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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La calidad de las auditorías

La profesión auditora no lo tiene fácil. Los errores cometidos por algunas de las mayores firmas del sector han derivado en escándalos de tal magnitud que será difícil que los inversores recuperen pronto la confianza en las cuentas anuales de las compañías y los informes auditores que las acompañan. De ahí que los reguladores de todo el mundo se hayan puesto manos a la obra para reforzar el control de un aspecto fundamental para el buen funcionamiento de los mercados.

Mientras los Gobiernos de todo el mundo lanzan una fuerte ofensiva para impulsar los códigos de buen gobierno, en Europa los auditores navegan contra corriente pidiendo que se establezcan límites a su responsabilidad legal. Los profesionales españoles han conseguido, a través de la nueva Ley Financiera, que se limite esta responsabilidad al menos parcialmente, ya que de las auditorías negligentes deberán responder tanto la compañía auditora como el socio que firma el trabajo. Hasta ahora, todos los socios de la auditora respondían con sus bienes personales de los daños causados por el trabajo de cualquiera de ellos.

La reforma ha sido recibida con entusiasmo tanto por las firmas como por el Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC). Pero al igual que sus colegas del resto de la Unión Europea, los auditores españoles quieren ir más allá. Piden que su responsabilidad se limite en función del daño producido y de los honorarios cobrados. Se quejan, además, de ser los únicos profesionales controlados tanto desde el punto de vista administrativo como penal y consideran que dentro de poco les será difícil encontrar compañías aseguradoras que estén dispuestas a cubrir los daños a los que pueden enfrentarse.

Los legisladores, que saben que los desastres del pasado reciente han estado propiciados por normativas demasiado laxas, no parecen dispuestos ahora a reducir el grado de responsabilidad de quienes deben dar fe del estado financiero de las compañías. Y conviene que sopesen con extremo cuidado cualquier cesión en este terreno.

El comisario europeo de Mercado Interior, Frits Bolkestein, señaló hace unos días que el mercado de capitales de la UE no puede funcionar sin auditorías de alta calidad y éstas sólo pueden garantizarse si se exige un alto grado de responsabilidad a los auditores. Conseguir la confianza de los inversores tiene un precio. Y tal como destacó el comisario, los sistemas de responsabilidad existen para proteger a las personas que sufren los daños y no para adaptarse a la conveniencia de quienes cometan negligencias. José Luis López Combarros, presidente del ICAC, dice que apoya sin fisuras la postura del comisario europeo de no modificar la responsabilidad ilimitada de los auditores. Y habla con conocimiento de causa: antes de presidir el ICAC, López Combarros trabajó para la antigua Arthur Andersen. Un gigante hoy desaparecido por motivos sobradamente conocidos por todos.

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