'Esto no es lo que parece'
Adecco no es Parmalat. Es un caso menos grave de lo que parece. Lo ha dicho el director financiero de la empresa de trabajo temporal suiza. Recuerda al chiste fácil de comedia, cuando el marido o mujer sorprendidos en la cama con el o la amante afirman: 'Esto no es lo que parece'.
Podría ser cierto. Es decir, todavía no se conoce con exactitud el alcance de las irregularidades de Adecco. La empresa sólo desveló debilidades materiales en sus filiales estadounidenses y posibles asuntos contables y de control en sus actividades en otros países. Y ya. Ni un solo detalle más. Ahora bien, 'esto no es lo que parece'.
Posturas de este tipo podrían haber sido comprensibles allá por el año 1999 o 2000, cuando parecía que el mundo de las finanzas disfrutaba de una perfección matemática. Ahora no. Quien más, quien menos, sabe que hay algo que va mal. Por eso la actitud de Adecco ante su escándalo contable es un insulto a la inteligencia. Aunque, al menos, sus directivos no han llegado a desear 'una muerte lenta para vosotros y vuestra familia' a los periodistas y curiosos, lindeza con la que se ha despachado un directivo de Parmalat.
¿Son casos aislados o se trata de un fallo sistémico de las finanzas actuales? Como recuerda el catedrático Santiago Niño, estos casos jamás se registraron en la segunda mitad de los noventa. Han llegado con la crisis, lo que hace pensar que se trata de un fallo estructural. Normalmente, por aquello de la destrucción creativa, cada etapa alcista corrige los fallos y las trampas creadas en la anterior.
Hace año y medio, cuando estallaba la epidemia de enronitis, muchos decían que en Europa no era posible un escándalo similar. O que en España los analistas siempre actúan de forma independiente de los bancos de inversión. Incluso, algunos supuestos expertos en economía tuvieron la encomiable osadía de afirmar que, en realidad, la autorregulación de las empresas es el mejor sistema para garantizar el buen funcionamiento. Dado que el mercado termina por castigar a quienes lo hacen mal cuando sus trampas se descubren, pues lo mejor es creer siempre que todo marcha de maravilla.
Más peligrosa que las malas prácticas es la complacencia. El pensar que aquí no pasa nada. Porque, si cala este sentimiento, no habrán servido de nada los quebrantos y las pérdidas de puestos de trabajo provocadas por los escándalos financieros. Si se cierra en falso la crisis de los escándalos contables y financieros se estará abonando el terreno para que vuelvan a reproducirse cuando los mercados de valores dejen de subir.