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Industria italiana

Un rey sin trono marcado por la desgracia

Perdió a su padre en accidente aéreo a los 14 años y a su único hijo varón, por suicidio, a los 79. Fue impulsor de la industrialización de la posguerra, ejemplo de elegancia entre la jet set y referente de modernidad para la burguesía del rico norte italiano. Il Avvocato, como se le llamaba con reverencial respeto, protagonizó más de medio siglo de la historia de Italia.

El clan de los Agnelli ha sido comparado a menudo con los Kennedy y con los Grimaldi, por el glamour que desprendían y la tragedia que les persiguió. Giovanni (Gianni) Agnelli llegó a ser considerado por los italianos el rey de la República, un símbolo duradero en un país de Gobiernos breves e inestables, el 'soberano laico', como ayer le llamaba el diario romano La Repubblica.

'Sólo se le puede comparar con un monarca, aunque no hay ninguno tan influyente como él', escribió el periodista Alan Friedman en El imperio Agnelli, una biografía crítica en la que le define como 'un hombre encantador, cínico y oportunista'.

Desde Turín, la tercera ciudad italiana, los Agnelli todavía son la dinastía más señalada de Italia, a pesar del declive de su imperio industrial y del empuje de otros apellidos de la cercana Milán, como Berlusconi, hoy primer ministro, o Tronchetti, jefe de Pirelli y de Telecom Italia.

Giovanni Agnelli era el segundo de siete hermanos y llevaba el nombre de su abuelo, que fundó Fiat en 1899, ejerció gran influencia sobre él y lo designó heredero. Licenciado en Derecho por Turín, el joven Gianni participó en la II Guerra Mundial en los frentes de Rusia y en África y se convirtió en vicepresidente de Fiat al morir su abuelo, en 1945. Su último consejo había sido: 'Da la vuelta al mundo, diviértete un poco y aprende conocimientos útiles'.

A partir de 1948 Fiat reconstruyó sus fábricas con fondos del Plan Marshall y lanzó el mítico 600 y la Lambreta. Para Agnelli esta etapa, hasta su boda con la napolitana Marella Caracciolo en 1953, fue la de la dolce vita: deslumbra con su buena presencia y gustos refinados y frecuenta cabarets y carreras de coches en la Riviera y la Costa Azul. En estos años asume la presidencia de la Juventus, que convertiría en el equipo de fútbol más popular del país. Cultivó célebres amistades en todo el mundo, como los Rockefeller y los Kennedy, Henry Kissinger, Anita Ekberg, Ava Gadner o Rita Hayworth. Cuando Fidel Castro visita Italia en 1996, sólo se entrevista con dos personas, el Papa y Agnelli.

En 1963 Il Avvocato se convierte en consejero delegado de Fiat y en 1966 toma la presidencia. Bajo su batuta Fiat se transformó de fabricante de automóviles en un grupo diversificado, con gran peso en otras ramas industriales y en medios de comunicación. Agnelli hizo otras apuestas arriesgadas, como invertir en Rusia y Polonia en plena guerra fría o aliarse con Lafico, la sociedad del líder libio Muamar Gadafi, cuando éste era el gran enemigo del presidente de EE UU Ronald Reagan. Gadafi rescató a Fiat de la quiebra en 1976 y aún participa en su capital, así como en la Juventus, en cuyo consejo se sienta su hijo Saadi Muamar.

Agnelli dejó la presidencia de Fiat en manos de Cesare Romiti en 1996, para pasar a ocupar un puesto honorífico, pero nunca dejó del todo el timón de la compañía. Sin embargo, su intento de dejar un heredero tropezó con la desgracia. Su sobrino Giovanni Alberto, Giovannino, hijo de su hermano Umberto, murió de un tumor en 1997. Tres años después se suicidó su hijo Eduardo, de 46 años, quien se mostraba desinteresado por el negocio familiar.

En política, Giovanni Agnelli llegó a senador, como había sido su abuelo, en su caso con carácter vitalicio desde 1991. De él se dijo que quitaba y ponía primeros ministros, aunque su relación con el actual, Silvio Berlusconi, era más que fría.

Agnelli, destacado europeísta, criticó a Berlusconi por pactar con la populista Liga Norte y se mostró irritado cuando salió del Gobierno el ministro de Exteriores -y ex directivo de Fiat- Renato Ruggiero. 'Esto no es una república bananera', espetó el industrial turinés.

El pasado mayo, Giovanni Agnelli faltó a la junta de accionistas de Fiat por primera vez en más de 50 años. En esa asamblea se conoció una grave crisis económica y el inicio de una dura reestructuración. Il Avvocato se apartó de la escena y su hermano Umberto empezó a gestionar una crisis que pone en jaque, otra vez, el imperio de los Agnelli. El entorno de la familia dice que de pruebas más difíciles han salido. Deberán lograrlo sin su patriarca.

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