'Hay que mantener el derecho de veto en la UE en ciertas áreas fiscales'
Está recién llegada de la última reunión del Presidium de la convención sobre la que descansa el futuro de la arquitectura europea y regresa con la impresión de que sus trabajos, que finalizan en junio, caminan a buen ritmo. Se ve a la ministra con ganas de demostrar que la participación de España en ellos está siendo muy activa.
Pregunta. ¿Qué avances destaca en la tarea de la convención?
Respuesta. Lo primero es recordar las bajas expectativas iniciales de los Gobiernos de la UE respeto a la convención. Cuando ésta se crea, consideran que va a ser poco más que un foro de debate. Sin embargo, ya ha acreditado logros que son el suelo desde el que estamos construyendo y empezando a redactar. Ya todo el mundo admite que va a haber un único tratado; que la UE va a tener personalidad jurídica; que se van a simplificar los procedimientos, ya que los 15 que tenemos ahora van a quedar en cinco, y que la carta de derechos fundamentales va a estar incorporada en el tratado y va a tener valor jurídico vinculante. Es la base de partida. Pero hay algo todavía más importante. Europa se asociaba con la idea de mercado. Desde ahora se asocia con Constitución. Es un valor político y un logro de la convención y, en particular, del presidente Giscard.
P. En el debate sobre el gobierno económico de la Unión no ha quedado claro si España es partidaria de una voz única, de una especie de míster euro.
R. El secreto, lo importante de la construcción europea, es el equilibrio interinstitucional, pues es lo que hay que preservar. A mí me parece que la idea de un míster euro, como existe ahora un míster Pesc, no tiene demasiado sentido. Es un asunto que hay que ponerlo en relación con el resto de las reformas institucionales y con lo que va a ser la arquitectura del gobierno económico, donde algunas cosas tienen que mejorarse para simplificar y hacer más comprensible la UE.
P. ¿De qué forma acabará por articularse, entonces, la toma de decisiones económicas?
R. De entrada, hay una incógnita y es si el euro termina de cuajar entre los 15 socios. La solución variará según suceda una cosa u otra porque es cierto que vamos a tener 10 países candidatos que no van a tener la moneda todavía. æpermil;ste es el primer interrogante. En términos generales, para la solidez de ese gobierno económico hay uno previo que se orilla o que se da por hecho y no es así: hay que terminar y consolidar el mercado interior. Esto es lo esencial. En la actualidad, el mercado interior europeo es una yuxtaposición de islotes jurídicos en un mar de legislaciones bastante dispares. Un ejemplo es la normativa sobre opas que no salió en la primera versión. Evidentemente, para los mercados financieros es una necesidad. No hemos conseguido el mercado interior y es la auténtica prioridad. Soy consciente de que contestar esto es muy conservador, pero opino así.
P. Francia y Alemania han propuesto eliminar el derecho de veto, incluso en el terreno de la competencia fiscal. ¿Cuál es la posición del Gobierno español?
R. Hay una tendencia a revisar la unanimidad por razones de funcionamiento. Si las unanimidades a seis eran factibles, a 25 serán más complicadas, sobre todo teniendo en cuenta las grandes disparidades económicas de los 10 nuevos Estados miembros. Ahora bien, hay que reservar el veto para situaciones excepcionales. La posición de España es que el veto debe mantenerse en algunas áreas concretas de la fiscalidad. Siempre habrá una fiscalidad que afecte más al mercado interior y en la que prime más la vertiente comunitaria y otra fiscalidad que debe mantenerse en el ámbito de decisión de los Estados miembros. No obstante, la sustitución de la unanimidad por una mayoría supercualificada para la toma de decisiones es una opción que ahora se baraja y que el Gobierno valora.
P. El Ejecutivo español es partidario de la figura del presidente del Consejo de la UE. ¿Qué ventajas aporta el cargo?
R. La solución que defendemos para preservar el equilibrio interinstitucional pasa, entre otras medidas, por conseguir una permanencia en el Consejo Europeo. Es el órgano que marca las grandes directrices y la ruptura que supone que cada semestre cambien la presidencia y sus prioridades supone una pérdida de impulso que causa más perjuicios que beneficios. La presidencia rotatoria se estableció porque esta pérdida de impulso se compensaba con la proximidad del país de turno a Europa. Con seis Estados miembros, cada tres años volvían a ser Europa pero ahora, con 25, hace falta casi una generación para conseguir el mismo objetivo. El beneficio añadido para los ciudadanos es mínimo, y los perjuicios, mucho mayores.
P. ¿Y cómo se resolvería la bicefalia entre el presidente del Consejo y el de la Comisión Europea?
R. Es un falso problema porque las tareas son diferentes y no tienen por qué interferir los dos cargos.
P. Sin embargo, la experiencia de míster Pesc y el comisario de Exteriores no parece muy ejemplar.
R. Todo hay que verlo con perspectiva. En Europa nos estábamos matando hace 60 años. Estados Unidos tardó mucho más en madurar, con una situación más fácil. Hemos conseguido cosas muy importantes en Europa en política exterior y hay cada vez más áreas en las que se habla con una sola voz. También vamos a tener una voz cada vez más coordinada en la cooperación al desarrollo. En el conflicto palestino-israelí, Europa está teniendo una sola voz. Los procesos históricos tienen sus tiempos de maduración. Además, para España tener una política exterior única no sería una ventaja. Sí lo es una política cada vez más coordinada que sume el valor añadido de las especiales relaciones del Reino Unido o de Irlanda con Estados Unidos o de España con América Latina.
P. ¿Su larga experiencia comunitaria le dice que José María Aznar tendría el perfil idóneo para convertirse en presidente del Consejo?
R. Tengo mi convencimiento personal pero eso es irrelevante. Lo importante es que lo cree mucha gente en Europa. En el Presidium de la convención celebrado el pasado jueves volvió a salir el nombre de Aznar junto con el de Blair. Reúne las cualidades y así está reconocido, pero no es una cuestión planteada.
P. ¿Cómo se canalizará, finalmente, la participación de las regiones en la nueva Unión?
R. España tiene claro que los actores y los protagonistas del tratado internacional, que es lo que tenemos entre manos, son los Estados. Luego, la organización interna es cuestión de cada Estado miembro.
'El régimen de Husein es un peligro'
La ministra reconoce que nunca suele cultivar la política ficción. De ahí que rechace anticipar en qué supuesto el Gobierno se distanciaría de Estados Unidos ante el conflicto con Irak. 'Estamos en una situación complicada derivada del incumplimiento durante 10 años de las resoluciones de la ONU por parte del régimen de Sadam Husein. Esto le ha convertido en un peligro para todos nosotros. Los últimos informes de los inspectores son preocupantes', afirma.Ana Palacio no cree que la posición del Gobierno ante la guerra vaya a perjudicarle electoralmente. Argumenta que 'la opinión pública española es madura' y comparte 'de fondo' la idea de que Sadam Husein es un riesgo. 'Hasta ahora los sondeos de opinión que hay al respecto no me parecen relevantes', mantiene, 'porque hablan de política ficción'. Como precedente cita la evolución de la opinión pública en la guerra de los Balcanes. Igual optimismo destila la ministra sobre el futuro de las relaciones con Marruecos. 'Estamos en la buena vía', asegura. 'Hay muestras claras de voluntad política por ambas partes de situar las relaciones institucionales en correspondencia con nuestras relaciones económicas y culturales, complejas, pero muy intensas'. España, añade, es firme defensora de un 'Magreb fuerte, integrado, porque interesa a Europa y al propio Marruecos. Vamos a intentar una intensísima vinculación con todos los países de la zona y, si es posible, con un Magreb regionalmente integrado', mantiene. Gibraltar, otro foco de inquietud para la política exterior española, permanece en stand by. 'Aquí no hay ningún seguro de que la negociación que se empieza llegue hasta el final porque los obstáculos acumulados de siglos son importantes', subraya. La estrategia que sigue ahora Exteriores consiste en 'intentar solucionar el contencioso, pero no de cualquier manera', dice Ana Palacio. No deja en mal lugar, pese a todo, a su antecesor en el cargo, Josep Piqué. 'No hubo ruido', sostiene. 'He heredado un trabajo importante, estamos en los detalles, aunque no tenemos garantías'.