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Columna
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El suelo de la economía española

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

El Gobierno ha recibido la Contabilidad Nacional del segundo trimestre con dos comentarios aparentemente optimistas, que la economía española ha tocado suelo con el 2% de crecimiento anual y que el crecimiento español está por encima de la media europea. Lamentablemente, cuando se examinan con cuidado los datos, el cuadro clínico que ofrece el crecimiento español no es precisamente tan rosado.

En primer lugar, no es cierto que la economía española haya tocado fondo en el segundo trimestre de 2002 con el 2% de crecimiento anual registrado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Si se examina la tasa de crecimiento intertrimestral corregida, que ha suministrado el propio INE, se observa que dicha tasa es inferior a la registrada en el primer trimestre del año. Menos cierto es que la economía española haya tocado el suelo si se examina la evolución de las tasas anuales. El crecimiento de la economía española en el tercer trimestre del año, medido en tasas anuales, será menor que el del segundo trimestre que se acaba de hacer público. El riesgo de errar es mínimo si decimos que, cuando el INE suministre los datos relativos al tercer trimestre del 2002, veremos caer la tasa anual de crecimiento del PIB español por debajo del 1,5 %.

El riesgo de equivocarse es mínimo porque en este caso no se trata de predecir el futuro -tarea en la que todo el mundo se equivoca-, sino de utilizar la información de la que disponemos para concluir que el crecimiento de la economía española en tasa anual todavía descenderá por debajo del último 2% facilitado por el INE y al que el Gobierno ha calificado de 'suelo'.

Por una parte, el crecimiento acumulado de los tres últimos trimestres está por debajo del 1%, lo cual quiere decir que incluso si durante el tercer trimestre la economía española creciera como lo ha hecho en el segundo (un 0,4%), la tasa anual de crecimiento se situaría en el 1,3%.

Ypor lo que conocemos de la evolución de los dos primeros meses del tercer trimestre, incluso para que se produjera una repetición de la tasa intertrimestral haría falta que septiembre fuera un mes excepcionalmente bueno.

En efecto, los datos de la mayoría de los indicadores coyunturales relativos a julio no han sido mejores que los del segundo trimestre y algunos de ellos han sido peores. La producción industrial, el turismo, las ventas de automóviles o los cotizantes a la Seguridad Social han evolucionado a peor. Y los pocos datos que conocemos relativos a agosto no dan síntomas de mejora. El consumo de electricidad se ha derrumbado a un 0,7% anual en agosto, con lo que el crecimiento de julio-agosto se sitúa en un 1,9%, lo que significa más de un punto de caída desde el 3% del segundo trimestre y la mitad del 4% del primer trimestre.

Lo que sí es cierto es que la tasa global de crecimiento de la economía española está por encima de la media europea. Es cierto en términos anuales y lo es también en términos intertrimestrales, pues la economía alemana ha crecido un 0,25% en el segundo trimestre y la española ha crecido un 0,4% en ese mismo periodo.

El problema es que la forma en que se está forzando la máquina española tampoco alienta el optimismo. Por un lado -y ello es grave en un contexto de crecimiento débil-, subsisten los desequilibrios de precios -la inflación sigue sin bajar del 3,4%- y de balanza de pagos. Por otro, la composición del propio crecimiento -con las exportaciones y la inversión en bienes de equipo cayendo y exclusivamente mantenido por el gasto en construcción gracias al endeudamiento público y al endeudamiento de las familias- tampoco proporciona un solo argumento para presumir la sostenibilidad del mismo.

La situación actual recuerda a cuando un ministro franquista dijo que la economía española había tocado suelo y Fabián Estapé, con su inimitable gracia, le advirtió que, si acaso el ministro tenía razón, entonces la economía española entraría en fase de 'escarbar', ya que el crecimiento caería por debajo del suelo supuesto por las autoridades.

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