Presión sobre el petróleo
El acuerdo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de aumentar las cuotas de producción hasta 24,5 millones de barriles tuvo ayer un nulo impacto sobre la cotización del precio del barril de brent, que llegó a registrar una leve alza en su cotización. Aunque se trata, sin duda, de una importante decisión política con la que los países productores tratan de evidenciar su compromiso con la estabilidad de la economía mundial, los expertos del mercado del petróleo aseguran que el acuerdo resulta insuficiente para incidir de forma efectiva en los precios del crudo, dada la presión que actualmente soporta el mercado.
El aumento de la producción en 1,5 millones de barriles diarios queda lejos de compensar la ausencia de los 2,4 millones de barriles que exportaba Venezuela cada día, antes de la huelga general que soporta el país. Además, el acuerdo no entrará en vigor hasta el 1 de febrero y los expertos calculan que su repercusión en el mercado no se hará notar al menos hasta marzo, demasiado tiempo para que los altos precios actuales del crudo no tengan incidencia sobre la modesta recuperación mundial.
La posibilidad de que, de aquí a entonces, la crisis venezolana y la iraquí se resuelvan parece escasa. Por un lado, el cese de las exportaciones de Venezuela como consecuencia de la huelga de la petrolera estatal, PDVSA, no parece que vaya a tener, pese a las declaraciones en sentido contrario de las autoridades, una rápida ni sencilla solución. El país está prácticamente dividido a la mitad sobre el respaldo o el rechazo al presidente Hugo Chávez.
Por lo que respecta a la situación de Irak, los expertos aseguran que el actual precio del petróleo ya conlleva una prima de riesgo por la amenaza de guerra y el temor a una suspensión de las exportaciones iraquíes. Los analistas aseguran que la coincidencia de ambas crisis en el tiempo (la prolongación de la huelga petrolera en Venezuela y el estallido de un conflicto bélico en Irak) pondría a prueba la capacidad de la OPEP. No en vano, sólo Arabia Saudí cuenta actualmente con capacidad para incrementar su producción petrolera, pues el resto de los países del cartel están cerca de alcanzar el máximo de capacidad. Esto explica, en buena medida, la intensa campaña diplomática saudí para buscar una solución no militar al conflicto iraquí, incluso aunque Naciones Unidas autorizara la represalia militar contra el régimen de Sadam Husein. De producirse, el riesgo de una crisis de oferta petrolera mundial sería muy alto. Y en esas condiciones, la crisis económica sería inevitable.
Por esas o por otras razones, lo cierto es que desde EE UU se empieza a filtrar la idea de que el conflicto podría retrasarse. El Departamento de Defensa reconoce que su ejército no estará en condiciones de atacar Irak hasta finales de febrero y otras fuentes apuntan al otoño como fecha posible del ataque. Cuando menos, parece que los riesgos se toman en serio.