La evolución del dólar frente al euro condiciona el desarrollo de las Bolsas
El mínimo histórico que registran los tipos de interés en Estados Unidos, situación a la que parecen estar abocados también los de la eurozona, y la desaparición del emblemático T-bond a 30 años, que servía otrora de catalizador de los flujos de dinero que llegaban a Estados Unidos, han provocado efectos indeseables en Wall Street.
Gran parte de la sobrevaloración de las Bolsas estadounidenses emana de la hasta ahora constante entrada de dinero en el país más industrializado del mundo y, asimismo, el mejor parapetado frente a situaciones de guerra. Los gestores se han visto obligados a comprar acciones ante el nivel mínimo de los tipos de interés, porque no hay alternativas para la inversión foránea.
Preocupa ahora a gestores y profesionales el movimiento a la contra. La pérdida de confianza en el dólar, si continúa el deterioro de las principales variables económicas y los denominados factores geopolíticos se extienden más allá de las fronteras de Irak y Corea del Norte, acarreará caídas de consideración en Wall Street, con el consiguiente impacto, incluso acelerado, en el resto de las Bolsas del mundo.
Por eso, los expertos siguen muy de cerca la evolución del dólar respecto al euro, o al revés. La atención se confunde con el deseo de que los movimientos de ajuste se produzcan sin hilaridad y con mesura. Que los activos estadounidenses están sobrevalorados, incluida la moneda, es algo que nadie discute. Tampoco que el desplome puede ser histórico en las Bolsas del mundo si la carrera entre el dólar y el euro se hace alocada y no se respetan las reglas de juego.
En el estreno del nuevo año inquietan, asimismo, dos grandes burbujas creadas desde marzo de 2000. Primero, la de la renta fija, con especulaciones desmedidas en los mercados de bonos. Las grandes fortunas de los tres últimos años se han amasado aquí. Luego, la ilógica de los precios inmobiliarios es una constante que se generaliza en los países más desarrollados, sin excepción.
El año nuevo se estrena, por tanto, con la esperanza de que los flujos de dinero atiendan los mercados de acciones infravalorados y la explosión controlada de las dos burbujas crecientes. En cualquier caso, las autoridades económicas y monetarias no lo tienen fácil.
El peligro de los bonos empresariales
Las principales firmas del mercado, tanto nacionales como extranjeras, se muestran reacias a la hora de efectuar pronósticos sobre la evolución esperada de los mercados en 2003. Coinciden, eso sí, en que los bonos empresariales ofrecen grandes oportunidades de negocio para el año recién estrenado.La experiencia de 2002 no es, sin embargo, halagüeña, porque bonos por valor de 40.000 millones de dólares perdieron en el último ejercicio la calificación crediticia de grado de inversión. La peste afectó, incluso, a obligaciones de referencia como las de Alcatel y Ericsson. La calidad crediticia de otras compañías emblemáticas, también con rebajas de consideración, sugiere a los analistas más fríos que durante este año muchas compañías entrarán a formar parte de la categoría de bonos basura. Más de la mitad de la deuda en el índice de bonos europeos de alto rendimiento de Merrill Lynch, el referente de Europa, son bonos que se vendieron con grado de inversión positivo en origen. 2002 fue también el peor en concepto de impagos.