Worldcom llega a un acuerdo con los acreedores para salir de la quiebra
Buena parte de la prensa de ayer en EE UU y algunos portales de Internet, llevaban una publicidad en la que se presentaba formalmente a MCI. Bajo este nombre, el de la filial de larga distancia adquirida por Worldcom en 1998, se van a aglutinar todos los servicios de la empresa, desde telefonía local hasta gestión de datos. Es uno de los cambios de imagen que la empresa, presidida por Michael Capellas ha incluido en el plan que ayer se presentó ante el juzgado para comenzar un proceso de reorganización y salida de suspensión de pagos.
Este plan, que aún tiene que aprobarse judicialmente para lo que habrá una audiencia que lo confirme en agosto, prevé el cambio de la sede social a Ashburn (Virginia) y el cierre de la de Clinton (Misisipí) donde fue fundada por Bernard Ebbers a principios de los ochenta. Ebbers sigue bajo investigación judicial por las estrategias de contabilidad fraudulenta con las que escondió dos años de pérdidas y que se tradujeron en añadir 11.000 millones de dólares (10.280 millones de euros) en concepto de ingresos inexistentes.
Esta cifra, que inicialmente se pensó que rondaba los 3.500 millones, ha ido creciendo conforme avanzaba la investigación.
El director financiero de esa etapa, Scott Sullivan puede ser juzgado en septiembre por fraude y en ese mismo mes se espera que la compañía salga de la situación en la que está ahora. Entonces el papel de Sullivan llevará ya algunos meses en manos de Robert Blakely, anterior director financiero de Lyondell Chemical. El plan prevé la reestructuración de la deuda de la empresa, la segunda telefónica de EE UU tras AT&T, que era de 41.000 millones cuando entró en junio de 2002 en suspensión de pagos. Los planes pasan por que ésta se quede entre 4.500 o 5.500 millones de dólares.
Rápidas negociaciones
Las negociaciones para la reestructuración de la deuda han sido muy rápidas porque la empresa estaba empezando a perder clientes y porque después de todo la elección de Capellas fue un acuerdo de los acreedores.
El pacto al que se ha llegado con el consenso del 90% de los acreedores es que los tenedores de bonos obtendrán 36 centavos por cada dólar prestado. Actualmente hay 26.000 millones de dólares emitidos en bonos.
Los acreedores de la filial MCI, que tienen hasta 3.000 millones en bonos, recibirán 80 centavos por cada dólar y los bonistas de Intermedia (la filial de datos) ingresarán 94 centavos por dólar. Los accionistas no tendrán derecho a nada. Se espera que las acciones y los bonos de la telefónica tengan un valor de mercado cercano a los 12.000 millones de dólares y se procederá a una nueva colocación.
Tanto Capellas como los acreedores confían en que la compañía vuelva a los resultados positivos inmediatamente. El plan trianual de la empresa, también diseñado bajo supervisión de Capellas, prevé unos ingresos de 24.700 millones de dólares en 2003 y un aumento del 4,5% en el siguiente ejercicio.
En cualquier caso, el ambiente en el que compite la empresa es muy hostil y las tarifas están a la baja.
Competidores como AT&T y las llamadas Bell regionales, han intentado que la FCC (la autoridad de telecomunicaciones) presionara por la liquidación de la empresa. La emergencia de MCI puede provocar una nueva guerra de precios que ayer Capellas negaba en varios cadenas de televisión de EE UU. Según este ejecutivo, su interés es estabilizar aún más los precios para aumentar sus ingresos.