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John Elkann, el delfín de Il Avvocato

Nieto del patriarca, John Elkann está llamado a suceder a su tío abuelo Umberto al frente del grupo. Su reto consistirá en mantener vivo el mito de la familia sin ceder más poder del que ha ido perdiendo el grupo en los últimos 100 años

El 18 de diciembre de 1997, el joven John Elkann, nacido en 1976 en Nueva York, se situaba como el sucesor natural de su abuelo Giovanni Agnelli al frente del grupo industrial más importante de Italia. El presidente de honor de Fiat anunció ese día, en su casa, en Turín, la entrada de su nieto, hijo del periodista y escritor Alain Elkann y de Margherita Agnelli, en el consejo de administración.

Tan sólo tenía 21 años -los mismos con los que el viejo Agnelli entró en el consejo allá por 1943-, estaba estudiando una ingeniería, colaboraba con un periódico de la universidad y su experiencia laboral se limitaba a unos meses de trabajo en dos fábricas de componentes electrónicos de la compañía. Pero la tragedia, como en otras ocasiones en la historia de Fiat, volvía a regir el futuro del imperio turinés.

Un cáncer había acabado cinco días antes con la vida de su tío segundo Giovanni Alberto Agnelli, llamado a ocupar la presidencia de la compañía. Eduardo, hijo de Giovanni Agnelli, prefirió la religión oriental a los negocios. 'John Elkann es joven, pero ya ha demostrado que posee gran capacidad y dotes morales. Considero que su entrada es la manera más significativa de hacer ver, también simbólicamente, la continuidad de la familia Agnelli en Fiat', dijo Il Avvocato ante el consejo de administración. Cinco años más tarde su hijo Eduardo se suicidaría.

La presencia de un hombre del clan situado en la presidencia de Fiat, o en su órbita, es una obsesión para la familia que fundó el grupo hace más de 100 años y que actualmente sólo posee cerca del 30% de la firma. Las diversas crisis por las que ha pasado la compañía se han ido resolviendo, en parte, gracias a una cesión gradual de la participación de los Agnelli.

El mayor reto de Elkann será que la familia no continúe perdiendo poder hasta enterrar el mito en el que se han convertido los Agnelli en Italia, donde sólo se emplea el apellido paterno. Pero la continuidad de la mitología Agnelli es incierta.

El actual presidente del grupo, Paolo Fresco, ya ha anunciado su retirada del cargo este año. Umberto Agnelli, 68 años, se mostró ayer dispuesto a asumir la presidencia y convertirse en la cabeza visible de los Agnelli. Elkann, previsiblemente, será nombrado vicepresidente a la espera de que le llegue el turno para acceder a la presidencia.

Entonces es posible que el grupo Fiat no sea tal y como ahora lo conocemos. Con Umberto en el trono de Fiat la venta de la división de automóviles es más probable que bajo el control de Giovanni, según la mayoría de analistas. El grupo parece abocado a esta decisión por la presión de los bancos acreedores y el acuerdo con General Motors por el que la estadounidense podría ejercer en 2004 el derecho a adquirir el 80% que ahora no tiene de Fiat Auto.

Mientras llega su momento, Elkann puede aprender no sólo de su tío Umberto, sino de otros ilustres compañeros de consejo de administración, como son el ex consejero delegado de General Electric, Jack Welch, o el ex ministro italiano Renato Ruggiero. Recién licenciado, este año será todo un máster en dirección de empresas para Elkann. Los planes para reestructurar Fiat se van amontonando y los Agnelli estarán obligados a decantarse por alguno.

Llegado el momento tendrá que convencer a la familia, al resto de accionistas, al mercado y a la sociedad italiana de que está capacitado para conducir el volante de Fiat.

Seguramente, la presión que le aguarda acabará por añadir alguna que otra arruga a su rostro de niño.

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