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Comercio
Crónica
Texto informativo con interpretación

China, forzada por sus socios a acelerar la apertura de la economía

Un comercio exterior que alcanzará 600.000 millones de dólares (588.000 millones de euros) y una inversión extranjera que superará 50.000 millones (49.000 millones de euros) este año. Estas son las armas que ha mostrado el Gobierno chino para hacer un positivo balance del aniversario de su entrada en la Organización Mundial de Comercio (OMC) el 11 de diciembre de 2001. 'Frente a una desalentadora situación económica global, China ha convertido su primer año como miembro de la OMC en un espléndido éxito', señalaba la semana pasada un diario local.

Durante este tiempo Pekín ha reducido globalmente las tarifas de importación del 15,3% al 12% y ha revisado o anulado 2.300 leyes y regulaciones. Un movimiento que según Zhang Zhigang, viceministro responsable de la Comisión Estatal de Economía y Comercio, ha ofrecido a las empresas extranjeras más oportunidades. Zhang asegura que China ha incrementado la transparencia de las normativas y del sistema legal al hacer más accesible la información.

Pero muchas multinacionales no comparten esta visión. Pese a que el país asiático desbancará este año a EE UU como primer destino mundial de inversión extranjera, se quejan de que las autoridades han incumplido los compromisos y de que la apertura se está produciendo de forma más lenta de lo esperado. Sectores como el agrícola, el bancario o las telecomunicaciones han visto surgir nuevas barreras, y, según las compañías, la transparencia deja aún mucho que desear.

Advertencias de EE UU

La última advertencia la ha lanzado EE UU. En su primer informe anual al Congreso, la oficina de Comercio reconoce el 'progreso significativo' chino en la implantación de los acuerdos, pero muestra una 'seria preocupación' porque dice que las autoridades no han respetado las promesas de abrir el mercado agrícola y proteger la propiedad intelectual, entre otros.

El estudio critica las restricciones a la importación de alimentos transgénicos y el retraso en la fijación de cuotas para productos como el trigo y el algodón.

Pero los socios de China en la OMC parecen haber tomado el balance del primer año del gigante asiático en la organización de comercio con cierto pragmatismo. Europa ha asegurado que utilizará con Pekín la política del palo y la zanahoria, y EE UU ha dado una de cal y otra de arena en su informe. Bill Reinsch, presidente del Consejo Nacional de Comercio Exterior, una asociación de exportadores estadounidense que representa, entre otros, a Boeing y Microsoft, lo ha resumido en pocas palabras: 'El mundo les ha concedido un periodo de gracia de un año, la presión vendrá ahora'. El potencial del gigante asiático, mientras tanto, no deja de crecer.

Atrapada por dos desafíos contrapuestos

China se encuentra atrapada entre dos desafíos en su proceso de asentamiento en la OMC. Por un lado, cumplir los compromisos firmados como nuevo miembro de una organización en la que luchó por entrar durante 15 años y, por otro, evitar la inestabilidad social que puede provocar una apertura demasiado rápida de la economía. Además, deberá asegurarse de que las instrucciones que manan de Pekín fluyen hasta los distantes y poderosos Gobiernos provinciales y municipales, deseosos de proteger sus intereses y obligados a hacer frente a los millones de despedidos que está originando la reestructuración de las empresas estatales. La clave estará en si Europa o Estados Unidos se verán obligados a hacer uso de los mecanismos con que cuenta la OMC en caso de que Pekín arrastre los pies más de la cuenta en su marcha hacia la liberalización de la economía. Bruselas ya ha asegurado que está dispuesta a hacerlo, aunque afirma que prefiere la vía del diálogo. Los responsables chinos han dejado claro en numerosas ocasiones que la OMC es básica para la economía del país y que los cambios se producirán, pero de forma progresiva.

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