BBVA rinde cuentas de su año más difícil
La junta de accionistas repasa hoy un ejercicio en el que el banco perdió más de un tercio de su valor en Bolsa y vio sus beneficios reducidos un 27%
El BBVA ha conseguido pasar la página del escándalo de las cuentas secretas del antiguo BBV, que marcó buena parte del pasado ejercicio. La referencia más directa a ese escándalo en la junta de accionistas será la ratificación de la disolución de BBVA Privanza, la filial más directamente involucrada, y una nota en la memoria que hace referencia a los expedientes abiertos por el Banco de España y la CNMV y a la investigación que se sigue en la Audiencia Nacional. Sin embargo, desde el punto de vista de los accionistas, aquel escándalo ha quedado probablemente relegado a un segundo plano. La caída de la acción y de los beneficios son preocupaciones más inmediatas.
El primer punto del orden del día de la junta de accionistas de hoy consiste en el examen y aprobación de las cuentas de 2002, en que el beneficio cayó un 27,3%, hasta 1,19 millones de euros. Los accionistas del BBV (del que es heredero estatutariamente el BBVA tras absorber Argentaria) no recordaban una caída de los beneficios desde el ligero recorte de 1993. Algo similar ocurre con la evolución bursátil. Tras la caída del 12,3% de 2001, la cotización del banco descendió un 34,39% en 2002. Se ha quebrado así una racha de nueve años consecutivos de subida (de 1993 a 2000) en que la cotización del banco se multiplicó por 10.
La crudeza de esas cifras se ve algo matizada, para empezar, por la negativa evolución del sector en general, tanto desde el punto de vista bursátil como de los resultados, con la banca alemana como mayor exponente de la crisis. Sólo Crédit Lyonnaise y, por plusvalías extraordinarias, Deutsche Bank mejoraron su beneficio atribuible en 2002.
Además, el BBVA tiene algunos argumentos de cierto peso a los que aferrarse al tratar de defender sus cuentas y su posición. El banco continúa siendo uno de los que tiene una ratio de eficiencia más alta, aún supera a la media en rentabilidad sobre recursos propios y mantiene niveles de morosidad bajos y de cobertura altos. Sus calificaciones crediticias y sus ratios de solvencia están entre las más altas de la banca europea. Mejor que todo eso es seguramente el hecho de que el negocio recurrente no va tan mal como la caída del beneficio neto podría llevar a pensar. Consolidando Argentina por puesta en equivalencia, el margen de explotación mejora un 2,8% y crecería un 9,4% de no ser por el impacto cambiario.
Lo que mejor marcha es la banca, al por menor en España y Portugal. El margen de explotación de esa división ha crecido un 11,8% (un 13,9% en términos de beneficio atribuido) gracias al incremento del 2,9% del margen ordinario y la reducción del 3,9% de los gastos de explotación. Las cifras se comparan bastante bien con las del Popular, considerado el primero de la clase, lo que tiene aún mayor mérito tratándose de una entidad mucho mayor. Los resultados -aunque no tanto el negocio- también son buenos en México, pero el crecimiento del 18,1% del beneficio a tipo de cambio constante se queda reducido a un 7,8% por la depreciación del peso.
Las pérdidas de Telefónica
Frente al positivo comportamiento de los márgenes más recurrentes, el BBVA redujo un 79,2% los resultados por puesta en equivalencia, un 36,5% las plusvalías y elevó en un 18,6% los saneamientos totales. La menor aportación de las empresas participadas se debe, sobre todo, a las pérdidas de 5.576 millones de euros de Telefónica. Esos números rojos son mayores incluso de los que el banco contemplaba al cerrar sus cuentas, de modo que será necesario un ajuste adicional este año. Las pérdidas de Telefónica proceden, sobre todo, de los saneamientos por 11.929 millones de euros brutos en las licencias UMTS en Alemania, Italia, Suiza y Austria, en lo que fueron las primeras inversiones de importancia con César Alierta al frente de Telefónica. La interpretación que el presidente del BBVA, Francisco González, hizo ayer de esas pérdidas es que son consecuencia de los 'errores de gran alcance' de la etapa de Villalonga. Sin embargo, Villalonga se retiró de la subasta de licencias en el Reino Unido y ya no estaba al frente de la empresa cuando se realizaron esas inversiones en UMTS.
Esa menor aportación no ha podido ser compensada con plusvalías dada la negativa evolución de los mercados. De hecho, el BBVA cierra su cartera de participaciones con minusvalías latentes por importe de 159,5 millones de euros, frente a unas plusvalías latentes de más de 2.009 millones al cierre de 2001. Eso supone que, si el banco liquidase toda su cartera de participaciones (incluidos sus paquetes en Telefónica, Iberdrola, Repsol, Iberia, Terra, Sogecable, BNL, Crédit Lyonnais y Banco Atlántico, entre otros), no se podría apuntar beneficios, sino pérdidas.
Sin facilidad para generar plusvalías y con la obligación de realizar fuertes saneamientos ordinarios, el banco sí ha podido reducir al menos los saneamientos extraordinarios. Esos cargos extra habían alcanzado los 816 millones en 1999; los 1.173 millones en 2000 y el año pasado, como consecuencia de la crisis argentina, representaron un cargo extra de 1.354 millones de euros antes de impuestos, con un impacto sobre el beneficio atribuido de 743 millones de euros. En 2002, el banco ha reducido el nivel de saneamientos extraordinarios hasta dejarlo en 455 millones (427 millones después de impuestos), con lo que la caída del beneficio ha sido menor que la que hubiera experimentado con niveles de saneamientos extraordinarios o adelantados superiores a los de otros ejercicios. Si en lugar de reducir el nivel de saneamientos extraordinarios el banco los hubiera suprimido por completo, el beneficio atribuido también hubiera caído, pero en ese caso el descenso sería del 9,2%, en línea con las previsiones.
A la hora de calcular el recorte del dividendo, el banco ha optado por referenciar el cálculo a ese beneficio sin contar los saneamientos extraordinarios de 2002. Así, la remuneración total con cargo al ejercicio desciende un 9,1%. Los accionistas cobrarán el próximo 10 de abril un dividendo complementario de 0,078 euros brutos.
Un blindaje menos
La junta de accionistas de hoy eliminará la medida que impide a un accionista emitir un número de votos que represente más del 10% del capital. Si se aprueba esta norma, cada accionista tendrá derecho a un voto por cada título que posea o represente. La entidad mantendrá, sin embargo, otras normas de blindaje, como la imposibilidad de cambiar al presidente si no votan a favor más de las tres cuartas partes del consejo; la necesidad de poseer un mínimo de 8.000 acciones por más de dos años para ser nombrado consejero o la de ser tres años consejero para poder ser nombrado presidente o vicepresidente, a menos que haya unanimidad del consejo. Además, se someterá a aprobación la reducción del mínimo y máximo de miembros que puede tener el consejo, que quedará entre 9 y 18 consejeros, frente a la horquilla de entre 12 y 33 actual.