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Bolsa 2002

Tres años seguidos de pérdidas

El Ibex 35 cerró ayer en los 6.081,3 puntos, con una caída del 2,55% a lo largo de la sesión y un descenso acumulado desde enero del 27,58%. Por su parte, el índice general de la Bolsa de Madrid (IGBM) acumula un retroceso a estas alturas del año -prácticamente terminado- del 22,57%. Falta tan sólo una sesión para dar por finalizado el curso bursátil, pero basta con echar un vistazo a las cifras para concluir que una vez más la Bolsa va a cerrar el año en números rojos. Con éste de 2002 son ya tres años seguidos en los que el mercado cierra a la baja, acusando el estallido de la burbuja tecnológica de marzo de 2000 y la posterior crisis económica mundial. Se da la circunstancia, además, de que es la tercera vez en la historia del parqué madrileño que el índice general cierra con pérdidas tres años seguidos.

La anterior tuvo lugar entre los años 1976 y 1979, periodo de acusada crisis económica, a lo largo del cual la Bolsa cerró a la baja durante cuatro ejercicios seguidos. Para encontrar una situación parecida hay que remontarse aún más atrás, a los años cincuenta, cuando el índice general de la Bolsa de Madrid cerró en números rojos durante otros tres años seguidos: 1957, 1958 y 1959.

El año que ahora termina se suma a los 18 años en la historia de la Bolsa madrileña durante los cuales el índice ha cerrado con caídas. 19 años, por tanto, de un total de 41. Y con los tres últimos en caída libre, como demuestra el 12,68% que perdió el IGBM en 2000, el 6,69% que perdió en 2001 o el 22,5% que pierde hasta ahora en 2002.

Telefónica, Repsol, Endesa y los grandes bancos han sufrido con especial virulencia su exposición a las economías de América Latina

No ha sido, sin duda, un buen año para los mercados de todo el mundo. Las economías no han terminado de recuperarse y para colmo se han conocido irregularidades contables, como la de Enron o la de Worldcom, que han dado al traste con la confianza de los inversores. A todo ello hay que unirle el clima prebélico creado por las amenazas de Estados Unidos a Irak, lo cual ha disparado el precio del petróleo por encima de los 28 dólares. Y por si todo esto fuera poco, las empresas españolas han sufrido con especial intensidad la crisis en Argentina y Brasil, países en los que los intereses españoles son muy elevados. A pesar de todo, la caída del mercado español no ha sido ni mucho menos la mayor de Europa.

El patrón que ha dibujado la Bolsa española a lo largo de 2002 es bastante parecido al de 2001. Los sectores más perjudicados por la crisis han sido los tecnológicos y de telecomunicaciones, mientras que tan sólo se ha beneficiado con revalorizaciones un sector defensivo como es el constructor. Ha sido, además, el año de los valores de pequeña y mediana capitalización, que en términos generales se han comportado mucho mejor que las estrellas de la Bolsa. Basta echar un vistazo a los valores que más suben en el año dentro del Mercado Continuo. Natra y Uniland ganan por encima del 65%, mientras que la revalorización de SOS Cuétara ronda el 50%. En el entorno del 40% aparecen Cepsa, Banco de Andalucía, Logista y Unipapel.

Mención especial merece el sector constructor, pues es junto con el de bienes de consumo el que ha gozado del privilegio de lograr revalorizaciones, en su caso superiores al 6%. El sector ha vivido el año sumido en rumores de fusiones y compras, pero además se ha beneficiado del carácter defensivo de este tipo de compañías, hasta convertirse en refugio frente al chaparrón del resto del mercado. Vallehermoso y Metrovacesa, con revalorizaciones por encima del 35%, se han beneficiado asimismo de su próxima entrada en el Ibex 35 a partir del 2 de enero.

No pueden decir lo mismo los pesos pesados de la Bolsa española, que han sufrido en sus propias carnes la crisis latinoamericana. Compañías como Telefónica y Repsol o los dos grandes bancos, BBVA y el Santander, se han visto obligadas a provisionar la devaluación del peso argentino y del real brasileño, lo que ha incidido en la caída de crecimiento del beneficio e incluso en la entrada en pérdidas, como es el caso de Telefónica, que sorprendió al mercado en agosto al presentar unas pérdidas de 5.574 millones de euros. No es de extrañar, por tanto, que la teleco presidida por César Alierta acumule en Bolsa un descenso superior al 39% desde enero, situándose entre las cinco peores compañías del Ibex 35 en 2002, junto a Prisa, Terra, Sogecable y Sol Meliá, la cual, por cierto, abandona el índice a partir del 2 de enero.

Tampoco le ha ido especialmente bien a Repsol YPF, que se ha visto directamente afectada por la crisis argentina, tanto por la fuerte devaluación del peso tras la decisión de abandonar la paridad con el dólar como por la limitación de exportación de crudo decretada por el Gobierno de aquel país. La petrolera cerrará el año con una caída cercana al 25%, a pesar incluso de la subida que ha experimentado el precio del petróleo a lo largo de todo el año y en especial en las últimas semanas a raíz de la huelga general en Venezuela (quinto exportador del mundo) y el ambiente prebélico en Irak. El precio del barril de brent llegó a superar ayer los 30 dólares.

Los grandes bancos pierden un 30%

Tampoco lo han tenido mucho mejor los dos grandes bancos españoles, BBVA y Santander. Ambos valores cerrarán 2002 con pérdidas en Bolsa que rondan el 30%. Ambos grupos bancarios han sufrido también las consecuencias de la crisis latinoamericana, donde sus intereses son elevados. Pero quizá lo más destacable en torno a BBVA y Santander es que cerrarán en números rojos bursátiles por segundo año consecutivo, lo cual no sucedía al menos desde 1990. Ya el año pasado acumularon sendas caídas bursátiles del 12,30% y del 17,46%, respectivamente.

El desolador panorama de los últimos 12 meses deja al menos una veintena de valores del Ibex por debajo de los niveles a que cotizaban el pasado 1 de enero. Tan sólo una decena, por tanto, logrará cerrar el año con ganancias. El caso más destacable es el de Iberia, con un alza que ronda el 28%. Le siguen Ferrovial, ACS, Altadis, Gamesa, Dragados, Banco Popular, Acesa, Inditex y Gas Natural; en términos generales, compañías de corte defensivo con beneficios recurrentes.

El año para la Bolsa española puede dividirse en tres momentos. Uno primero comprendería más o menos el primer trimestre y estaría marcado por los acontecimientos en Argentina. El año comenzaba mal para la Bolsa española una vez que el nuevo presidente argentino, Eduardo Duhalde, decretó el fin de la paridad entre el dólar y el peso que se había mantenido en la última década. La fuerte devaluación vivida a partir de entonces por el peso afectó con fuerza los resultados de las compañías españolas con intereses en la zona; principalmente Telefónica, Repsol, Endesa y los grandes bancos. Se calcula que en los últimos años las empresas españolas han invertido en torno a 35.000 millones de dólares en la región.

Mientras la Bolsa española acusaba la inestabilidad argentina, debía hacer frente también a la creciente desconfianza de los inversores tras el escándalo de las cuentas de Enron, que estalló a finales de 2001 y dio pie a que un buen número de empresas de todo el mundo sacaran a la luz irregularidades en sus cuentas. La tendencia no se ha invertido a lo largo de todo el año.

Un segundo momento para la Bolsa española tiene lugar a lo largo del segundo y el tercer trimestres. A la inestabilidad argentina se le une entonces la de Brasil, cuyo PIB ralentiza su crecimiento a raíz de la crisis energética y estructural del país. La situación se agrava una vez que se va confirmando la posibilidad de que Luiz Inácio Lula da Silva gane las elecciones en octubre. El radicalismo de que ha hecho gala Lula en el pasado enerva los ánimos de los inversores de todo el mundo, a pesar de que el candidato ha moderado su discurso. La Bolsa española, de nuevo, acusa este nerviosismo en sus empresas de mayor tamaño y el mercado inicia allá por el mes de abril un descenso prolongado y lleno de volatilidad hasta que el Ibex toca el mínimo anual, que es además su nivel más bajo desde 1997: 5.363,5 puntos. Es 9 de octubre, y no sólo es el efecto Lula lo que ha arrastrado al mercado. Desde Estados Unidos resuenan tambores de guerra, ante la insistencia de Bush por derrocar a Sadam Husein de la presidencia de Irak. De fondo, además, los datos macroeconómicos no acaban de confirmar ni mucho menos el inicio de la recuperación, y así lo demuestran los beneficios empresariales, que siguen deteriorándose.

Pero ese 9 de octubre marca un antes y un después. El mínimo que han conocido los mercados provoca un rebote de especial fortaleza, a medida que cunde la idea de que estos niveles podrían ser los mínimos de la crisis actual. Poco a poco, además, los resultados empresariales del tercer trimestre denotan una cierta mejora. Los inversores, entretanto, claman por una rebaja de los tipos oficiales a la Reserva Federal y al Banco Central Europeo.

Más ágil, como siempre, en noviembre la Reserva Federal es la primera en abaratar el precio del dinero, nada menos que 50 puntos básicos, hasta situar los tipos en el 1,25%, el nivel más bajo de los últimos 40 años. Un mes después, no sin presión por parte de los diferentes actores del mercado, el Banco Central Europeo decide rebajar los tipos oficiales otro medio punto, hasta situarlos en el 2,75%.

No han sido precisamente optimistas las últimas semanas de 2002. El Ibex ha vuelto a sufrir descensos, que sin embargo no han sido tan acusados como para que el índice pierda de nuevo los 6.000 puntos. El año no ha sido para la renta variable. Como tampoco para las salidas a Bolsa. Tan sólo se han registrado dos ofertas de venta de acciones con no especialmente buenos resultados. Una, la de Enagás, cuyos títulos cotizan a estas alturas un 10,46% por debajo del precio de salida. Otra, la ampliación de capital de Banesto en noviembre, que igualmente cotiza un 3,46% por debajo de la OPS. Entretanto, se han anunciado no pocas exclusiones por parte de compañías de corte pequeño y mediano.

Los inversores ante este panorama se han refugiado en la renta fija. No es para menos. La Bolsa ha dado más de un quebradero de cabeza a todo aquel que pensaba que lo malo no podía durar. Sólo es cuestión de tiempo que la situación mejore. Con un poco de suerte, en 2003.

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