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Observatorio en la Red
Columna
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El mal camino de las 'telecos' fijas

Las perspectivas para las operadoras tradicionales de telecomunicaciones fijas en el mundo desarrollado son poco optimistas. Los ingresos no crecen o incluso decrecen ligeramente, debido al descenso del número de líneas, tanto por la competencia de los nuevos operadores fijos y de los móviles, como por la reducción de la demanda de segundas líneas, y porque los precios y los minutos de voz y los ingresos de datos e Internet no compensan esos descensos. Ello hace que los beneficios, muy condicionados por una regulación altamente impredecible que introduce una gran incertidumbre en la gestión de las empresas, van a depender exclusivamente de los ajustes de gastos.

Un somero análisis de los resultados de las operadoras Baby Bell de EE UU refleja la escasa rentabilidad actual de este negocio, consistente en invertir enormes cantidades para conseguir escasos ingresos. En el periodo 1998-2002 esas empresas invirtieron del orden de 140.000 millones de dólares en las redes locales, larga distancia, datos y mercados internacionales, y el crecimiento de los ingresos ha sido sólo del 1%-2%. Hasta ahora se pensaba que si bien todo el sector estaba inmerso en el desastre, las operadoras locales de ese país se estaban manteniendo fuera del naufragio, pero en 2001 también esas operadoras han entrado en crisis.

Llama la atención que los organismos reguladores continúen refiriéndose a las empresas de telecomunicaciones fijas como si siguieran siendo un monopolio de voz, olvidando que en el mercado de voz compiten con las operadoras fijas tradicionales, las cableoperadoras y las de móviles, sin contar las de acceso indirecto y las operadoras nicho, lo que reduce los minutos de voz de la casi totalidad de las operadoras tradicionales. Todos compiten por un mercado de voz con ingresos decrecientes.

La evolución en Europa y Japón es similar a la de EE UU, con una estabilidad o ligero retroceso de los ingresos, tratando de potenciar la banda ancha, precios regulados con fortísimos descensos, pérdida de líneas y de minutos, inversiones elevadas, vendiendo activos no estratégicos y con rentabilidad muy baja.

Las teleoperadoras fijas tienen que replantearse su futuro, que desde luego no parece estar en la comunicación de voz, sino más bien en la banda ancha para datos, Internet e imágenes a alta velocidad. Pero las empresas no van a obtener ingresos importantes por esos conceptos, porque lo que harán es cambiar minutos de voz de un determinado precio por mayor número de minutos o capacidad para datos de menor precio. Los ingresos, por tanto, más bien disminuirán.

La única salida, de momento, para que las operadoras tradicionales puedan mantener los beneficios y reducir la pesada deuda es ampliar el negocio en banda ancha y seguir reduciendo gastos, principalmente en personal y en inversiones. Es muy posible, que si continúa la actual política regulatoria, la plantilla de las teleoperadoras tradicionales europeas se reduzca en cinco años a una cuarta o quinta parte de la que era en 1997.

La gran incógnita es cómo evolucionará la regulación, que en principio debería reducirse quedando cada vez más acotada a la regulación de comportamientos, comprendida la defensa de la competencia, y cada vez menos a la regulación de precios.

Por lo que respecta a las nuevas operadoras de telecomunicaciones, en gran parte cableoperadoras, están casi en su totalidad en una muy mala situación económica, a la espera y con la esperanza de ser compradas por una operadora tradicional. Pero ocurre que hoy, algunas de esas potenciales compradoras están más próximas a la suspensión de pagos, como es el caso de France Télécom y Deutsche Telekom. La situación se complica más.

Las políticas y la regulación de las telecomunicaciones, especialmente en Europa, han contribuido decisivamente a desestructurar un sector con enormes posibilidades. Parece que ya en EE UU han comenzado a replantearse las medidas regulatorias adoptadas, lo que hace pensar que con el tiempo también se replanteará en Europa. Aunque debería de ser ésta la que adoptara la iniciativa de corregir rápidamente esta equivocada dirección.

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