La eterna peseta
Haga la prueba. Piense rápido y conteste mentalmente por cuánto vendería su piso... ¿Lo ha valorado en euros o en pesetas? Tranquilo. Suele pasar. Lo cierto es que la peseta se resiste a salir de la cabeza de los españoles y la mayoría utiliza la vieja moneda como unidad de referencia para conocer el precio-valor de las cosas.
'No todos los días alguien se compra un coche o un piso y sólo quien por su trabajo está familiarizado con grandes cifras o ha realizado compras de productos no cotidianos y caros en estos dos años se hace la idea del precio en euros', afirma Susana Maldonado, analista del Servicio de Estudios de las Cámaras de Comercio.
Incluso Ricardo Mendoza, asesor jurídico de Faconauto, la asociación de concesionarios de automóviles, tiene dificultades para contestar sin titubeos sobre la horquilla de precios de los automóviles en euros: 'De 9.000 o 9.500 los más pequeños hasta los 55 millones de pesetas que puede costar un Ferrari' y -rectifica- 'unos 330.000 euros'. La misma historia se repite cada día en los concesionarios. 'Nosotros damos el precio en euros y automáticamente, sobre todo si no son cifras redondas, el cliente pregunta ¿y eso cuánto es?', explica.
Pero la eurocalculadora mental para traducir en pesetas no se utiliza sólo en grandes compras. 'Para saber si algo es caro o barato tiendo a traducir en pesetas en casi todo, salvo en artículos como el pan, el periódico, el café, o lo que pago cuando cojo un taxi', comenta una ciudadana en plena vorágine de las rebajas.
José María Arribas Macho, profesor de Sociología de la UNED, opina que 'hacer la conversión es un hábito mental que para muchos perdurará toda la vida'. El economista Joaquim Solé cree que únicamente lo tienen fácil los más jóvenes, 'que descubren por primera vez los precios de las cosas en la nueva moneda y no necesitan referencias'.
Lo que aseguran los expertos en marketing y responsables de los departamentos de servicio al cliente de la mayoría de las grandes cadenas de distribución es que los españoles aún demandan la información de precios en pesetas. Por eso han optado por no hacerla desaparecer y ni siquiera ponen fecha a su entierro definitivo.
Esfuerzo de información
Alcampo, Carrefour, Eroski, tiendas como Fnac, Espasa-Calpe y otras tantas de tamaño medio mantienen el doble etiquetado en sus productos con mayor o menor preponderancia visual de la información en la antigua moneda.
Para familiarizar a los ciudadanos, la mayoría empezó con el doble etiquetado mucho antes de la circulación oficial del euro. El esfuerzo de información fue aún mayor durante el periodo de convivencia de las dos monedas, de enero a marzo de 2002, una de las recomendaciones del Código de Buenas Prácticas. Pero aun hoy, dos años después de decir adiós a la peseta como moneda oficial, es más fácil encontrar información en euros y pesetas en etiquetas, folletos y facturas que verla sólo en euros.
Fuentes de Carrefour señalan que de momento mantienen el doble precio y que 'la decisión de cambiarlo la debe tomar directamente el consejero delegado, José María Folache, pero no es algo que ni siquiera esté en estudio'. La situación es similar en los centros de Carrefour en otros países europeos.
'No vamos a forzar la máquina', dice un portavoz de Eroski. 'En los primeros meses de circulación del euro se dio mayor importancia al precio en pesetas, ahora damos más relevancia tipográfica a la información en euros, pero ambas conviven y vamos a seguir, no sabemos por cuánto tiempo'.
En Alcampo se mantiene el etiquetado en pesetas y euros con la moneda común destacada en mayor tamaño y en color rojo. 'Seguiremos mostrando los dos valores mientras lo demande el cliente', según un portavoz.
Claves de la adaptación
En toda EuropaEl hábito de traducir los precios en euros a la antigua moneda nacional no es exclusivo en España. Un informe de la Comisión Europea publicado recientemente señala que un 54% de los ciudadanos europeos aún calcula mentalmente el precio de lo que compra en su antigua moneda cuando se trata de compras caras.MediosEn general los periódicos optaron por hablar en euros desde el momento en que la peseta dejó de ser moneda de uso oficial, pero en radio y televisión lo más habitual es que se traduzcan las cifras, sobre todo las grandes.Monedas en casaNo sólo es mental. Muchos españoles se aferran a las pesetas también físicamente y, por nostalgia o por comodidad, mantienen muchas monedas y billetes en casa que probablemente nunca serán canjeados.Subida de preciosHay una queja generalizada de que muchos precios han subido por culpa del euro. Una reciente encuesta elaborada por el Banco Cetelem afirma que el 66% de los españoles encuentra inconvenientes en la adopción del euro.
Todos los nombres del euro
El 1 de enero de 2002 doce países europeos consagraban cincuenta años de integración con la puesta en circulación del euro. Un reto económico y monetario impresionante, pero también logístico y sociológico. Ni la adaptación al euro ni el luto por las monedas nacionales han sido igual en todos los países. Pese a sus prejuicios iniciales, en el uso diario los alemanes no han mostrado más renuencias que otros socios europeos. Ayuda el hecho de que cuenten con los cálculos más fáciles para la conversión (dos marcos, un euro). Más difícil lo han tenido italianos, españoles, portugueses y griegos, obligados a quitar ceros y a utilizar céntimos.Lo que está por ver es cómo evolucionará el euro en el lenguaje corriente, un nuevo campo de investigación para la sociolingüística. Los especialistas creen que todavía no está tan arraigado culturalmente como para que el vocabulario varíe y se utilice un término familiar como eran las pelas, los contos portugueses o los balles franceses.Pero, de momento, los nombres que recibe ya varían según los países. Se llama evró en griego, lo que obliga a dos alfabetos en la impresión de billetes. En plural son euros en español, francés o inglés. Permanece invariable en alemán. Son euri en italiano y euroa en finés. Los austriacos van más lejos y los denominan kalinas, en referencia al compatriota que los diseñó.