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El beneficio secuestra la gestión

La urgencia que tienen en estos momentos las empresas por conseguir resultados inmediatos está minando los estilos de dirección. Los ejecutivos temen por su puesto

Ser directivo, en estos momentos, no es fácil. Ven peligrar sus puestos por la presión económica y la insatisfacción de los accionistas. Por ejemplo, el consejo de la operadora telefónica estadounidense Qwest forzó la salida de su consejero delegado, Joseph Nacchio; Vivendi expulsó a su presidente, Jean-Marie Messier, Citigroup acaba de destituir a Michael Carpenter como jefe de banca global. La española Terra invitó hace dos semanas a abandonar la compañía a dos de sus altos ejecutivos y los accionistas de Generali han pedido la cabeza del presidente de Assicurazioni Generali, Gianfranco Gutty. Es sólo una muestra del ambiente y de la presión que se vive dentro de las empresas. Hay nerviosismo y se nota. Lo explica el psiquiatra Félix Blanco: 'Hay demasiada presión y eso demuestra que hay algo que no funciona. Las compañías están actuando como sectas y se están alejando de la realidad. Si no consigues resultados para la secta, ya no formas parte del grupo y te echan. Y ahí comienza el verdadero drama, porque normalmente el directivo lo entrega todo a la empresa y es muy pobre en cuanto a vida personal. Se sienten perdidos'.

Las empresas miran día a día los resultados. No parece existir el largo plazo. Siguen el ejemplo de las televisiones, que cada mañana lo primero que hacen es estudiar, al detalle, la audiencia del día anterior. Algunas cadenas de televisión, impacientes por obtener resultados inmediatos, retiran de la parrilla el programa que no ha obtenido la cuota de pantalla deseada. La misma batalla por la audiencia se libra en las empresas.

Aprovechando la experiencia televisiva de seguir diariamente los resultados, el director general de gestión y operaciones de la cadena privada Telecinco, Massimo Musolino, señala que 'el día a día es algo que hay que mirar, es bueno saber de inmediato los resultados y la aceptación del mercado'. Agrega que todo esto tiene que formar parte de una estrategia a largo plazo. 'En televisión trabajamos diariamente para conseguir objetivos a largo plazo. El corto plazo no es positivo para una empresa. Hoy puedes ganar, pero lo que tienes que ganar es una guerra, no una batalla de un día', asegura Musolino. Además, señala que la presión es fuerte, pero no por la importancia del corto plazo. 'Esto no es como en el fútbol, que si se pierde tres partidos seguidos el club despide al entrenador, las empresas tienen que tener un componente más humano'. Para el ejecutivo de Telecinco, y habla por experiencia propia, hacer un 30% de audiencia o de resultados un día no soluciona nada. 'Si no se consiguen los resultados no ponemos tristes, pero hay que mirar hacia adelante', señala.

'Si no consigues resultados para la secta, ya no formas parte del grupo y te echan', asegura el psiquiatra Félix Blanco

El secreto está, opina el socio director de la consultora Eurotalent, Juan Carlos Cubeiro, en tener clara una estrategia a largo plazo y no trasladar la presión por obtener resultados inmediatos de los accionistas al comité de dirección. 'Existen dos tipos de empresas, las que tratan de transmitir serenidad y no se ponen nerviosas por los malos resultados, y las que se aceleran y toman decisiones por impulsos, sin meditar las consecuencias'. En el primero de los casos, las ideas fluyen, 'porque nacen cuando las personas están relajadas. En el segundo ejemplo sólo se transmite ansiedad, y 'en esa situación es muy difícil ser creativo'.

Para Cubeiro es importante no rebajar la tensión, pero el primer error que cometen las empresas es hacer que cunda el pánico. 'Es ahí cuando se deja de gestionar la empresa para el futuro'. Añade que las empresas, aunque el 'cuerpo les pida ser cortiplacistas', tienen que ser creativas y desarrollar proyectos imaginativos para sobrevivir en el futuro. 'El regate en corto no funciona y las organizaciones son sistemas vivos que tienen que desarrollarse', señala. pasa a la página siguiente

Para la experta en temas de recursos humanos, la consultora Pilar Jericó, la presión que viven los ejecutivos es 'alucinante'. Las empresas están obsesionadas por obtener resultados a corto plazo. Y no les importa nada más. 'Por ello, invitan a sus profesionales a irse o directamente los despiden. El problema es que están suprimiendo departamentos enteros y cuando pase la crisis estarán descapitalizados de personal'. Entre los presionados, Jericó señala los directivos de las compañías de telecomunicaciones, las empresas de informática, el sector farmacéutico y las pequeñas y medianas empresas. 'La sensación que se vive es de pánico y ningún ejecutivo tiene asegurado su puesto en estos momentos', matiza Jericó.

El presidente y director de Tea-Cegos, José Montes, señala que vivimos en un entorno de incertidumbre, especialmente para las empresas que cotizan en Bolsa, y esa presión a corto plazo implica que se consiguen resultados a costa de no conseguir objetivos a largo plazo. 'Si no se para esto, se convertirá en una bola de nieve. No es bueno mirar sólo el corto plazo, pero si que es necesario que exista para que exista también el largo plazo'.

El psiquiatra Félix Blanco opina que toda esta crisis que se está viviendo dentro de las empresas está generando crisis de identidad en los ejecutivos. 'Muchos están perdiendo su empleo y eso, además de un problema económico, les supone un problema de identidad profesional'. 'La pérdida de poder y de estatus económico va unido, pero además se encuentran perdidos porque han dejado de lado su vida personal'. Para Blanco, la presión que viven no es diferente de la de hace unos años, lo que si se está viendo es una 'devaluación de los valores'. Sólo atina a calificar a los ejecutivos de 'pobrecitos'. Cuando se sienten rechazados se dan cuenta de que se sienten sin energía, anestesiados. 'Pero no hay que culparles a ellos, sino a las empresas, a las que les hace falta una alta dosis de autocrítica'.

En opinión del psiquiatra, lo peor que hacen las empresas es no tener en cuenta el trabajo realizados por los ejecutivos. 'Hay que volver al modelo tradicional, en el que se tenían en cuenta a las personas, y preocuparse de que sean personas emocionalmente estables y no mirar solamente la cuenta de resultados', explica Blanco.

La obsesión por los resultados agota

La obsesión por obtener resultados, de manera inmediata y al precio que sea, está llevando a los altos ejecutivos al agotamiento. 'Siempre han estado sometidos a la presión tradicional que rodea al mundo de los negocios, pero ahora se juegan el cocido', explica el catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad internacional de investigadores de ansiedad y del estrés, Juan José Miguel Toval. A la presión hay que añadir problemas en la capacidad de concentración. 'Trabajar en esas condiciones no es fácil, y eso hace que sea casi imposible plantearse retos'. Toda esta tensión acumulada, según Miguel Toval, pasa factura. 'La reacción que se produce son estados de ansiedad y de ira. Se tiene menos capacidad para dirigir. Todo esto, si se prolonga, puede llevar a la aparición de estados depresivos'. Como recomendación, señala la importancia de saber desconectar del trabajo.

José Montes: 'La gestión hoy es un drama'

Según el presidente y director general de la consultora Tea-Cegos, José Montes, la gestión de las empresas hoy día se ha convertido en un 'drama'. Y añade que existe una 'enorme presión por la cotización y los resultados del día a día'. Critica que a las empresas, en estos momentos sólo les preocupa el corto plazo. Y justifica los escándalos contables conocidos en Estados Unidos, entre ellos el de Enron o el de Worldcom, como fruto de la presión cotidiana y personal a la que se ven sometidos los ejecutivos. La presión por los resultados a corto plazo implica, en opinión de Montes, que sólo se consiguen estos objetivos a costa de no obtener resultados a largo plazo. 'No es bueno mirar sólo el corto plazo, esto no puede ser pan para hoy y hambre para mañana', señala. Como receta idónea, indica que es necesario establecer objetivos a corto, a medio y a largo plazo. Y agrega que buscar resultados inmediatos sólo genera estrés y antisolidaridad por conseguir esos objetivos. 'No se pueden gestionar las empresas como si fuera una ruleta de casino', explica Montes.

Shimon Dolan: 'No pueden demostrar su valía'

En los últimos tiempos, existe una gran presión por satisfacer los asuntos económicos dentro de las empresas debido a la presión de los accionistas. Según el profesor del Departamento de Dirección de Recursos Humanos de Esade, Shimon Dolan, la presión viene dada porque hay que 'dar dividendos al accionista'. En este sentido, señala que los directivos se ven atados y 'no pueden demostrar su valía'.Para Dole, la exigencia de resultados tan a corto plazo lo único que hace es mermar las posibilidades de la gestión. 'Los ejecutivos no pueden explicar sus estrategias ni demostrar que la compañía puede ir bien en el futuro'. En este sentido, apunta que no se puede pensar sólo en el accionista, 'es necesario que las empresas se planteen retos, como invertir en tecnología, en formación, en los propios empleados'. Según este profesor, hoy día no se gestiona la compañía, sólo el dinero. 'Y ahí se pierde todo, la gestión de las personas y el poder desarrollar proyectos para poder sobrevivir. Se están perdiendo valores, y eso lleva a una crisis de lealtad', añade.

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