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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

PIB a velocidad de crucero

Mientras las principales economías de la UE presentan crecimientos inferiores al 1%, cuando no bordean la recesión, la española mantiene velocidad de crucero. Durante el primer trimestre, el PIB español creció el 2,1% en tasa interanual (0,5% intertrimestral). De esta manera, ha enlazado cuatro trimestres seguidos con crecimientos en torno al 2%, un ritmo que se mantiene después del proceso de desaceleración registrado desde mediados de 2000. Estos datos fueron recibidos ayer por las autoridades económicas con euforia escasamente contenida, aunque la previsión oficial de crecimiento para el año sea del 3%.

La demanda interna es, según los datos oficiales de la contabilidad nacional publicados ayer -adelantados una vez más con enorme precisión por el Banco de España-, la base en que se sustenta el crecimiento. Pero, además de en la creación de empleo, el 'mejor tono' del consumo privado se ha apoyado en un trípode formado por la rebaja fiscal, la revisión de las pensiones y la activación de las cláusulas de revisión salarial. Y estos son elementos a tener en cuenta al valorar el crecimiento del primer trimestre, porque no se repetirán los siguientes. Como tampoco se repetirá el repunte del consumo de las Administraciones públicas, marcado sin duda por el acelerón en el cierre de obras por las comunidades autónomas y los ayuntamientos ante las recientes elecciones. Aun así, el secretario de Estado de Economía, Luis de Guindos, ya ha pronosticado que el PIB seguirá la misma tendencia el próximo trimestre.

Lo que resulta una muy buena noticia, si se mantiene la tendencia en este renglón, es la mejora de la inversión empresarial, y especialmente el 'tono expansivo' de la de bienes de equipo. Esperada con ansiedad tras una larga travesía de dos años de caídas, la recuperación de la inversión en bienes de equipo en un 0,9%, aunque parte de niveles mínimos, es un esperanzador síntoma de confianza. Además daría equilibrio a un crecimiento sustentado hasta ahora sólo en el consumo privado y en la construcción, aunque el aumento de la inversión en esta última se esté frenando.

La evolución del sector exterior, por su parte, sigue sin ayudar al crecimiento equilibrado. Su aportación negativa al PIB ha aumentado, y en el actual escenario internacional, con el euro más fuerte que nunca, difícilmente se recuperará en breve. A no ser que el detalle de los datos del primer trimestre -'Son muy positivos', aseguró ayer sorprendentemente Rodrigo Rato sin dar más detalles- aporte alguna sorpresa agradable.

La economía española cuenta en estos momentos con un diferencial positivo de crecimiento muy aprovechable. Dilapidarlo sería un error gravísimo. Conviene por ello huir de autocomplacencias y prestar atención a los desequilibrios, que son claros, y sobre todo a riesgos como la falta de competitividad. La inflación disparada y unos costes laborales unitarios en aumento no ayudan a competir, y el BCE tampoco va a esperar eternamente para bajar los tipos.

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