Recuperación compleja
Los inversores y las Bolsas mundiales asisten a lo que parece ser el principio de la recuperación económica, principalmente procedente de EE UU. Las autoridades monetarias de Estados Unidos y la Unión Europea muestran ahora un mayor optimismo sobre la progresiva aceleración del crecimiento en el segundo semestre y los datos que arroja la principal economía mundial resultan, en conjunto, más positivos: las ventas minoristas se recuperan, la amenaza de deflación se ha reducido algo con el aumento de los precios de producción y de importación, la confianza de consumidores y empresas aumenta poco a poco y la debilidad del dólar empieza a tener efectos positivos sobre la balanza comercial.
Pero para Europa, la situación es menos halagüeña. Pese al optimismo del Banco Central Europeo, Alemania, Italia y Holanda, que representan más de la mitad del PIB de la UEM, están ya en recesión. La crítica situación económica de Alemania ha llevado, finalmente, al Gobierno de Gerhard Schröder a aprobar un ambicioso programa de reformas que serán más difíciles de implantar en época de crisis. Europa demuestra, una vez más, que no puede competir con EE UU por el liderazgo del crecimiento mundial y su futuro depende de lo que pase al otro lado del Atlántico.
Con todo, lo más preocupante son los riesgos que conlleva dar por hecha una recuperación antes de tiempo. La subida de los tipos de interés a largo plazo en EE UU ha sido drástica en las últimas semanas y tienen una incidencia directa sobre la economía de las familias, en forma de alza de hipotecas y de financiación de los automóviles. Si la reactivación, como hasta ahora, se produce sin creación de empleo, el consumo puede dejar de liderar el crecimiento. Y la resistencia a la baja del petróleo puede indicar un cambio estructural en los costes energéticos.