La afinidad con Washington marca la repercusión en los países
La guerra no la sufren igual todos los países de la zona. Y tampoco serán equiparables los efectos de la posguerra, aunque, como ya parece evidente, una contienda corta dibuje el mejor escenario.
Un factor determinante es la relación que cada país tiene con EE UU, siempre y cuando el Gobierno que se instale en Irak sea afín a la Administración estadounidense.
Además de Siria, el otro país perjudicado por ello será Irán, sobre el que ya se han vertido acusaciones de disponer de armas de destrucción masiva. No obstante, este país se ha beneficiado de la subida de precio que ha protagonizado el petróleo antes del inicio de la guerra, 'lo que le proporcionará un impulso en los ingresos en 2003', según dice el FMI. Pese a ello, el Gobierno ha pospuesto parte de los gastos previstos hasta que se despeje la incertidumbre en la zona.
Según el Fondo, el otro país que saldrá más perjudicado es Jordania. Las razones son las mismas que afectan a Siria: la interrupción del comercio con Irak y de la importación de petróleo barato. El economista jordano Fahd al-Fanik estima que las pérdidas de la economía alcanzarán los 2.000 millones de dólares, un 25% de su PIB. Sólo por no recibir más petróleo a bajo precio, el país gastará 800 millones de dólares. En cuanto al comercio, las exportaciones de Jordania a Irak son de 230 millones de dólares, un 11,9% del total.
La ventaja de Ammán
Pero las relaciones de Ammán con Washington son mucho mejores que las de Damasco. 'Jordania es un país pro occidental, por lo que el Gobierno estadounidense recomendará al nuevo régimen que sea amistoso con este país', afirma Peter Worthington, analista de Credit Suisse First Boston, quien espera que pronto se restablezca el comercio entre los dos países.
La evolución del precio del petróleo será determinante para los países de la zona. Mientras que Jordania y Siria se verán perjudicados por tener que pagar sus pedidos a precios de mercado, los países productores, como Arabia Saudí, Irán y Kuwait, se beneficiarían de un encarecimiento. El fin de la incertidumbre al estallar la guerra ha causado una caída del precio del crudo. El barril de brent cotiza ahora a unos 25 dólares, pero la OPEP está dispuesta a recortar la producción para hacerlo subir.
Además de por el petróleo, 'Kuwait puede esperar beneficiarse de la reconstrucción', apunta Martin Oldham, analista de Fitch. 'Su posición estratégica le convertirá en un puerto de entrada a Irak', añade. También la menor amenaza, por la caída de Sadam Husein, le permitirá recortar el gasto militar, que se lleva el 20% de su presupuesto.
Una de cal y otra de arena para Turquía
Las repercusiones de la guerra en Irak en Turquía todavía son una cuestión abierta. La frontera norte iraquí, que comparte, es una de las más problemáticas, por ser territorio de los kurdos. 'Si en Irak se establece una Administración pro occidental y estable, Turquía se beneficiará', afirma Worthington, quien advierte, no obstante, de la inestabilidad que los kurdos pueden provocar.Pero Turquía 'ya se resiente por la pérdida de la ayuda estadounidense que siguió a la decisión de no permitir el paso de las tropas coaligadas por su territorio', señala Oldham. Washington ofrecía 30.000 millones de dólares por dar facilidades a su Ejército, pero la negativa turca los dejó en 8.500 millones.Otra repercusión negativa, de la que advierte Mehmet Simsek, analista de Merrill Lynch, es consecuencia de la caída del turismo, que aporta el 3,9% al PIB, y 'es una de las principales fuentes de divisa extranjera para países como Turquía, Egipto e Israel'. Estos dos países también sufren ya un descenso del número de visitantes.
Londres no se embarca con EE UU contra Damasco
El principal aliado de Estados Unidos en la guerra de Irak, Reino Unido, no está dispuesto a seguir al Gobierno de George Bush en su ofensiva, hasta ahora dialéctica, contra Siria. Días después de que Rumsfeld y Powell lanzaran sus amenazas contra Damasco, el primer ministro británico, Tony Blair, telefoneó al presidente sirio, Bachir el Asad, para mostrar 'su completo desacuerdo con aquellos que apuntan a Siria como próximo objetivo', según comunicó la agencia oficial del país árabe.El ministro británico de Exteriores, Jack Straw, ratificó la posición de su Gobierno la semana pasada. 'Es importante que mantengamos el diálogo con los dos países', dijo Straw en referencia a Siria e Irán, acusado de disponer de armas de destrucción masiva por EE UU. El responsable de Exteriores anunció ante el Parlamento que enviará 'en breve' a un alto funcionario de ese ministerio a Damasco y Teherán.Mientras EE UU intenta aumentar la crispación contra Siria (la semana pasada Rumsfeld acusó a este país de ayudar a los líderes iraquíes a huir), Reino Unido trata de calmar las aguas.Según el embajador sirio, Mohsen Bilal, las relaciones con el otro aliado de Washington, España, son 'normales', pese al apoyo del Gobierno de Aznar a la guerra en Irak.