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Tribuna
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Otra vez solos

En mi artículo anterior a la pasada Cumbre de Bruselas donde se iba a producir la última negociación para conseguir la aprobación de la primera Constitución Europea advertía que nuestro presidente, José María Aznar, tenía dos opciones. Primera, una negociación inteligente para intentar incrementar el peso institucional de España. Segunda, ponerse el traje de la épica numantina y sucumbir con el máximo honor en el intento.

Aznar eligió la segunda opción: un héroe nacional es un héroe nacional en todas partes. Si en el Parlamento polaco algunos parlamentarios llegaron a gritar 'Muerte o Niza', la delegación española, sin tanta grandilocuencia, decidió encerrarse en Numancia para resistir hasta el fin .

El resultado ya lo conocemos: la Cumbre de Bruselas ha sido uno de los mayores fracasos que haya jamás producido un Consejo Europeo. Los jefes de Estado y de Gobierno fueron incapaces de ponerse de acuerdo para alumbrar uno de los objetivos históricos más ambiciosos en el proceso de integración europea.

Y lo que es peor: se llega a una ampliación de 25 miembros con la máxima tensión interna dentro de la familia europea y sin saber cuál será el futuro definitivo de las reglas de funcionamiento y comportamiento de una familia tan numerosa.

Creo que volvió a confirmarse lo ya sabido. No estamos ante una generación de auténticos líderes europeos. Gentes como Helmut Kohl, Mitterrand, Felipe González, Maertens, Lubbers, Jacques Delors,… aquellos que gestionaron las consecuencias de la caída del muro y del colapso soviético, aquellos que planificaron la Unión Económica y Monetaria (UEM) y desarrollaron el Mercado æscaron;nico, no hubieran llegado a esta situación.

Hoy tenemos a un grupo de dirigentes, buenos políticos algunos, pero que gravitan casi todo el tiempo sobre los problemas de su propia agenda nacional. La agenda europea es una segunda opción para la mayoría de ellos.

Además de esta ausencia de verdaderos líderes europeístas, lo ocurrido en la cumbre revela que aún se está lejos de superar la fractura producida por la guerra de Irak en las filas europeas. Finalmente, el autor intelectual de la imagen de la 'vieja' y la 'nueva' Europa, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, debe estar más que satisfecho: la 'vieja Europa' más representativa -Francia y Alemania- no pudo doblegar a los representantes más vigorosos de la 'nueva Europa' -España y Polonia- dispuestos a resistir hasta el final. La Unión Europea sigue dramáticamente dividida y mientras continúe así está condenada a seguir representando el papel de Venus en el mundo.

Nosotros, españoles, volvemos a un modelo de política exterior donde otra vez estamos solos y aislados. A excepción de Polonia, ni la 'vieja Europa', ni la 'nueva Europa' nos ha apoyado. El nuevo eje que Aznar pretendió construir con Roma y, sobre todo, con Londres para contrarrestar al otro eje franco-alemán nos ha dado la espalda. No ha habido el menor apoyo de Silvio Berlusconi y Tony Blair a las tesis de Aznar.

El asunto es sintomático en el caso de Blair, que sí estuvo en las Azores. Los países de la ampliación, la 'nueva Europa', que según la diplomacia española íbamos a liderar, ha declinado situarse bajo el liderazgo de José María Aznar y se desplaza rápidamente hacia una dura negociación de sus propios intereses. Nada, nada del modelo de nuevas alianzas estratégicas definidas por Aznar ha funcionado.

Nos quedamos, eso sí, con el no tan nuevo gran aliado estratégico del Gobierno Aznar: la Administración Bush. En estos momentos es el único gran soporte que nos queda. Es una situación que ya conoció España cuando por otras razones y en otro tiempo histórico también estábamos solos y aislados y sólo teníamos como gran valedor a los Estados Unidos.

José María Aznar decidió despedirse de su puesto de presidente sin aceptar siquiera una reflexión sobre el enorme daño que ha producido a nuestra política exterior y a la soledad en que ha colocado a nuestros intereses nacionales. Tal vez el modelo franquista de relaciones internacionales -solos pero ayudados por EE UU- no le molesta excesivamente. A muchos millones de españoles sí.

Portavoz de Asuntos Exteriores del Grupo Socialista en el Congreso

Nada del modelo de nuevas alianzas estratégicas definidas por José María Aznar ha funcionado

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