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Derivados

Cómo crear un seguro de carteras

En anteriores artículos hemos explicado qué son las estrategias dinámicas para asignación de activos y cómo los inversores deben reaccionar ante los cambios en el peso que tienen sus inversiones en las carteras. Hablábamos de que las estrategias que venden renta variable cuando el mercado cae y compran acciones cuando la Bolsa sube equivalen a la compra de un seguro de carteras, y dentro de ellas hablábamos del seguro de carteras basado en la teoría de opciones. Estas estrategias ofrecen una mayor protección en las caídas y más potencial en las subidas que sólo comprar y mantener, y se pueden implementar de forma sencilla usando futuros y opciones, de ahí su popularidad.

Si implementamos un seguro de carteras basándonos en la teoría de opciones, el primer paso es especificar un horizonte temporal para la inversión y un suelo para la valoración. Supongamos que tenemos un horizonte temporal de un año y que lo máximo que queremos perder es un 5%, lo que supone un suelo para nuestra cartera del 95% de su patrimonio actual, y que la volatilidad se mantiene constante en los niveles actuales. El valor de este suelo es del 93% -utilizando un tipo de interés libre de riesgo del 2,1%-. Por tanto, el 93% de la cartera lo invertimos en renta fija y el resto, a través de futuros de renta variable de acuerdo al delta de una call.

Vamos a invertir en renta variable española a través de derivados del Ibex. El precio de ejercicio de la opción va a ser el nivel 8.095 puntos del índice, lo que supone que el delta de la opción que vence en un año es de 0,5. De acuerdo con el delta invertimos el 50% del patrimonio en renta variable a través de futuros. Cuando la renta variable sube, el delta sube y aumentamos la proporción de riesgo en la cartera. Supongamos que en marzo el Ibex ha subido a los 8.200 puntos. Calculamos la delta de la call que vence en enero de 2005 y resulta que ha subido a 0,63%. Esto significa que podemos destinar un 63% de la cartera a inversión en renta variable, por lo que incrementaremos en un 13% nuestra posición en futuros.

Teniendo en cuenta que lo máximo que queremos perder es un 5%, invertimos cerca del 93% de la cartera en renta fija y el resto, a través de futuros de renta variable

Con la subida del Ibex hasta el 8.200 en marzo, el índice ha tenido una revalorización del 1,4%, de la que recogemos la mitad en la cartera, un 0,7%, puesto que sólo estábamos invertidos en renta variable al 50%. Siguiendo con el ejemplo, imaginemos que en junio el Ibex ha retrocedido hasta los 8.050; el delta de la posición nos queda de 0,45, lo que indica que hay que vender un 18% de la posición en renta variable hasta quedarnos con un 45%. El índice ha perdido un 1,8% desde el nivel de 8.200 puntos, y nuestra cartera ha perdido un 1,1% (estábamos al 63%) desde marzo o un 0,4% desde lanzamiento.

El ejemplo pone de manifiesto cómo cargamos en las subidas y bajamos la ponderación en las caídas. También se comprueba la debilidad de la estrategia en los mercados volátiles. En un mercado muy volátil estaríamos siempre vendiendo cuando la Bolsa cae, por lo que venderemos con pérdidas y con los precios bajos, y estaremos comprando cuando los precios suben, por lo que compramos más caro tan sólo para ver cómo después caen los precios y volvemos a vender abajo. Sin embargo, cuando hay una tendencia clara, el comportamiento de este enfoque es muy bueno. En las subidas cargamos paulatinamente, logrando más exposición a renta variable y haciéndolo mejor que el enfoque de comprar y mantener.

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