Wall Street, pendiente del nuevo equipo económico de Bush
Bush acaba de revalidar con nota su elección como presidente hace dos años. Sin embargo, el presidente, y el consejero de la Casa Blanca, Karl Rove, se han puesto manos a la obra para asegurarse que la historia no se repite (y menos en la misma familia) y que en 2004 Bush pueda perder la presidencia porque la anémica salida de una suave recesión no se cristalice. Por eso, la Casa Blanca ha procedido a la renovación de su equipo económico sin dar explicaciones del por qué. A los analistas no les queda ninguna duda. Jan Hatzius, economista de Goldman Sachs lo comentaba a The New York Times este fin de semana: 'La economía se percibe como un problema serio, no se necesitaría cambiar el equipo si no hubiera un problema'.
La salida de Lindsey y O´Neill fueron bien recibidas por los mercados. No sólo por lo discutido de su papel sino porque, independientemente de que se discuta la política económica de la Casa Blanca, reemplazar estos cargos significa que Bush vuelve a pensar en la economía.
Según The Washington Post, la Casa Blanca nombrará hoy a los sustitutos de O´Neill y Lindsey. De hecho, el presidente iba a anunciar el lunes la renovación de su equipo económico pero no contó con el enfado de O´Neill, que cuando fue informado el jueves por el vicepresidente Dick Cheney de la retirada de la confianza por parte del presidente, mandó una escueta nota de renuncia que precipitó los acontecimientos el viernes. Acto seguido, O´Neill se fue a su casa de Pitsburg.
En las quinielas hay varios nombres para retomar la cartera dejada por O'Neill, la mayor parte de ellos del sector financiero. Charles Schwab, presidente de la firma de su mismo nombre, es el que está en todas las quinielas para cualquier puesto; Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, o el financiero californiano Gerald Parsky, que es quien más posibilidades tiene. En el caso de Lindsey, ex co presidente de Goldman Sachs, Stephen Friedman ya habría aceptado el puesto. Bush también tiene que sustituir a Harvey Pitt al frente de la SEC, que dimitió el 5 de noviembre como presidente del regulador de los mercados.
Todos estos candidatos tienen, en común, al menos una cualidad: una buena relación con Wall Street, algo que ahora se considera clave desde la Casa Blanca y en lo que el ya ex secretario del Tesoro falló de forma estrepitosa. Y más al ser comparado con su predecesor en la época de Bill Clinton, Robert Rubin. Tampoco Lindsey contaba con el apoyo de los mercados algo que, junto a sus indiscreciones a la prensa y la acaparación de funciones que no le competían, acabaron con la confianza presidencial.
Lo que desde Washington se quiere no es tanto un estratega como un buen comunicador con los mercados y el Congreso porque la política económica ya se diseña desde la Casa Blanca bajo supervisión de los encargados de la reelección de Bush. La clave va a ser el recorte de impuestos que O´Neill ha criticó fuertemente y a la que se oponía por agravar el déficit presupuestario. El objetivo de estos recortes fiscales es que se revitalice la inversión, no sólo la de los consumidores sino la de las empresas. Además, todo ello debe hacerse con la posibilidad de que como telón de fondo se produzca una guerra en Irak. Es la hora de la política frente a la gestión.
La Casa Blanca reemplaza a Reich al frente de la oficina de relaciones con Latinoamérica
El presidente George Bush ha decidido reemplazar al frente de la oficina de relaciones con Latinoamérica a Otto Reich, un polémico halcón del Gobierno destacado por su oposición al levantamiento de las sanciones sobre Cuba. Reich ha sido nombrado experto en política exterior, por lo que colaborará con el secretario de Estado Colin Powell y será enviado especial en Latinoamérica. En su puesto queda, Richard Boucher. La salida de este polémico político se produce en un momento delicado en la región por las crisis en Argentina y Brasil que contribuyen a un retroceso económico en la región y mientras en Venezuela, el tercer exportador de crudo a EE UU, se viven momentos de incertidumbre. Pero Reich no se va por disensiones graves con el presidente sino porque su nombramiento expiraba y Bush no ha querido oír críticas demócratas que se opusieron cuando fue elegido, en un receso del Congreso. En el pasado de Reich se encuentran conexiones con la contra nicaragüense. Pero esto no ha impedido que otros políticos con importante papel en los escándalos Irán-Contra vuelvan a la vida activa. Es el caso de Eliot Abrams, quien se declaró culpable de ocultar información al Congreso por el caso y fue perdonado por George Bush padre para ser nombrado ahora por su hijo encargado de la política de Oriente Próximo y norte de África. Abrams, alineado con el área más dura del movimiento pro israelí, se ha destacado en sus críticas a los tratados de Oslo y la política de acercamiento de israelíes y palestinos patrocinada por Bill Clinton. En su cartera se incluye la gestión de la crisis de Irak, bajo la supervisión de la consejera de seguridad nacional, Condoleezza Rice. Una de sus primeras tareas será el estudio del informe de 12.000 páginas enviadas por el Gobierno iraquí a la ONU en el que especifica que no tiene armas de destrucción masiva ni planes de tenerlas. El Gobierno de EE UU, que dice tener unas pruebas en contra que no han sido mostradas, dice que estudiará el informe mientras sigue reforzando su ejército en la zona.