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Fondos de inversión

Los fondos hacen su agosto en pleno verano

La ola de calor que han vivido los mercados este verano ha colocado a los fondos de inversión en máximos anuales y ha abierto un nuevo horizonte de expectativas: la posibilidad de que, después de cuatro años de pérdidas, los fondos cierren por fin un buen año, con rentabilidades en alza. Las rentabilidades de la renta variable no conocían una fase tan en alza desde la primavera del año 2000, aunque las pérdidas acumuladas desde entonces distan mucho de haber sido neutralizadas.

Pero desde el mes de junio los inversores están inmersos en un entorno más optimista que arrancó con la fuerte corrección vivida por los mercados de renta fija, cuando los inversores y los analistas decidieron que había llegado el momento de empezar a descontar un escenario de crecimiento en sustitución de un entorno recesivo, lo que equivalía a dar por sentado que los tipos de interés a largo plazo iban a subir y que se había cerrado la etapa de bajadas hasta niveles histórico de los tipos de interés oficiales, al menos en Estados Unidos.

Ese nuevo entorno, con rentabilidades a largo en alza, caídas importantes de las cotizaciones de la renta fija y subida anticipada de las cotizaciones bursátiles, es el que se ha estado prolongando a lo largo de los dos meses centrales del verano, con el acompañamiento de un dólar en alza y la puesta en marcha de todos los mecanismos típicos de una reacción cíclica, en la que los sectores con mayor capacidad y potencial de recuperación (tecnología, mercados emergentes...) toman la delantera, anticipando los efectos positivos de una economía que marcha hacia la normalidad.

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Los inversores con dinero en fondos de inversión han comenzado a sacar ventajas de esta nueva situación, por primera vez desde la primavera del año 2000. Los mercados de renta variable se han orientado al alza, con subidas que han llegado a representar el 20% de media en segmentos del mercado como el de la Bolsa española o rendimientos superiores al 25% en los sectores con mayor beneficio cíclico, como es el caso de los fondos tecnológicos.

Sin embargo, los cambios que se han producido en los mercados aún no han tenido reflejo en la conducta de los inversores, cuya propensión al riesgo sigue siendo extremadamente baja. De hecho, las entradas de dinero en los fondos de inversión (más de 15.000 millones de euros en términos netos desde principios de año) se han centrado de forma ampliamente preferente en los fondos de perfil más conservador.

Fondos garantizados, Fiamm y fondos de renta fija a corto plazo siguen acumulando las mayores sumas de dinero, con entradas que representan la casi totalidad de los flujos de ahorro que llegan a los fondos de inversión, algunos incluso todavía procedentes de fondos con cierto nivel de riesgo, como es el caso de los fondos mixtos. El inversor medio no está aún maduro para subirse al carro de la renta variable. Las cifras patrimoniales de los fondos bursátiles reflejan crecimiento, pero únicamente en la proporción de sus ganancias por revalorización de carteras.

La baja predisposición de los inversores hacia los fondos de riesgo se ha estado fomentando incluso desde las entidades financieras y las gestoras de fondos de inversión, cuya prioridad en estos últimos meses ha sido la colocación de los nuevos fondos de inversión garantizados de renta variable. Un envoltorio con el que los gestores han logrado hacer creer a los partícipes que van a participar en las ganancias que van a experimentar las Bolsas y los mercados de acciones. Hipótesis que la realidad está desmintiendo como se puede comprobar con lo sucedido durante los primeros ocho meses del año, en los que las ganancias de las Bolsas, de hasta un 20% en algunos casos, apenas han trascendido a los fondos garantizados de renta variable.

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