Carteras prudentes
Los analistas confían en que el nuevo curso económico confirme la recuperación de los mercados y de la economía en general, pero por si acaso no es así han diseñado carteras modelo de corte conservador, en las que predominan los grandes valores de siempre, en especial los de generoso dividendo. Estas estrategias tienen sentido. Los valores más sensibles al ciclo, como los tecnológicos, ya han recogido los frutos de las mejores perspectivas económicas. Y una de las características más señaladas del nuevo curso es el regreso a los fundamentos. Importa, sobre todo, la situación de cada empresa y se prefieren las de balance saneado, modelo de negocio claro y beneficios en progresión. Escarmentados por el reventón de la burbuja hace tres años y medio, los inversores huyen de los experimentos.
Una cartera más o menos conservadora -al final cada inversor elige la suya en función del riesgo que cree asumible- no es incoherente con las perspectivas de aceleración de las economías, pero revela que los pies se mantienen en el suelo. La recuperación de la actividad ya es un hecho en Estados Unidos, pero no en la zona euro, que en su mayor parte está sumida en la recesión. La posibilidad de que las expectativas se hubieran desbordado prematuramente es un debate que todavía no puede darse por cerrado, como demostró la reacción de la Bolsa a unos flojos indicadores de confianza en EE UU conocidos ayer. El mercado espera que la economía mejore, pero duda de si lo hará con el vigor de otras fases expansivas.