_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Energías renovables, la energía necesaria

Cristina Narbona Ruiz y Javier García Breva

El Gobierno acaba de remitir a la CNE una propuesta sobre la futura tarifa eléctrica que reduce las primas a las energías eólica, minihidráulica y geotérmica. Para el PSOE, esta propuesta es un disparate. La política energética que necesita España pasa urgentemente por la diversificación de fuentes y por el ahorro y la eficiencia energéticas. Las energías renovables no pueden ser tratadas como un recurso 'testimonial', sino como parte integrante y creciente de nuestro sistema energético, como fuente necesaria para conseguir, en combinación con las demás fuentes de energía, los objetivos de garantía de suministro, menor dependencia y reducción de emisiones.

En el debate del estado de la nación, el presidente Aznar anunció que llevaría la energía solar a tres millones de hogares y que presentaría un plan de ahorro y eficiencia energética. Medio año después, ni Gobierno ni PP han corregido el error de Aznar, confundiendo millones de metros cuadrados de superficie solar con millones de hogares, ni se ha presentado el plan de ahorro y eficiencia.

Lo cierto es que el Gobierno del PP, que suprimió en 1997 los programas de gestión de la demanda, carece de cualquier plan nacional de ahorro de energía y España ha incrementado la intensidad energética en un 5% desde 1996, su dependencia energética hasta el 77% y ha duplicado sus emisiones contaminantes a la atmósfera respecto al compromiso derivado del Protocolo de Kioto.

El IDAE publicó recientemente los resultados del Plan de Fomento de las Energías Renovables que establecía el objetivo para 2010 de cubrir el 12% del consumo de energía con energías renovables. En 2000 se llegó al 3,6%, y en 2001, al 3,7%. Creciendo a un ritmo de una décima por año, España no cumplirá dicho objetivo, establecido en la Ley del Sector Eléctrico y en el Libro Blanco de la UE. Aunque el plan estableció un escenario de crecimiento de la demanda final de energía de un 1,2% al año hasta 2010, la demanda ha crecido desde 1999 cinco veces más, al no aplicarse políticas de ahorro y de gestión. Además, el documento de planificación energética aprobado por el Gobierno establece un crecimiento de la demanda energética del 3,4% por año, y reduce la cobertura con energías renovables al 9,9% para 2010.

Los resultados del plan en 2001 son decepcionantes: en solar térmica, en 2001 se instalaron 51.400 metros cuadrados, un 1% del objetivo establecido. En solar fotovoltaica, en 2001 se instalaron 3,5 megavatios, un 2,4%. En solar de alta temperatura, sobre un objetivo para 2010 de 200 megavatios, la potencia total instalada es cero megavatios. En biomasa, en 2001 se instalaron 16,7 megavatios, un 0,8%. En minihidráulica, en 2001 se instalaron 31 megavatios, el 1,3%. En biocarburantes, sobre un objetivo para 2010 de 500.000 toneladas equivalentes de petróleo (tep), el consumo total es de 51.200 tep. En eólica, en 2001 se instalaron 970 megavatios, un 10,8%.

La media anual de cumplimiento de objetivos que prevé el plan es del 12,5% respecto del objetivo final cada año, por lo que el desarrollo de las energías renovables sólo despegará en España si se toman medidas inmediatas y contundentes. La eólica, que es la que más cerca está de los objetivos, va a reducir su crecimiento hasta un 50% en 2002 y la biomasa y la solar están prácticamente estancadas por falta de rentabilidad y de impulso desde el Gobierno.

No extraña, pues, que el Gobierno reduzca su relación con las eléctricas a garantizarles la subida tarifaria para los próximos 10 años, cubriendo así fallos de la actuación gubernamental y la mala gestión de las eléctricas. Y ello a cambio de nada, sin obligaciones que garanticen a los consumidores la calidad de suministro, ni obligaciones que promuevan un modelo energético menos dependiente, diversificado, eficiente y sostenible. Hoy, las compensaciones a las renovables apenas suponen el 1,9% de la facturación del sector, 43.000 millones de pesetas sobre una facturación de 2,2 billones. En España, el incremento de la demanda de renovables exige ya un marco normativo y financiero que contemple:

Una Ley de Energías Renovables que integre las renovables en el sistema energético de forma vinculante y transponga la Directiva Europea 2001/77/CE.

Que los objetivos puedan alcanzarse combinando incremento de la generación de energías renovables con reducción de la demanda, a través de un plan de ahorro y eficiencia (1% anual mínimo), medidas vinculantes para todos los sectores y programas de gestión de la demanda y de investigación energética.

Garantizar el mantenimiento, a medio y largo plazo, de las primas a la producción de energías renovables, incrementando las correspondientes a la biomasa, la solar de alta temperatura y la solar fotovoltaica.

Fijar un plan de acciones ejemplarizantes para las administraciones públicas.

Es el momento indicado para una apuesta potente por las energías limpias y por el ahorro y la eficiencia energética, pensando en el bienestar presente y en las futuras generaciones.

Más información

Archivado En

_
_