La farmacia natural
Nuestros antepasados hallaron en las algas el complejo vitamínico ideal
D
esde la noche de los tiempos, 25.000 especies de algas, mecidas por mareas o corrientes, han poblado los fondos de mares, ríos y lagos. El hombre se ha acercado a ellas como a todos los organismos del planeta: con el afán de aprehenderlas hacia su bienestar. Y hasta descubrir, por ejemplo, que la Blue Green de Klamath, un alga que crece en la región norteamericana de Oregón, es el mejor alimento para el cerebro por su incidencia en los neurotransmisores, ha tenido incluso que dejar su vida en el intento al ingerir alguna de las numerosas algas venenosas que existen. Estas plantas acuáticas han sido progenitoras de la vida marina en tanto que han sido la puerta de entrada de la energía solar en el ecosistema que vive bajo las aguas.
Quienes hace mil años en China se dedicaban a la farmacia y a la medicina descubrieron que la Laminaria lapónica, por su alto contenido en yodo y alguina, era muy útil en la prevención y el tratamiento del bocio. Hace otro tanto, los mexicanos recurrieron a la spirulina para evitar la desnutrición por su alto valor nutritivo, acontecimiento que narra fray Bernardino Sahagún cuando describe en 1550 unas tortas y tostadas elaboradas con tecuital. Científicos europeos descubrieron a mediados del siglo pasado poblaciones centroafricanas perfectamente nutridas, en contra de lo que sucedía con otros habitantes del continente, gracias a la ingesta de la mencionada spirulina, alga de color azul que elaboraban con grasa de res, cebolla frita, pimientos y gramíneas silvestres.
Esta planta acuática es, por sí misma, casi un complejo vitamínico, pues posee un 70% de proteínas frente a un 8% del trigo, un 7% del arroz o un 2% de la patata. Además, es rica en carbohidratos, minerales y vitaminas A, B1, B2, B6, C, E y la excepcional vitamina H. Desde el siglo XVII existe una floreciente industria de jabón y vidrio en Japón elaborados a partir de sosa y potasa extraída a su vez de las algas gracilarias y, concretamente, de su coloide, el agar, que todavía hoy está en el origen de muchos usos: se utiliza en la fabricación de quesos cremosos, sopas, yogures, salsas, dulces o helados; se usa también para fabricar moldes de odontología, en cirugía plástica, para la elaboración de laxantes, anticoagulantes, vendajes; en pintura es empleado como acuarelas, y en textil, como encurtidor de cueros.
En gastronomía, la ancestral utilización en la mesa oriental de algas como el nori, el wakame o el kombu ha provocado respuestas en Occidente con similares vegetales marinos autóctonos: se confeccionan gloriosos platos tradicionales con laminaria en Escocia, con rhodymenia en Irlanda, también con laminaria se elabora pan gelatinoso en Inglaterra o col de mar en Rusia y también existen platos tradicionales a partir de algas en Canadá, Estados Unidos, Caribe, Chile o México.