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Inundaciones

Dresde lucha por recuperar su esplendor

Para demostrar el daño que puede hacer el agua cuando llega en trombas e inesperadamente, la familia Müller muestra desolada lo que queda de su casa: una montaña de escombros que están siendo retirados por las excavadoras que trabajan constantemente en Bitterfeld, un pueblo a una hora de Dresde.

Las inundaciones provocadas por una semana seguida de lluvias torrenciales y el desbordamiento del río Elba, el mes pasado, han dejado un panorama sombrío en el Estado de Sajonia, el más afectado por la catástrofe: al igual que la familia Müller, decenas de personas perdieron sus hogares, sobre todo en los pueblos lindantes con la República Checa.

En el centro histórico de Dresde, muchos restaurantes permanecen aún cerrados con un rastro de barro y suciedad en sus escaparates. Más de 15.000 empresas afectadas, 180 puentes perdidos, carreteras y estaciones de tren derrumbadas. El orgullo de Dresde, la âpera, que atrae cada mes a miles de turistas de todo el mundo, sigue también cerrada, sin luz y con el escenario inservible.

El balance de los daños causados por el desastre es aún una incógnita. Los cinco Länder de la antigua RDA afectados recibirán en total 10.000 millones de euros, según una ley aprobada en el Parlamento el jueves pasado.

Arma arrojadiza

Pero la financiación de las ayudas se ha convertido en un arma arrojadiza entre los dos principales partidos que acuden el domingo a las urnas, la Unión Democristiana (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD). Los conservadores, que, junto a Baviera, tienen en la región su principal fuente de votantes, acusan al canciller de bloquear las cuentas de las ayudas y de financiar los fondos con una reforma fiscal que sólo conseguirá endeudar a los Länder.

Por el contrario, el canciller, Gerhard Schröder, se niega a recurrir a los bancos, como propone la CDU, para conseguir el dinero. 'Tras las elecciones, seguro que nos sentamos y llegamos a un acuerdo', afirma un portavoz del Gobierno regional.

Mientras tanto, Sajonia se esfuerza por recuperar su ritmo, herido de gravedad en una economía basada en los servicios. Aunque en los últimos años varios colosos, como Siemens, BMW y Porsche, han abierto en Leipzig fábricas que han hecho surgir a su sombra miles de pequeñas empresas, Sajonia no ha vuelto a vivir la actividad que tuvo en los años 30, cuando desplazaba a la cuenca del Ruhr como centro industrial del país.

La II Guerra Mundial y casi 30 años de socialismo soviético terminaron por erosionar una zona que actualmente registra las tasas de paro más altas de Alemania. Las inundaciones no han hecho sino golpear unos Länder cada vez más descontentos con sus políticos.

El miércoles, Helmut Kohl celebrará un mitin en Dresde, a pesar de que el jueves fue la última vez que acudió al Parlamento como diputado de la CDU antes de retirarse de la política. Pero en Sajonia se respira desilusión. 'A mí me dieron 500 euros que no me sirven ni para limpiar la fachada', afirma la dueña del restaurante Am Schloss (Junto al castillo), en el centro histórico de Dresde. 'Si se creen que enviando a Kohl van a conseguir mi voto, se equivocan. Esta vez me quedaré en casa'.

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