El déficit público en la zona euro se ha triplicado en dos años y supera ya el 2%
El año 2002 acabó con las aspiraciones de la zona euro de alcanzar el equilibrio presupuestario a medio plazo. La prolongación del deterioro económico iniciado un año antes dañó la salud de las finanzas públicas de los 12 Estados miembros. Varios países soportaron, además, eventos inesperados, desde las inundaciones en Alemania y Austria, con un impacto de varias décimas en el déficit público, hasta el afloramiento de un deterioro contable mucho más grave de lo esperado en Portugal. Incluso España, alumna aventajada del rigor fiscal, sufrió el naufragio del Prestige, cuyo impacto presupuestario aún no ha podido calibrar el Gobierno de José María Aznar.
La Oficina de Estadísticas de la Comisión Europea, Eurostat, publicará el próximo día 17 los balances contables de todos los países de la Unión Europea. Pero, décima arriba, décima abajo, el déficit de la zona euro probablemente triplicará el alcanzado en el año 2000 (-0,8%), último ejercicio que se avanzó en el proceso de consolidación fiscal. Las previsiones más optimistas ya apuntan a un déficit del 2,3%.
El déficit de Alemania, Francia y Portugal ya ha desbordado el 3% de su PIB, nivel máximo permitido por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento que los Quince suscribieron en 1997. La Comisión Europea lucha en vano por mantener 'la credibilidad del pacto' e intenta evitar 'que se tenga la impresión de que sus normas y obligaciones pueden suspenderse de facto cuando se atraviesa un periodo de ralentización económica'.
Pero la necesidad de aflojar el corsé fiscal para poder esquivar la recesión se tradujo el pasado viernes en un acuerdo de los ministros de la UE a favor de permitir un alejamiento del objetivo de equilibrio fiscal. 'Dada la situación de EE UU, la zona euro no puede esperar un estímulo económico externo, así que deberá buscar internamente su recuperación', afirmaba Nikos Christodoulakis, ministro griego de Economía y presidente de turno del Consejo de la UE. 'El crecimiento debe ser nuestro primer objetivo', añadía el ministro.
El debate gira ahora sobre cómo estimular la economía sin poner en peligro la coordinación económica ni abrir la espita para volver a los números rojos del pasado (el déficit medio de los actuales países de la zona euro se situó en el 5,1% entre 1991 y 1995).
El comisario de Economía, Pedro Solbes, ha recordado, que el derrape fiscal en la zona euro sólo es atribuible en parte a la ralentización económica. Finlandia, Holanda, Luxemburgo, Alemania e Irlanda han sido, por ese orden, los más afectados fiscalmente por la caída de la actividad 'Pero el deterioro fiscal atribuible al ciclo se añadió a tasas de déficit que ya eran demasiado elevadas', precisa la Comisión. 'La situación se empeoró aún más con rebajas impositivas que no se han visto compensadas por recortes fiscales'.
Solbes pidió en vano que se aprovechase la bonanza económica para crear márgenes de seguridad presupuestaria de cara a futuras crisis. Francia y Alemania, principalmente, desoyeron el consejo y su déficit supera ya el 3%. 'Si Berlín hubiera pedido que se aplicase una excepción en el cómputo de las inversiones en los nuevos länder del Este tras la reunificación alemana, el déficit no sería tan alto', intenta disculpar a su país la eurodiputada socialista Christa Randzio-Plath.
Artificios contables
Pero la escolástica alemana, inspiradora del pacto, alerta contra el peligro de introducir excepciones contables en el gasto. Italia ya ha propuesto que no se compute el gasto militar y Reino Unido intenta excluir las inversiones en servicios públicos. Los ortodoxos consideran que se trata de artificios contables para ocultar un déficit que acabarán pagando las generaciones futuras.
La Comisión Europea tampoco confía en la efectividad de medidas fiscales puntuales para combatir el ciclo, pues sus proyecciones indican que el impacto es muy reducido. Empresas y ciudadanos perciben las rebajas en los impuestos directos como un factor a corto plazo, que no amplía sus recursos económicos. Y Bruselas advierte que si la medida se adopta a destiempo, el descalabro fiscal puede ser considerable. Portugal, de hecho, está pagando, según la Comisión, un garrafal error de cálculo sobre la pérdida de ingresos derivada de la reforma fiscal acometida en 2001.
El equilibrio fiscal, un objetivo que se desplaza en el tiempo
El objetivo de equilibrio fiscal a medio plazo, pactado por los Quince en 1997, parece haberse convertido en inalcanzable. La mayoría de los Estados realizaron un enorme esfuerzo de contención del gasto para superar el examen de ingreso en la unión monetaria (la zona euro llegó a alcanzar el superávit hace dos años si se computa la recaudación de las subastas de las licencias para la telefonía de tercera generación), pero a partir de entonces el deterioro de las finanzas públicas ha sido progresivo. En 2001 se registró el primer aumento de déficit desde 1993, pero fue sólo de medio punto. El año pasado, el incremento pudo superar el doble. La mayor parte de la zona euro, en términos de PIB, incumple ya el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Alemania, Francia y Portugal, en cuanto a déficit, y Bélgica, Grecia e Italia, en cuanto a deuda. Los sucesivos batacazos internacionales (crisis asiática en 1999, escalada de los precios del petróleo en 2000, precipitación de una crisis mundial en 2001) han obligado a retrasar, además, el objetivo de equilibrio fiscal, previsto inicialmente para 2002. El primer aplazamiento, hasta 2004, se quedó corto, y el año pasado, bajo presidencia española de la UE, se prorrogó otros dos años. Francia, sin embargo, se autoconcedió un año más, hasta 2007. Ahora ya ni siquiera se pone fecha. Y la credibilidad dañada del pacto se agrava por la impotencia de la zona euro para consensuar un reforzamiento de la coordinación de sus políticas económicas.