Crisis en el aire

Las compañías aéreas van de semestre negro en semestre negro. Apenas superado el descalabro económico como consecuencia de los atentados del 11 de septiembre, las grandes aerolíneas de todo el mundo empiezan a sentir los efectos de la guerra de Irak y de la neumonía asiática. La práctica totalidad de las que han presentado los balances de los primeros seis meses del año resaltan la notable caída de la rentabilidad, algo que se nota especialmente en los datos del segundo trimestre. Ayer mismo, la otrora intocable British Airways anunció uno de los trimestres más catastróficos de su historia, con unas pérdidas de 90 millones. Iberia ha salido mejor parada. No ha caído en números rojos, pero sus beneficios se han reducido un 55%. Esta tónica general sólo se ha visto alterada por las compañías estadounidenses, aunque el aparente buen estado de salud de sus balances se debe a las subvenciones que recibe desde los atentados del 11-S. Detrás de estos acontecimientos se intuye, no obstante, una crisis más profunda. El sector está sobredimensionado y es incapaz de reaccionar con agilidad a soplos de aire fresco, como las empresas de vuelos baratos.