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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El IPC no baja con las rebajas

Ni las rebajas de verano fueron capaces de hacer retroceder en julio el IPC, tal y como ha sucedido en los principales socios europeos. Y eso a pesar de una caída del 10,2% en el grupo de vestido y calzado. Las seis décimas que se redujo el índice general el mes pasado no han bastado para evitar el aumento de la tasa interanual del 2,7% al 2,8%. Los precios han roto así la línea descendente iniciada en febrero.

Sin ser un dato pésimo, el IPC tiene una lectura claramente negativa por la evolución de los diferentes componentes. La inflación de los servicios sigue subiendo -hasta el 3,6% en 12 meses-, con ocio y cultura y hoteles y restaurantes como los dos grupos más inflacionarios, empujados además en junio y julio por la intensa actividad turística. Es decir, estamos como siempre: los servicios, protegidos de la competencia exterior, se encargan cada mes de mantener al alza los precios.

Pero además, a pesar de la subida experimentada en julio, los combustibles aún no reflejan el actual precio del petróleo, que puede traer más inflación. Otra de las incertidumbres y de los peligros que se ciernen sobre el IPC es la evolución del grupo de alimentos. El precio del pollo, por poner un ejemplo, ha sido la partida con mayor repercusión al alza en julio. Por eso es más preocupante que la inflación subyacente, que excluye los productos energéticos y los alimentos frescos, se mantenga en el 2,9%.

Si continúa la pasividad del Gobierno contra el alza de los precios habrá que empezar a creer ya que, un año más, incumplirá su previsión. Lo peor, sin embargo, es el plomo que pone en las alas de la competitividad ese diferencial con la Unión Europea, amarrado al 1%.

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