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Aviación

Iberia, Spanair y Air Europa se preparan para la guerra

Las principales líneas aéreas españolas, Iberia, Air Europa, Spanair y las compañías de vuelos turísticos agrupadas en la patronal AECA están asustadas ante la perspectiva de la guerra contra Irak. Afirman que el suyo es 'un negocio de paz' y que la sola perspectiva del conflicto bélico contra Irak 'aumenta la prevención de los pasajeros a volar'.

Además, no hablan de oídas. Todas ellas han sufrido en sus propias carnes el zarpazo de la anterior Guerra del Golfo en 1991, de la guerra de Yugoslavia en 1995 y del ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York en 2001.

'Deseamos la paz, pero tenemos que prepararnos para minimizar el impacto de la guerra', afirma el presidente de la patronal AECA, Felipe Navío. Consecuentes con este criterio, Iberia, Air Europa e Spanair han elaborado planes de contingencia para el supuesto de que el ataque contra Irak provoque un conflicto largo con una fuerte incidencia sobre la demanda y el precio del combustible.

Más de la mitad del espacio aéreo español es de uso exclusivo militar y en caso de conflicto bélico se producen graves limitaciones a los aviones civiles

El presidente de Iberia, Xabier de Irala, aseguró que la compañía ha elaborado planes de contingencia para los posibles escenarios que puedan presentarse en caso de conflicto con Irak. 'Hemos diseñado los planes de renovación de nuestra flota, de manera que estamos en condiciones de retirar del servicio 30 aeronaves sin coste adicional para Iberia, en caso de que el tráfico se desplome ', aseguró durante el acto de presentación de resultados de 2002.

También señaló que la compañía ha tomado medidas para afrontar el encarecimiento del combustible al asegurar 'el 80% del consumo del queroseno durante el primer semestre y el 40% durante el segundo semestre de este ejercicio a un precio máximo de 26 dólares'.

Gerardo Ariño, portavoz oficial de Air Europa, aseguró que la empresa todavía no ha decidido ninguna reducción de capacidad por la amenaza bélica, pero señaló que se ha dado la orden al departamento comercial de 'monitorizar la venta de billetes y la evolución de las reservas para adoptar decisiones' cuando se perciban 'signos alarmantes de contracción de la demanda'.

Spanair está elaborando una serie de planes de contingencia en función de los diferentes escenarios del conflicto. La principal prioridad es minimizar los efectos nocivos que produce la limitación del espacio aéreo por fuerzas armadas

En caso de que el escenario fuera más negativo, la aerolínea se considera en condiciones de adecuarse con flexibilidad a la coyuntura, según explica Gerardo Díaz, vicepresidente de Spanair. Entre esas medidas de adaptación, juega un papel relevante la flota de aviones. Como la empresa está incorporando flota, puede acelerar la retirada de los aviones viejos o retrasar la llegada de los nuevos modelos Airbus. 'Aguantaremos el chaparrón, si lo hay', añade Díaz.

Limitaciones operativas

Como recuerda el vicepresidente de Spanair, la reducción de la flexibilidad en el uso del espacio aéreo español e internacional es una de las consecuencias más negativas de las guerras para la operación aérea.

Expertos del sindicato de controladores, USCA, y del de pilotos, Sepla, afirman que 'más de la mitad del espacio aéreo español tiene la consideración de zona de exclusión militar'. En tiempos de paz 'los controladores militares y los civiles tenemos una relación fluida y es habitual que los aviones comerciales, de forma autorizada, abandonen las aerovías (carreteras aéreas de circulación) para buscar atajos en espacios reservados a los militares'. Cuando se desencadena un conflicto bélico la situación se complica, ya que 'se activan las zonas de exclusión militar y tenemos que poner en fila en las aerovías a las aeronaves comerciales, lo que entorpece el conjunto de la operación', aseguran fuentes de USCA.

La situación se torna más complicada en aquellos aeropuertos que están en la cercanía de una base militar, como es el caso de Madrid-Barajas. En estos casos, afirma un técnico del Sepla, 'el despegue de aviones militares paraliza la salida de los aparatos civiles y sobre todo pone en posición de sobrevuelo a las aeronaves que están esperando para aterrizar'.

El presidente de AECA asegura que 'los retrasos que provoca esta situación y el sobrecoste en combustible arruinan las arcas y la operación de las aerolíneas'.

Las compañías más afectadas por las demoras son las que operan en red. Por ello, el presidente de Iberia, Xabier de Irala, ha pedido al Gobierno 'que adelante los planes de reducción del espacio aéreo en caso de guerra con Irak, para que podamos planear rutas alternativas y que no se llegue al caos como ocurrió en la guerra de Kosovo'.

Conflicto rápido

Gerardo Díaz confía en que 'si hay guerra será rápida y sus efectos serán menores a los del 11-S'. Felipe Navío secunda este deseo y afirma que 'para los viajeros de turismo lo importante es que la guerra, si la hay, sea un episodio corto y las incertidumbres se despejen cuanto antes'.

Ambos directivos aseguran que 'se está produciendo un cambio de comportamiento a la hora de reservar las vacaciones y que los pasajeros compran su billete o su paquete turístico en fechas cada vez más próximas a la realización del viaje'.

Gerardo Ariño no prevé nuevos incrementos de los seguros de viaje, 'que ya subieron de forma brutal (hasta un 800% en estimaciones de Iberia) después de los atentados del 11 de Septiembre'.

Existe, no obstante, el temor a que, a pesar de las extraordinarias medidas de seguridad en aviones y aeropuertos, pueda producirse un atentado aéreo que desencadenaría las previsiones más pesimistas.

El escenario es pesimista aunque el conflicto no llegue a estallar

Iberia es una de las grandes aerolíneas europeas con menos actividad en la zona de un potencial conflicto bélico. La empresa española sólo vuela de forma regular a Tel Aviv y no sobrevuela Oriente Próximo, ya que no tiene rutas hacia Asia, por lo que los efectos directos de un eventual estallido de la guerra serían limitados.Por contra, British Airways, Lufthansa y Air France están más expuestas, ya que operan diversas rutas hacia la zona y hacia Extremo Oriente. Por si acaso, las aerolíneas europeas solicitaron la semana pasada ayuda en caso de conflicto, básicamente para paliar el incremento de los costes de seguridad y de las pólizas de seguro. La Asociación Europea de Líneas Aéreas y el Consejo Internacional de Aeropuertos reclamaron a la Unión Europea y al resto de los países europeos que elaboren un plan de contingencia que permita a las aerolíneas afrontar ese impacto de la crisis en Irak. Más allá de este conflicto, los analistas vaticinan un año incierto para el sector, debido a la creciente competencia de las aerolíneas de bajo coste, los efectos de la ralentización económica y el impacto de los atentados del 11-S. 'La evolución de la demanda es una gran preocupación incluso si la guerra no tiene lugar', según un reciente informe de Goldman Sachs sobre el sector. 'Los sucesos del 11 de septiembre fueron como el choque de un meteorito que alteró nuestro ecosistema para siempre', declaraba esta misma semana en Londres el primer ejecutivo de Delta, Frederik Reid. Por ahora, para hacer frente a esta coyuntura los operadores globales han recortado su capacidad cerca del 10%, dejando en tierra aviones y reduciendo vuelos y rutas, pero los analistas prevén, en general, otros 18 meses de problemas para el sector, incluso si no hay guerra. El economista en jefe de British Airways, Andrew Sentance, abundaba en esta idea recientemente al afirmar que el principal problema del sector sigue siendo la sobrecapacidad.

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