Escher o el dibujo imposible
Un dibujo de Escher puede pasar desapercibido si el espectador posa los ojos sobre él un par de segundos. Pero si se detiene un poco más, entonces probablemente quede atrapado en el juego imposible que suponen las mayoría de sus propuestas.
Maurits Cornelis Escher, que nació en Leeuwarden (Holanda) en 1898, pertenecía a ese tipo de artistas cuyas obras pueden ser más conocidas que su apellido. Reproducidos hasta la saciedad en libros y pósteres, la atracción de alguno de los dibujos de Escher quizás radique en que siempre respetan las leyes de los espacios geométricos, pero aquello que representan es imposible en la realidad.
La Fundación La Caixa y el Israel Museum, de Jerusalén, propietario de las obras, ofrecen la oportunidad de ver de cerca 78 grabados, litografías y xilografías de Escher hasta el próximo 12 de abril en la sala de exposiciones de la Fundación La Caixa de Girona. La muestra Escher, la vida de las formas está dividida en cuatro apartados: naturalezas, cuerpos, espacios y geometrías. Esta sucesión de etapas permite al visitante recorrer la trayectoria que siguió el artista, desde la copia minuciosa de motivos de la naturaleza hasta la creación de mundos imaginarios e inquietantes, basados en la repetición, la variación y las leyes simétricas. La exposición concluye con la serie Metamorfosis, seis grabados realizados entre 1939 y 1940, en los que formas matemáticas acaban convirtiéndose en siluetas vegetales, animales y humanas reconocibles.
'Dibujar es un engaño', decía. Escher, arquitecto de formación, fue un artesano, 'al principio no tenía idea de cómo construir sistemáticamente mis figuras'. Un artesano que, sin ayuda de la tecnología, llegó a representar la abstracción del universo, a ser el maestro de los juegos ópticos.
La obra de Escher ha fascinado a matemáticos y expertos en la percepción visual. De hecho, su primera exposición importante tuvo lugar durante el Congreso Internacional de Matemáticos de Amsterdam en 1954. Pero la primera cronológica, en una galería de Siena (Italia), había mostrado los dibujos de un artista de 25 años, en 1923. Seis años después, ya era lo suficientemente conocido como para organizar cinco exposiciones casi simultáneas en otras tantas ciudades holandesas. Escher logró vivir de la venta de sus grabados a partir de 1951.
Casi tres décadas antes, en 1922, viajó por Italia y España. Italia le sorprendió tanto que se quedó 13 años. En España conoció Barcelona, Tarragona, Madrid y Granada, donde encontró la fascinación por la geometría de los mosaicos y estucados de la Alhambra. A partir de entonces empezó a explorar las transformaciones de unas figuras en otras, que acabaría dando lugar a la serie Metamorfosis.
En Granada, quedó fascinado por la geometría de la Alhambra
Ilusiones
'Subiendo y bajando' (1960), es una de las composiciones imposibles más famosas de Escher. Se trata de un grupo de monjes que suben y bajan por las escaleras que hay alrededor del claustro de un monasterio. No hay nada en el dibujo que infrinja las leyes de la geometría, pero la realidad que muestra el dibujo resulta sencillamente imposible. Los monjes suben (o bajan) cuatro tramos de escaleras y cuando acaban están otra vez en el mismo punto de partida, de manera que su ascenso o su bajada se convierten en infinitos. Esta litografía está basada en una figura triangular imposible, conocida por el nombre de tribar, dibujada por primera vez por Reutersvärd en 1934 y redescubierta por Lionel y Roger Penrose en un artículo publicado en 1958. Otros dibujos imposibles de Escher son Relatividad (1953) o Casa de las escaleras (1951).