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Lealtad, 1

Preguntas que rozan la estupidez

La estupidez es la torpeza notable en comprender las cosas. De repente, los bares, cafeterías y foros del mundo se han visto superados por la irrupción de millones de estúpidos que no alcanzan a comprender las cosas de las Bolsas y de otros mercados más o menos organizados que saltan a los telediarios y primeras páginas de los periódicos en los últimos meses con indicadores espeluznantes.

Hay preguntas de última hora que en unos casos rozan la estupidez y en otras la sobrepasan. ¿Por qué baja el precio del petróleo cuando la guerra es inminente y subió a las nubes, precisamente, porque la amenaza de guerra era clara?

¿Por qué han subido las Bolsas con celeridad, incluso rompiendo moldes en el caso del Stoox desde que fuera creado, justo cuando se ha escrito y predicado hasta la saciedad que la guerra había golpeado las entrañas de los mercados hasta llevarlos, como sucedió la semana pasada, a mínimos?

¿Por qué sube el dólar a ritmo acelerado, sin miramientos, ahora que están a punto de estallar las bombas en Irak cuando hasta el jueves de la semana pasada el euro, se escribía y arengaba, era moneda refugio para muchos de los analistas y observadores de los mercados financieros?

Las respuestas van más allá de la estupidez del hombre bursátil. Después de analizar con mucho detenimiento la situación y escuchar y leer las preguntas que nos llegan, es fácil lanzar a la parroquia la frase manida de que todo estaba descontado; que al final el dólar es, como siempre, moneda refugio y que Wall Street manda esa gran orquesta del mundo de la Bolsa. Hay, empero, una pregunta de respuesta imposible, al menos por ahora, ¿quién manda en Wall Street?, ¿quién toca la trompeta para comprar y vender?, ¿quién ha perdido la compostura y dirige los índices con descaro? Otra pegunta, ¿qué pasará el día D en los mercados?

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