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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El futuro de Argentina

El próximo 27 de abril se celebran las elecciones presidenciales en Argentina. Los comicios, que tendrán lugar en un cuadro de precaria estabilización económica y social después del estallido de la convertibilidad a fines de 2001, constituyen un elemento central para intentar encarrilar la compleja crisis que vive el país suramericano desde hace dos años.

El precario acuerdo logrado a fines del año pasado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dado un poco de oxígeno a Argentina hasta junio, pero el país sigue en suspensión de pagos de su deuda externa. En 16 meses, ésta ha pasado de 144.000 millones de dólares a 165.000 millones de dólares, producto de las ayudas del Estado al sector privado para compensar los daños provocados por la pesificación asimétrica realizada por el presidente Eduardo Duhalde en enero de 2002.

Pero en este periodo el actual Gobierno ha logrado terminar con la congelación de una parte de los depósitos bancarios, el corralito y, en estos días, intenta liquidar también el resto del dinero congelado en el corralón. Por otra parte, el manejo de las variables monetarias ha logrado evitar la irrupción de la temida hiperinflación, a costa, eso sí, de una gran parálisis del mercado interno. Mientras tanto, la devaluación masiva del peso, que hoy cotiza a tres unidades frente al dólar -frente a un peso por un dólar a lo largo de 11 años de convertibilidad-, ha permitido un fuerte incremento de algunos sectores de exportación y mejorar, por esta vía, la recaudación de impuestos.

Esta semana, el FMI ha creído necesario reconocer que la situación argentina 'se ha estabilizado', pero ha llamado la atención sobre la provisionalidad de la misma. El sector financiero debe ser reestructurado y esto implica, según el Fondo y los expertos, la liquidación de muchos bancos. Con una inflación del 50% desde la devaluación de enero de 2002, los salarios no han sido tocados y su poder de compra es exiguo. El paro y la pobreza afectan a más del 50% de la población activa. El crédito no existe y, una cuestión fundamental, la deuda externa debe ser renegociada y se deben volver a pagar esas obligaciones para reinsertar al país en el mercado internacional de capitales.

No puede asombrar, entonces, la falta de interés de los ciudadanos ante los comicios del 27 de abril y de la casi segura segunda ronda del 18 de mayo. La desconfianza en la clase política ha creado una enorme crisis institucional. La ruptura en el peronismo y en el radicalismo, los dos partidos tradicionales, ha dado lugar a seis candidatos provenientes de ambas formaciones, además de otros tantos de otras organizaciones. Las elecciones son claves para el futuro de Argentina, ya que sin reconstruir el poder del Estado para disciplinar a los diferentes sectores sociales, es imposible pensar en una solución para la extraordinaria crisis económica en que se encuentra el país. La situación ha mejorado, pero sin medidas de fondo la crisis puede volver a asomar en cualquier momento.

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