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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El compromiso del candidato

Transparencia, voluntad de diálogo y participación son los pilares del nuevo estilo que presentó ayer en las Cortes José Luis Rodríguez Zapatero. No son mal principio y toman distancia de los modos con que cerró su etapa el Gobierno del PP. Zapatero se ciñó al programa, lanzó inteligentes guiños a 'todas' las comunidades autónomas, reforzó su apoyo al pacto antiterrorista, hizo vocación europeísta y dibujó un adecuado talante en su línea del 'cambio tranquilo para un tiempo de ciudadanía'. Es la vía apropiada si su Gobierno ha de ser 'de meollo y de sustancia', como prometió citando a Cervantes.

El discurso de investidura fue sobre todo político -el apartado sobre modernización e impulso de la economía, uno de los cinco ejes de la política del nuevo Gobierno, ocupó tres folios en un discurso de 19-. No obstante, señaló con nitidez un marco imprescindible: respeto al principio de estabilidad presupuestaria. Este 'compromiso firme' se completa con el de no aumentar la presión fiscal global y un proyecto de reforma tributaria en 2005 del que faltan detalles. Son planes asumibles, pero requieren precisión para poder evaluar su compatibilidad con el mayor gasto social previsto.

El candidato ha presentado un claro plan social resumido en que, además de los grandes temas, fijará con preferencia su atención en los problemas cotidianos de los ciudadanos, como el empleo, la atención a personas dependientes, la mejora del poder adquisitivo de salarios y pensiones -subidas del salario mínimo y de las pensiones más bajas al final de la legislatura- o la vivienda. El difícil acceso a ésta, como dijo, tiene consecuencias aniquiladoras, por eso urge su plan de poner 'en juego' la enorme bolsa de suelo público.

Zapatero ha colocado con acierto la ciencia y la educación -'la inversión más rentable'- en el centro de sus prioridades para el crecimiento equilibrado y sostenible. No en vano incluyó en el apartado económico la confirmación de que suspenderá una LOCE no consensuada y plagada de deficiencias y de que reformará la Ley de Universidades. Para ello propone la incorporación 'definitiva y urgente' a la sociedad de la información y volcarse en las nuevas tecnologías. Son planes, en la línea de la Agenda de Lisboa, que deberá concretar de inmediato para que no sigan siendo palabras huecas. Elevar un 25% la inversión en I+D+i debe ser también bienvenido, aunque aquí la gran carencia sea de inversión privada.

El Plan de Transportes e Infraestructuras previsto debe mostrar su carácter de 'ambicioso' con hechos, y no desandar lo andado. Que esté en el Parlamento antes de fin de año no sólo es esperanzador, sino imprescindible, como ágil debe ser la concreción sobre los cambios en el PHN y la nueva política del agua.

La voluntad de entendimiento presentada con especial mención a sindicatos y organizaciones empresariales es loable. Como sus objetivos: un diálogo social fecundo que asegure el crecimiento y un empleo estable y de calidad. Para ello, nada mejor que 'fomentar todas las iniciativas empresariales', como subrayó Zapatero. Su compromiso de hacer 'honor a la palabra dada' supone un talante nuevo al que los ciudadanos exigirán frutos más pronto que tarde. Porque, como recalcó el candidato: 'Lo que se dice se hace'.

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