La consolidación bancaria
La banca española pasa por ser una de las más solventes y serias del panorama internacional. Y ello se debe a diversos factores, como la eficaz labor del Banco de España o la rigurosa gestión de los profesionales que están al frente de las entidades. Un tercer aspecto que respalda esa excelente consideración es el ordenado, rápido y consistente proceso de consolidación que se ha producido en el sistema financiero español a lo largo de los últimos ejercicios.
Casi de la noche a la mañana, y al calor de la llegada del euro, se concatenaron dos megafusiones, que dieron lugar a dos grupos bancarios de talla mundial, el SCH y el BBVA. En paralelo, las cajas de ahorros también fueron ganando volumen, bien mediante crecimiento orgánico, bien mediante uniones, allá donde las legislaciones autonómicas lo permiten.
Con este doble movimiento, la pelota quedaba en el alero de la banca mediana, que se estaba quedando en tierra de nadie, y, en menor medida, en el de la banca extranjera que opera en España. La respuesta de ambos se ha producido este año. El grupo británico Barclays se ha hecho con el Zaragozano y el Sabadell acaba de adjudicarse, tras una dura pugna con entidades tanto nacionales como extranjeras, el Atlántico. Dos pasos más hacia la consolidación de un sector en el que la tranquilidad y la solidez son los activos más valorados.
La exitosa operación del grupo que preside Josep Oliu le da el peso específico que perseguía desde hace años. Y, de paso, hace realidad una vieja aspiración catalana: contar con un banco de ámbito nacional. Es más, entre el Sabadell y La Caixa, que es el mayor accionista del banco, suman alrededor del 10% de los activos del sistema financiero español. Ahora, una vez cerrada la valiente adquisición, el reto para Oliu y su mano derecha, el ex SCH Juan María Nin, es poner en rentabilidad la nada despreciable inversión de 1.500 millones, que requiere la mayor ampliación de capital de su historia, 1.200 millones.