Hasta Greenspan mira hacia China
Alguien recuerda a Alan Greenspan hablar de las reformas estructurales en Alemania, o de la ampliación de la UE? ¿O de la política monetaria europea? No, o si lo ha hecho los observadores profesionales de la Fed no lo han destacado. Pero Alan Greenspan sí habló, y no poco, de China en su discurso del pasado miércoles. Y no es la primera vez. Ya lo hizo en noviembre, y en el mismo sentido, esto es, en el de inducir a una modesta revaluación del yuan o reminbi, que es como se denomina la divisa del gigante.
El yuan ha estado nueve años pegado al dólar. Es uno de los temas recurrentes cuando se habla de la pérdida de empleo derivada de la deslocalización. La intervención de los bancos centrales de Japón y China para sostener el yen y el yuan han provocado, según Greenspan, que el déficit comercial en Estados Unidos tarde más en corregirse de lo previsto, si bien no han influido en la revalorización del euro. Añadió, no obstante, que la eliminación de los controles cambiarios pondrían en peligro la viabilidad del sistema bancario chino, deteriorado ya por la alta morosidad.
Muchos mensajes para un único destinatario. El papel de China en el mundo financiero crece a cada día que pasa. Pero eso ya es vox populi. ¿Por qué habla Greenspan de China? Probablemente quiera evitar que se siga presionando a China para adoptar la solución fácil. Esto es, abandonar los controles de cambios. Algo que quienes se quejan de la deslocalización piden con ahínco -y algo de receptividad- en Washington.
Más que apelando al mercado, Greenspan considera que la revaluación del yuan debe llegar por la vía del aumento de la productividad que, según la teoría económica, fortalece el tipo de cambio.
Esta visión es compartida por otros analistas, quienes sostienen que una revaluación del yuan -con el objetivo de enfriar la recalentada economía china- puede conducir a la formación de una burbuja de activos, sobre todo en sectores como el inmobiliario.