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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ahorro, desahorro e inversión

Las tasas de ahorro de los hogares españoles y europeos no son precisamente altas, tras experimentar un fuerte descenso en los 12 últimos años. Si a principios de la década de los noventa las familias ahorraban casi el 17% de su renta bruta disponible, ahora ahorran el 12%, salvo excepciones, como los casos italiano o irlandés, que mantienen tasas más consistentes. Conceptualmente, un bajo nivel de ahorro significa que una economía sale de un periodo intensivo en inversión, que haya absorbido gran cantidad de recursos del sector privado; y alerta de los riesgos de acometer nuevos procesos que precisen de esfuerzos intensos de formación bruta de capital fijo.

En el caso español, los crecimientos del equipamiento inmobiliario de estos últimos años, como consecuencia de una drástica bajada de los tipos de interés, han incrementado el endeudamiento de los hogares y han reducido la acumulación de ahorro. Este avance de su deuda, si bien ha supuesto masivamente un incremento del patrimonio familiar, cercena las posibilidades tanto de consumo como de inversión en los próximos años, dado que las obligaciones hipotecarias maniatan las finanzas familiares por largos periodos de tiempo.

Pese a que ésta aparece como la causa fundamental de la contracción de las tasas de ahorro privado, no es la única. Los estímulos a la acumulación de renta para el futuro y para ponerla a disposición de la actividad económica no son precisamente los más generosos de la Unión Europea, aunque se ha avanzado en los últimos años, especialmente en el trato a los fondos de pensiones. Sin embargo, los expertos siguen demandando mayor neutralidad en el trato de los diferentes instrumentos de ahorro para que desaparezcan las dudas de los agentes privados y se capitalice la economía para atender las necesidades globales de inversión.

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