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Columna
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La economía alemana, sin gas

La economía alemana, 'la locomotora europea', está a las puertas de un nuevo periodo recesivo. Carlos Sebastián estudia todos los efectos que desencadena el desequilibrio presupuestario

Carlos Sebastián

Tras haber experimentado una corta recesión en el segundo semestre de 2001, la economía alemana, la locomotora europea, está a las puertas de un nuevo periodo recesivo. Creemos que, de nuevo, no será muy largo, pero que retrasará la recuperación de la economía de la Unión Europea. La demanda interna en Alemania sigue disminuyendo y el escaso crecimiento del PIB (este año va a aumentar un 0,1-0,2%) está basado en una ligera recuperación de las exportaciones y en la disminución de las importaciones. En el tercer trimestre del año el consumo privado se ha recuperado muy ligeramente (y de una forma muy poco convincente), el consumo público mantiene un crecimiento alto y la inversión, tanto en equipos como en construcción, sigue cayendo a fuerte ritmo.

El desequilibrio presupuestario va a conducir a una moderación del crecimiento del gasto público y a una elevación de los impuestos. Este último factor va a incidir negativamente en el nivel de gasto de las familias, que también está afectado por el deterioro de la riqueza financiera neta y por el aumento de la incertidumbre. Efectivamente, el endeudamiento de las familias alemanas es enorme (un 112% de su renta disponible en 2001) y, lo que es peor, el deterioro de su riqueza financiera neta es notable.

A finales de 2000 la ratio entre endeudamiento de las familias y valor de sus activos financieros era de 0,41, mientras que en el conjunto de la UEM era de 0,24 (un valor unitario de esa ratio indica una riqueza financiera neta nula). Pero a lo largo de 2001 el índice Dax cayó un 20% y en lo que llevamos de 2002 ha caído otro 38%, por lo que esa ratio ha debido subir desde finales de 2000. Por otra parte, a la incertidumbre derivada de la situación internacional y del aumento del paro en Alemania, se le suma la que tiene su origen en las dudas que se extienden entre los ciudadanos alemanes sobre la solidez de su Estado del bienestar, tan firme hasta la unificación.

La posible insolvencia de una parte de las compañías de seguros de vida, en la que los alemanes habían confiado para resolver las dudas que les despertaba el sistema público de pensiones, tampoco debe ayudar. En ese contexto, una subida de impuestos puede llevar a una contracción del consumo privado y a abortar, por tanto, la tímida recuperación que este importante componente de la demanda interna ha registrado en el tercer trimestre. Los últimos datos (de octubre) de los indicadores mensuales del gasto de las familias han sido bastante malos.

Tampoco podemos esperar una recuperación de la inversión en construcción. En cuanto a la inversión en equipos, a corto plazo se va a mantener deprimida, y su comportamiento posterior va a depender crucialmente de como evolucione la producción industrial. Lo que en Alemania, más que en otras economías, depende de la intensidad con la que se recuperen las exportaciones. Si éstas mantuvieran el ritmo de recuperación mostrado en los últimos meses, además de contribuir directamente al PIB, acabarían por generar un cambio en los empresarios alemanes sobre su demanda de inversión.

Así las cosas, parece posible que en el último trimestre de este año y en los dos primeros del próximo, el gigante alemán experimente algún retroceso en su nivel de actividad.

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