Wall Street y la liturgia de los resultados ocultan las altas valoraciones
Wall Street estremece a los mejores analistas, porque las altas valoraciones acumuladas en las tres últimas semanas han inflado más la burbuja de la renta variable estadounidense. En plena temporada de presentación de cuentas de resultados correspondientes al primer trimestre del año, los números no salen y el inversor final se asusta aun a sabiendas de que ha perdido un magnífico movimiento alcista que se hizo más patente en el momento de la llegada de las tropas angloestadounidenses a Bagdad.
Wall Street domina muy bien, sin embargo, la liturgia de la presentación de resultados. En los tres últimos años la puesta en escena es la misma. Primero se dice que se va a ganar X. Al mes siguiente se rebaja la previsión inicial a X-1 y luego, cuando se comunican los datos definitivos, el resultado es X, incluso X+1. Ahí es donde entra en juego el especulador ávido de conseguir plusvalías. En ese momento llegan los agitadores, que es el fenómeno inverso al de las plañideras en los entierros.
La jerga no ha cambiado y los analistas y operadores, también los fondos de alto riesgo encargados de mover los hilos del mercado a su libre antojo, comentan en sus informes apresurados que esta o aquella empresa ha cumplido las expectativas y que la de más allá las ha mejorado.
Desde que se abrió la veda de los resultados apenas se han divulgado informes de situación sobre el estado de salud de los mercados de acciones, si están caros o baratos. Lo único que se destaca es una revisión al alza del crecimiento de los beneficios empresariales durante el primer trimestre. Se ha pasado, en concreto, del 8,5% al 11,5% para el S&P 500, que era el porcentaje de partida de 2003, como hecho curioso.
Quienes se desgañitan con discursos sobre el deterioro de los fundamentos económicos y sobre los elevados multiplicadores de Wall Street cada vez están más solos. El alza es la mejor propaganda para los mercados y, cuando ésta se prolonga en el tiempo, anula cualquier referencia adversa.
Los expertos coinciden en que una mejora de los beneficios empresariales, si se mantiene en el tiempo, es la mejor medicina para que se recupere la inversión empresarial y, con ella, las acciones. La anticipación que, en teoría, hacen las Bolsas de este supuesto no está justificada, sin embargo, con los balances del primer trimestre.
Para que las valoraciones actuales que se dan se mantengan, como mal menor, serían necesarios niveles de crecimientos del beneficio sustancialmente mayores a los actuales.
La actividad empresarial no mejora
Al hilo con el tema central, la actividad industrial no acompaña. Los indicadores adelantados así lo certifican. El último se conoció la semana pasada relativo a Filadelfia. El indicador de esta región se contrajo en lo que va de abril más que en los últimos 18 meses. Disminuyeron los pedidos en medio de indicios suficientes de que el fin de la guerra de Irak acaso no estimulará el gasto de los consumidores.El índice fabril del Banco de la Reserva Federal de Filadelfia registró un apunte negativo de 8,8 puntos en lo que va de mes tras los ocho puntos negativos de marzo. Se trata de la primera contracción bimestral desde diciembre de 2001. Los expertos señalan que un registro negativo indica que fueron más los fabricantes que informaron de una merma de la actividad que de una mejora. Compañías como Maytag y General Motors han advertido que venderán menos, porque los consumidores evitan los productos caros y se ceban en aquellos que mantienen descuentos más altos. No se trata, por tanto, de referencias positivas para los mercados.