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Tribuna
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Respuesta a los Presupuestos

El equilibrio en las cuentas presentadas por el Gobierno para 2004 es falso, según los autores. En su opinión, la convergencia real con la UE y la creación de empleo de calidad pasan por endeudamientos de carácter puntual, no por el déficit cero

Los Presupuestos Generales para 2004 lucen por cuarto año un falso equilibrio en las cuentas y una enfermiza tendencia hacia el déficit cero, elevado ya a dogma y principio rector de la política económica. España sostiene un importante diferencial con la UE en stocks de capital humano, tecnológico y dotaciones de capital público, mientras se agrandan las distancias en protección social. El Gobierno ha decidido sacrificar gastos imprescindibles que aumentarían la productividad global de nuestra economía a medio plazo y superarían los déficit sociales, renunciando a un verdadero proceso de convergencia real con la UE. Déficit cero y divergencia real corren parejos.

Como España ha usado operaciones para enmascarar el déficit público o diferirlo a ejercicios posteriores, puede pensarse que lo importante es el déficit nominal y no el real, que basta con ocultar información, contabilizar de manera imaginativa o externalizar partidas. Esto dice mucho de la opacidad en las cuentas públicas, además del desprecio de Aznar y su equipo económico al Parlamento en su labor de control al Ejecutivo.

Lo sustantivo para IU es hacer balance del llamado 'proceso de consolidación presupuestaria en España'. Porque el Gobierno utiliza la coartada del déficit cero para procurar menor peso del gasto público y aprovecha los años de expansión para disminuir los impuestos sobre todo a las rentas más elevadas y a los rendimientos del capital, conformando un sistema tributario más regresivo.

Lo natural -que España crezca por encima del promedio comunitario en las expansiones- se ha vendido como algo excepcional

Se ha oficializado un discurso que establece causalidad directa entre equilibrio presupuestario y crecimiento económico y del empleo. Lo que es natural -que España crezca por encima del promedio comunitario en las expansiones- se ha vendido como excepcional. Y cuando el ciclo cambia, y España mantiene el tipo conservando diferenciales de crecimiento positivos, se explica oficialmente por las bondades del equilibrio presupuestario, un discurso simplista que obvia muchas variables. Es la contradicción déficit cero y una política regresiva y antisocial inadecuada para un país con carencias en educación, sanidad, acceso a la vivienda, servicios sociales, infraestructuras sostenibles, investigación, empleo de calidad o prestaciones sociales.

Son unos Presupuestos alejados de la realidad económica y social, que no sirven para crear empleo de calidad y reducir la elevada tasa de desempleo. El PP utiliza falsamente la bandera del pleno empleo como objetivo de su política. Prometió rebajar el paro hasta el promedio comunitario en 2004, mientras, según sus previsiones, ese año alcanzará al 11% de la población activa, tasa similar a la de 2002 y 2003, y superior a la de 2001 (10,5%).

España debe aspirar a grados de capitalización y niveles de protección social similares a la UE y eso exige abandonar los dogmas económicos. No pensamos en solucionar los problemas a golpe de déficit público. Planteamos, por ejemplo, que el déficit puntual de un ejercicio no es tan importante como la capacidad de la economía para asegurar ingresos fiscales suficientes en el futuro, amenazados con las reformas fiscales.

Una de nuestras prioridades es mejorar la protección social y la provisión de bienes y capital públicos completando un verdadero proceso de convergencia con la UE. Es imprescindible para ello una estructura de ingresos suficiente y potenciar la labor redistributiva del Estado corrigiendo la pérdida de progresividad del sistema fiscal. Nuestras propuestas fiscales y de lucha contra el fraude van dirigidas a financiar las políticas de gasto público propugnadas. Planteamos modificaciones en el IRPF que aseguren la progresividad de la tarifa, la mejora del tratamiento fiscal de las rentas del trabajo de menor cuantía, la equiparación de la tributación entre rentas del trabajo y del capital, o la igualación de las deducciones personales y familiares para todos los contribuyentes.

Sin embargo, para 2004, con el crecimiento estancado en torno al 2% y un panorama europeo poco despejado, el déficit puede estimular la actividad y financiar parcialmente prioridades de gasto como la remuneración de los empleados públicos, educación, sanidad, investigación, vivienda pública o protección por desempleo.

Un déficit público sin artificios contables que no supere los topes europeos del 3% del PIB permitiría obtener margen de maniobra para atender el mayor gasto propugnado, sin problemas de financiación. Primero, porque España está en una posición razonable en términos de endeudamiento (deuda pública con relación al PIB); segundo, porque los reducidos tipos en términos reales hacen relativamente rentable endeudarse en comparación con los riesgos de que la recuperación económica se aplace.

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