Bush se juega en las elecciones del martes el apoyo en el Congreso
El presidente ha visitado Florida 12 veces para apoyar la reelección de su hermano Jeb al puesto de gobernador. Y en las últimas elecciones en las que se ha podido recaudar dinero sin control (soft money), Bush ha hecho una caja histórica para los actos electorales de su partido. El objetivo es que el partido republicano se haga con el control del Congreso (la cámara de Representantes y el Senado), seguir adelante con su política económica y de unilateralismo exterior sin los problemas que ha tenido en los dos primeros años en el cargo con la oposición demócrata, mayoritaria en el Senado.
Pero los últimos sondeos muestran que el país está dividido, como lo estuvo en las presidenciales de 2000 básicamente por que, como muestra un sondeo de The New York Times el pasado fin de semana, los electores no perciben que ningún partido tenga una visión clara de liderazgo del país. A la vez, y para no abandonar las contradicciones, más del 60% de ellos sigue apoyando a Bush.
Los republicanos confían en mantener y aumentar la mayoría que tienen en la Cámara de Representantes, y eso a pesar de que los demócratas solo necesitan ganar seis escaños.Y podría ocurrir pues hay una contienda electoral real en 16 estados. Recuperar el control de esta cámara, en manos de los republicanos desde 1994, se ha convertido en una obsesión para el líder de los demócratas Dick Gephardt.
En el Senado es imposible saber qué ocurrirá porque todos los votos cuentan. Puede que los demócratas obtengan una ajustada victoria, no solo porque cuatro republicanos con su escaño asegurado se han retirado sino porque sorprendentes candidatos demócratas como Frank Lautenberg (sustituto de Robert Torricelli) por New Jersey y Walter Mondale, quien reemplaza al fallecido Paul Wellstone, por Minesota, aventajan a sus adversarios.
Una pesadilla para Bush que vio como, entre otras cosas, esta escueta mayoría ha parado el estímulo fiscal, ha endurecido muchas de las medidas de lucha contra el fraude en las empresas y ha alargado las deliberaciones en cuestiones como la autoridad comercial del presidente o la resolución contra Irak.
La primera consecuencia de estas elecciones será la activación de las cámaras que últimamente no han tomado grandes decisiones mientras la economía se debilitaba. Bush quiere hacer permanentes los recortes fiscales de 2001, que expiran en 2010, pero muchos integrantes de lobbys de Washington quieren una rotunda reforma fiscal de la que ya ha hablado su secretario del tesoro, Paul O´Neill. De todas maneras ninguna reforma puede ser muy revolucionaria sin contar con los demócratas puesto que ciertos cambios requieren mayorías cualificadas. Aún así, los republicanos han pasado de puntillas por las cuestiones económicas, un campo de batalla al que han querido, sin éxito, llevarles los demócratas pese a que los electores ven cada vez más este tema como prioritario.
La campaña de Bush se ha centrado en política exterior, Irak, el antiterrorismo y algunos flirteos con propuestas más centradas (demócratas) como la reducción del coste de las medicinas.
Pese a su fallida estrategia electoral pro económica, los demócratas han hecho propuestas. Se han comprometido a proponer un recorte fiscal de 200.000 millones de dólares para los más desfavorecidos, créditos fiscales a las empresas que inviertan en tecnología o contraten, el incremento del salario mínimo y más dinero para colegios y la lucha antiterrorista. Muchos puntos del programa son sólo deseos porque quien refrenda o no las leyes es Bush.