Fiat acelera la recapitalización sin esperar la entrada de nuevos socios
La muerte el pasado viernes de Giovanni Agnelli, histórico presidente de honor de Fiat, apenas ha supuesto una pausa en la crisis del mayor grupo industrial italiano. Horas después de su entierro se pusieron en marcha los mecanismos para entregar los resortes de la compañía a Umberto Agnelli, de 68 años, hermano menor de Giovanni y nuevo presidente de la sociedad familiar que tiene un 30% del capital.
El consejo de administración de Fiat será convocado para uno de los próximos días, probablemente este viernes. Fuentes de la compañía turinesa esperan que el consejo dé entrada a Umberto Agnelli como primer paso para que asuma la presidencia del grupo Fiat en la junta de accionistas de mayo. Ya era consejero John Elkann, nieto y heredero de Giovanni, quien podría ser vicepresidente.
El actual presidente de Fiat, Paolo Fresco, resistió en diciembre un intento de forzar su dimisión, frenado por los bancos, pero anunció que se retiraría antes del verano.
El consejo de Fiat podría conocer ya los resultados preliminares del cierre de 2002, que arrojarán números rojos. Hasta septiembre, las pérdidas netas eran de 976 millones debido a que el negocio de automóviles restó 1.200 millones.
Conocidos los datos, se pondrá en marcha la recapitalización de la unidad de automóviles, que sería la segunda en tres meses. A finales de octubre, Fiat amplió el capital de su filial de automóviles en 2.500 millones, mediante una operación de condonación de deuda dentro del grupo, para que no entrara en quiebra según la ley italiana.
Ahora Fiat Auto se plantea una ampliación de unos 3.000 millones, cifra que los bancos acreedores advierten que será insuficiente. La posible entrada de nuevos socios quedaría para una fase posterior. Entre los inversores que se han postulado aparecen Emilio Gnutti, socio de Silvio Berlusconi en la sociedad Hopa,y Roberto Colaninno, ex presidente de Telecom Italia. Silvio Tarchini, que encabeza un grupo de inversores suizos interesados, anunció ayer que paraliza sus planes ante las 'condiciones desfavorables'.
El Gobierno italiano expresa su apoyo a Umberto Agnelli y se muestra escéptico sobre futuras incorporaciones. 'La entrada de nuevos accionistas es muy improbable', dijo ayer el ministro de Industria, Antonio Marzano.
A través de sus distintas sociedades los Agnelli podrían aportar un máximo de 1.000 millones. Al menos 1.000 millones más se obtendrían en el mercado, mediante la emisión de acciones nuevas. Este plan ya pesa en el título de Fiat, que ayer cerró en 7,90 euros, sólo 20 céntimos por encima de su mínimo en dos décadas, marcado hace un mes.
Los 1.000 millones restantes deberían ser desembolsados por General Motors (GM), que ahora tiene un 20% de Fiat Auto, pero el grupo norteamericano se resiste a cumplir esta petición. Una de las fórmulas ofrecidas para compensar al grupo de Detroit sería cancelar el pacto que le obliga a comprar el 80% de Fiat Auto a partir de 2004.
Entre los analistas ese paso se cree temerario. 'Cualquier movimiento que mine la validez del put sin una alternativa mejor o equivalente elevaría dramáticamente el riesgo de Fiat', advirtió en diciembre Merrill Lynch.
A diferencia de Giovanni, un enamorado del automóvil, a Umberto Agnelli se le creía abierto a vender Fiat Auto a GM para salvar al resto del grupo. Hoy sus planes son una incógnita y su margen de maniobra muy estrecho, dado el poder de la banca acreedora y la presión del Gobierno para evitar que Fiat caiga en manos extranjeras.