pasaban por la cabeza las oportunidades que se le han escapado en la última vuelta del US Open. Tuvo opciones en Tulsa (2001), en Bethpage Black (2002), aquí mismo en Long Island cuando el último día salió al campo a disputar el partido estelar junto a Woods, y ahora también, aunque de la novena posición que ocupaba en el momento de comenzar la cuarta vuelta descendió a la vigésima.

Pese a la mala racha, Woods sigue como número uno en la clasificación mundial.

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