Hollywood cambia de rollo
George Lucas y Steven Spielberg son dos de los hombres más poderosos de la industria cinematográfica mundial. Ambos se conocen bien. Juntos crearon En busca del arca perdida -Lucas en la producción, Spielberg tras la cámara-, una de las películas más exitosas de los últimos tiempos. También han sido pioneros a la hora de aprovechar la tecnología digital. El primero ha ido más allá al presentar El ataque de los clones, la nueva entrega de La guerra de las galaxias -estrenada en todo el mundo el pasado mayo-, rodada totalmente en formato digital. El segundo, por el contrario, reivindica el celuloide en Minority report, su último trabajo -llegó a las pantallas de EE UU en junio-, rodada con cámaras tradicionales. Para Lucas, el futuro del cine es digital. Spielberg acaba de declarar que será el último director en rodar con esta tecnología. Dos directores y dos formas distintas de entender una industria centenaria que vive una revolución digital.
Para entender el fenómeno hay que tener en cuenta la pronta asimilación que la industria del cine ha hecho de la tecnología: primero fue el cine mudo, después el sistema vitaphone de Warner llevó el sonido al cine (El cantor de jazz, 1927), más tarde apareció el tecnicolor (el primer corto fue Flowers and trees, de la Disney, 1932) y las pantallas gigantes y el cinemascope fueron la gran novedad en los cincuenta.
En el nuevo siglo, la tecnología transforma las películas básicamente en archivos digitales que pueden ser transmitidos por Internet, por vía satélite, fibra óptica o discos compactos. Una tecnología que amenaza con enterrar al celuloide y transformar el negocio de la distribución y exhibición de películas.
La tecnología digital permite reemplazar los personajes reales por virtuales. En 'Gladiator', las batallas se rodaron sólo con 2.000 extrasLa transmisión por satélite, cable o vía digital facilitará los estrenos simultáneos en todo el mundo y que las películas lleguen incluso a los cines pequeños La tecnología digital permite reemplazar los personajes reales por virtuales. En 'Gladiator', las batallas se rodaron sólo con 2.000 extrasLa transmisión por satélite, cable o vía digital facilitará los estrenos simultáneos en todo el mundo y que las películas lleguen incluso a los cines pequeños
La revolución más importante desde la aparición del cine sonoro empezó a gestarse hace unos 10 años y aún le quedan otros tantos para su total desarrollo e implantación. Como primera aproximación, en 2005 las películas codificadas como datos digitales, bien grabados en un disco óptico y distribuidas físicamente o bien transmitidas vía satélite, reemplazarán a los clásicos rollos de película, como el método preferido para la distribución de películas en las salas de cine, según un informe sobre cine digital elaborado por SRI Consulting. Esta transición le costará a la industria más de 3.000 millones euros.
Los efectos de la tecnología digital se han dejado notar, principalmente, en la posproducción: la edición, el montaje, los efectos especiales... No hay película que no recurra a ella, entre otras cosas, porque abarata la producción, por ejemplo, personajes virtuales pueden reemplazar a los reales o un edificio puede saltar por los aires en la pantalla sin recurrir a una auténtica detonación.
La gran triunfadora de los Oscar 2001 Gladiator, de Ridley Scott, premio a los mejores efectos visuales incluido, devolvió el esplendor al género de las películas de romanos con tan sólo 2.000 extras y un espectacular despliegue de tecnología digital generada en los laboratorios británicos Mill Film. Sus técnicos utilizaron programas de Discreet -empleados también en películas como La tormenta perfecta- para recrear las calles de la Roma imperial y realizaron simulaciones virtuales utilizando a las mismas personas en escenas diferentes. La celebrada secuencia de la batalla épica con la cual empieza Gladiator es uno de los milagros visuales de la película.
El interés de los realizadores se centra ahora en la producción. Algunos largometrajes ya se ruedan completamente en sistema digital y aquí el cine encuentra en los fabricantes un gran aliado. Lucas utilizó en El ataque de los clones cámaras Sony HDCAM y CineAlta -también empleadas por Julio Medem en Lucía y el Sexo- de alta definición. Kodak, que fabricó en 1889 la película de celuloide Eastman Kodak, JVC, Texas Instruments o Sun Microsystems también han puesto sus investigaciones al servicio del cine digital.
A las ventajas económicas -la grabación con cámaras digitales de la última entrega de la saga galáctica se calcula en 16.000 dólares (casi 16.000 euros), bastante por debajo de lo que hubiera costado una producción de estas características con equipos tradicionales-, se suman las técnicas: los equipos digitales son más manejables, permiten más versatilidad de ángulos, ofrecen instantaneidad y rapidez y facilitan comenzar la edición nada más terminar de grabar.
Los puristas oponen a estas ventajas la menor calidad conseguida por las películas digitales. En cualquier caso, este cibercine se mira en el espejo de la calidad conseguida por la película de 35 milímetros, la máxima alcanzada. El desarrollo del cine digital promete una mejor calidad, la imagen no sufre el desgaste del celuloide, por lo que la calidad de la película no se ve alterada con el tiempo, y un sonido mejorado, porque la grabación en un medio digital es superior a la codificación de audio existente en los rollos tradicionales.
Otro avance conseguido es la transformación digital de las películas de 35 milímetros y a la inversa. La primera película rodada en este formato y posteriormente digitalizada para su producción fue Donde esté el dinero, dirigida por Marek Kanievska y protagonizada por Paul Newman y Linda Fiorentino. Al contrario, al cine completamente digital no le queda hoy más remedio que convertirse a los 35 milímetros si quiere llegar al gran público, porque el número de salas equipadas con esta tecnología apenas llega al centenar en todo el mundo. La transformación de las salas de exhibición supone un auténtico reto, además de un proyecto muy costoso.
Los datos que maneja la industria elevan a 170.000 dólares (alrededor de 170.000 euros) la inversión necesaria para adaptar cada sala a los equipos necesarios para disfrutar de esta tecnología. Un coste demasiado elevado que, de momento, espanta a los exhibidores. Las empresas han hecho una gran inversión y el actual soporte de proyección en 35 milímetros tiene un formato de calidad satisfactorio, por lo que no están interesadas en cambiarlo. Nadie dará el primer paso hasta que no se resuelvan las dos grandes incógnitas: los estándares técnicos globales homologados y conseguir sistemas fiables contra la piratería.
Respecto a la primera, el pasado abril los grandes estudios de Hollywood daban un espaldarazo a la nueva tecnología con el acuerdo para la creación de una entidad conjunta encargada de establecer unos estándares técnicos de exhibición digital. La piratería es otro asunto. Hacer una copia ilegal de una película en formato tradicional requiere equipos caros para copiar el celuloide. En cambio, cualquiera puede hacer una copia exacta de una película digital con poco coste (el fraude de los CD es una buena referencia).
El cine digital sitúa de nuevo Hollywood a la cabeza de la industria mundial (el 85% de la programación cinematográfica europea corresponde a producciones de EE UU). Pero el cibercine también está en el punto de mira de la Unión Europea. La industria audiovisual es un sector de valor añadido para la UE, que ha establecido programas de apoyo, como el Media (Medidas para el Desarrollo de la Industria Audiovisual Europea). Un ejemplo es El bosque animado, desarrollado en los ordenadores de la productora coruñesa Dygra. El proyecto contó con ayudas del Programa Media II de la UE, dada su vocación internacional. El presupuesto superó ligeramente tres millones de euros. La clave ha sido la experiencia del equipo en 3D y, en buena medida, lo que George Lucas denomina la democratización de la tecnología, es decir, el abaratamiento de los equipos.
El fin de las copias en mal estado
Muchas cosas cambiarán con la exhibición digital. Primero desaparecerán los rollos de película tradicionales, con lo que los estudios también ahorrarán por esta vía, entre 2.400 y 3.600 euros por cada copia, cantidad que puede representar hasta un 10% del presupuesto de producción, según los datos contenidos en el estudio de SRI Consulting. Para valorar este ahorro, hay que tener en cuenta que las películas salen cada vez con mayor número de copias. Ese ahorro será especialmente significativo en el caso de que la película resulte un completo fracaso. La sustitución del celuloide acabará, a la vez, con las copias en mal estado como consecuencia de una proyección excesiva.
La transmisión por satélite, cable o vía digital facilitará los estrenos simultáneos en todo el mundo y que las películas lleguen a todos los cines, por muy pequeños que sean o muy alejados que estén. Las distribuidoras lograrán una mejor planificación: si una película alcanza un éxito considerable, el cine puede optar por exhibir la película en diferentes pantallas o salas con tan sólo conectar cada una de ellas a la señal digital. La construcción de las salas también será más barata. Además, la infraestructura basada en satélite podrá ser aprovechada para otros contenidos audiovisuales, tipo conciertos o acontecimientos deportivos.
La transmisión por Internet es otra opción para el cine, especialmente para los nuevos creadores. La cuadrilla espacial, de Ruedo Producciones, Soberano, el rey canalla, corto dirigido por Miguel Bardem; o la serie Javi y Lucy, creada por Javier Fesser, todas para plus.es son una muestra de la creatividad que se deja ver en nuestro país. Convencidos de que la red es el mejor escaparate para lucir talento, Notodo.com, una iniciativa de La Fábrica, impulsora de PHotoEspaña, y Películas Pendelton, productora de Fesser, han puesto en marcha el Notodofilmfest.com, un festival internacional de cine por y para Internet. La segunda edición, cerrada a mediados del pasado junio, acogió 623 cortos, prácticamente un 40% más que la edición anterior, entre ellos algunos realizados por Achero Mañas, Juan Carlos Fresnadillo, Bigas Luna o Icíar Bollaín. Noveles o consagrados, todos quieren dejar abierta la puerta de las nuevas tecnologías.
George Lucas y Steven Spielberg son dos de los hombres más poderosos de la industria cinematográfica mundial. Ambos se conocen bien. Juntos crearon En busca del arca perdida -Lucas en la producción, Spielberg tras la cámara-, una de las películas más exitosas de los últimos tiempos. También han sido pioneros a la hora de aprovechar la tecnología digital. El primero ha ido más allá al presentar El ataque de los clones, la nueva entrega de La guerra de las galaxias -estrenada en todo el mundo el pasado mayo-, rodada totalmente en formato digital. El segundo, por el contrario, reivindica el celuloide en Minority report, su último trabajo -llegó a las pantallas de EE UU en junio-, rodada con cámaras tradicionales. Para Lucas, el futuro del cine es digital. Spielberg acaba de declarar que será el último director en rodar con esta tecnología. Dos directores y dos formas distintas de entender una industria centenaria que vive una revolución digital.
Para entender el fenómeno hay que tener en cuenta la pronta asimilación que la industria del cine ha hecho de la tecnología: primero fue el cine mudo, después el sistema vitaphone de Warner llevó el sonido al cine (El cantor de jazz, 1927), más tarde apareció el tecnicolor (el primer corto fue Flowers and trees, de la Disney, 1932) y las pantallas gigantes y el cinemascope fueron la gran novedad en los cincuenta.
En el nuevo siglo, la tecnología transforma las películas básicamente en archivos digitales que pueden ser transmitidos por Internet, por vía satélite, fibra óptica o discos compactos. Una tecnología que amenaza con enterrar al celuloide y transformar el negocio de la distribución y exhibición de películas.
La revolución más importante desde la aparición del cine sonoro empezó a gestarse hace unos 10 años y aún le quedan otros tantos para su total desarrollo e implantación. Como primera aproximación, en 2005 las películas codificadas como datos digitales, bien grabados en un disco óptico y distribuidas físicamente o bien transmitidas vía satélite, reemplazarán a los clásicos rollos de película, como el método preferido para la distribución de películas en las salas de cine, según un informe sobre cine digital elaborado por SRI Consulting. Esta transición le costará a la industria más de 3.000 millones euros.
Los efectos de la tecnología digital se han dejado notar, principalmente, en la posproducción: la edición, el montaje, los efectos especiales... No hay película que no recurra a ella, entre otras cosas, porque abarata la producción, por ejemplo, personajes virtuales pueden reemplazar a los reales o un edificio puede saltar por los aires en la pantalla sin recurrir a una auténtica detonación.
La gran triunfadora de los Oscar 2001 Gladiator, de Ridley Scott, premio a los mejores efectos visuales incluido, devolvió el esplendor al género de las películas de romanos con tan sólo 2.000 extras y un espectacular despliegue de tecnología digital generada en los laboratorios británicos Mill Film. Sus técnicos utilizaron programas de Discreet -empleados también en películas como La tormenta perfecta- para recrear las calles de la Roma imperial y realizaron simulaciones virtuales utilizando a las mismas personas en escenas diferentes. La celebrada secuencia de la batalla épica con la cual empieza Gladiator es uno de los milagros visuales de la película.
El interés de los realizadores se centra ahora en la producción. Algunos largometrajes ya se ruedan completamente en sistema digital y aquí el cine encuentra en los fabricantes un gran aliado. Lucas utilizó en El ataque de los clones cámaras Sony HDCAM y CineAlta -también empleadas por Julio Medem en Lucía y el Sexo- de alta definición. Kodak, que fabricó en 1889 la película de celuloide Eastman Kodak, JVC, Texas Instruments o Sun Microsystems también han puesto sus investigaciones al servicio del cine digital.
A las ventajas económicas -la grabación con cámaras digitales de la última entrega de la saga galáctica se calcula en 16.000 dólares (casi 16.000 euros), bastante por debajo de lo que hubiera costado una producción de estas características con equipos tradicionales-, se suman las técnicas: los equipos digitales son más manejables, permiten más versatilidad de ángulos, ofrecen instantaneidad y rapidez y facilitan comenzar la edición nada más terminar de grabar.
Los puristas oponen a estas ventajas la menor calidad conseguida por las películas digitales. En cualquier caso, este cibercine se mira en el espejo de la calidad conseguida por la película de 35 milímetros, la máxima alcanzada. El desarrollo del cine digital promete una mejor calidad, la imagen no sufre el desgaste del celuloide, por lo que la calidad de la película no se ve alterada con el tiempo, y un sonido mejorado, porque la grabación en un medio digital es superior a la codificación de audio existente en los rollos tradicionales.
Otro avance conseguido es la transformación digital de las películas de 35 milímetros y a la inversa. La primera película rodada en este formato y posteriormente digitalizada para su producción fue Donde esté el dinero, dirigida por Marek Kanievska y protagonizada por Paul Newman y Linda Fiorentino. Al contrario, al cine completamente digital no le queda hoy más remedio que convertirse a los 35 milímetros si quiere llegar al gran público, porque el número de salas equipadas con esta tecnología apenas llega al centenar en todo el mundo. La transformación de las salas de exhibición supone un auténtico reto, además de un proyecto muy costoso.
Los datos que maneja la industria elevan a 170.000 dólares (alrededor de 170.000 euros) la inversión necesaria para adaptar cada sala a los equipos necesarios para disfrutar de esta tecnología. Un coste demasiado elevado que, de momento, espanta a los exhibidores. Las empresas han hecho una gran inversión y el actual soporte de proyección en 35 milímetros tiene un formato de calidad satisfactorio, por lo que no están interesadas en cambiarlo. Nadie dará el primer paso hasta que no se resuelvan las dos grandes incógnitas: los estándares técnicos globales homologados y conseguir sistemas fiables contra la piratería.
Respecto a la primera, el pasado abril los grandes estudios de Hollywood daban un espaldarazo a la nueva tecnología con el acuerdo para la creación de una entidad conjunta encargada de establecer unos estándares técnicos de exhibición digital. La piratería es otro asunto. Hacer una copia ilegal de una película en formato tradicional requiere equipos caros para copiar el celuloide. En cambio, cualquiera puede hacer una copia exacta de una película digital con poco coste (el fraude de los CD es una buena referencia).
El cine digital sitúa de nuevo Hollywood a la cabeza de la industria mundial (el 85% de la programación cinematográfica europea corresponde a producciones de EE UU). Pero el cibercine también está en el punto de mira de la Unión Europea. La industria audiovisual es un sector de valor añadido para la UE, que ha establecido programas de apoyo, como el Media (Medidas para el Desarrollo de la Industria Audiovisual Europea). Un ejemplo es El bosque animado, desarrollado en los ordenadores de la productora coruñesa Dygra. El proyecto contó con ayudas del Programa Media II de la UE, dada su vocación internacional. El presupuesto superó ligeramente tres millones de euros. La clave ha sido la experiencia del equipo en 3D y, en buena medida, lo que George Lucas denomina la democratización de la tecnología, es decir, el abaratamiento de los equipos.
El fin de las copias en mal estado
Muchas cosas cambiarán con la exhibición digital. Primero desaparecerán los rollos de película tradicionales, con lo que los estudios también ahorrarán por esta vía, entre 2.400 y 3.600 euros por cada copia, cantidad que puede representar hasta un 10% del presupuesto de producción, según los datos contenidos en el estudio de SRI Consulting. Para valorar este ahorro, hay que tener en cuenta que las películas salen cada vez con mayor número de copias. Ese ahorro será especialmente significativo en el caso de que la película resulte un completo fracaso. La sustitución del celuloide acabará, a la vez, con las copias en mal estado como consecuencia de una proyección excesiva.
La transmisión por satélite, cable o vía digital facilitará los estrenos simultáneos en todo el mundo y que las películas lleguen a todos los cines, por muy pequeños que sean o muy alejados que estén. Las distribuidoras lograrán una mejor planificación: si una película alcanza un éxito considerable, el cine puede optar por exhibir la película en diferentes pantallas o salas con tan sólo conectar cada una de ellas a la señal digital. La construcción de las salas también será más barata. Además, la infraestructura basada en satélite podrá ser aprovechada para otros contenidos audiovisuales, tipo conciertos o acontecimientos deportivos.
La transmisión por Internet es otra opción para el cine, especialmente para los nuevos creadores. La cuadrilla espacial, de Ruedo Producciones, Soberano, el rey canalla, corto dirigido por Miguel Bardem; o la serie Javi y Lucy, creada por Javier Fesser, todas para plus.es son una muestra de la creatividad que se deja ver en nuestro país. Convencidos de que la red es el mejor escaparate para lucir talento, Notodo.com, una iniciativa de La Fábrica, impulsora de PHotoEspaña, y Películas Pendelton, productora de Fesser, han puesto en marcha el Notodofilmfest.com, un festival internacional de cine por y para Internet. La segunda edición, cerrada a mediados del pasado junio, acogió 623 cortos, prácticamente un 40% más que la edición anterior, entre ellos algunos realizados por Achero Mañas, Juan Carlos Fresnadillo, Bigas Luna o Icíar Bollaín. Noveles o consagrados, todos quieren dejar abierta la puerta de las nuevas tecnologías.
'El digital debe tener como meta la calidad del 35 mm'
Esto no es un cambio, es una revolución'. José María Otero, director general del Instituto de la Cinematografía y Artes Audiovisuales (ICAA), dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, defiende un futuro digital.
Pregunta. ¿Piensa que el futuro del cine es digital?
Respuesta. He dicho muchas veces que esto no es un cambio, es una revolución. Todo va a ser digital, será un gran cambio, pero el digital debe tener como principal meta la calidad y sonido alcanzados por los 35 mm.
P. ¿Cuáles son las grandes ventajas del cine digital?
R. Desde el punto de vista de la producción, los equipos son más económicos, de más fácil manejo... En cuanto a la distribución, se podrá recibir una película en cualquier rincón y proyectar cuando se desee, aunque no sea el momento de la recepción. Los cines tendrán que transformarse y esto es lo más difícil, porque sólo lo harán cuando estén seguros de que existen unos patrones que no van a cambiar en mucho tiempo. Habrá alguna sala -por ejemplo, en Barcelona ya hay una-, pero el gran cambio llegará en cinco o diez años. Esto es lo que nos indica que se trata de un negocio muy vivo, en transformación, y aunque en ocasiones pase por momentos difíciles, es el negocio del futuro.
P. Negocio muy vivo y también estratégico.
R. La Unión Europea lo considera sector estratégico, porque garantiza la diversidad cultural, que es clave para mantener nuestra cultura. Por esa razón los Estados pueden ayudar a los sectores cinematográfico y audiovisual sin que ello sea incompatible con las normas de la competencia. Además, existen programas de ayuda comunitarios. Entre los objetivos de la UE para esta legislatura, se encuentra la implantación del digital.
P. En España, ¿contempla ayudas a este tipo de cine el real decreto que regula las medidas de fomento y promoción de la cinematografía recientemente aprobado?
R. Las ayudas ya no distinguen los soportes.
P. ¿Pueden redundar en beneficio del cine europeo todas las medidas de apoyo de la UE y los diferentes Estados y la reducción de costes que conlleva la tecnología digital?
R. Para el cine europeo lo importante llegará cuando convirtamos la UE en un mercado interior. Creo que la orientación de las ayudas del programa Media, es decir, ayudas automáticas a la distribución, tienden a que realmente las películas circulen por toda la UE. Si nos comparamos con EE UU, vemos que allí existe un mercado interior más grande que cada uno de los Estados de la UE.
P. ¿Es un problema de distribución o de creación?
R. En mi opinión, somos competitivos; es un problema de financiarnos adecuadamente, participando en proyectos de otros países, y de popularizar actores y directores. Almodóvar no tiene problemas, al contrario, puede que con algunas películas recaude más en Francia o Italia. El reto es lograr que la primera elección de los espectadores sea el cine europeo. Y que las televisiones programen cine europeo.
Esto no es un cambio, es una revolución'. José María Otero, director general del Instituto de la Cinematografía y Artes Audiovisuales (ICAA), dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, defiende un futuro digital.
Pregunta. ¿Piensa que el futuro del cine es digital?
Respuesta. He dicho muchas veces que esto no es un cambio, es una revolución. Todo va a ser digital, será un gran cambio, pero el digital debe tener como principal meta la calidad y sonido alcanzados por los 35 mm.
P. ¿Cuáles son las grandes ventajas del cine digital?
R. Desde el punto de vista de la producción, los equipos son más económicos, de más fácil manejo... En cuanto a la distribución, se podrá recibir una película en cualquier rincón y proyectar cuando se desee, aunque no sea el momento de la recepción. Los cines tendrán que transformarse y esto es lo más difícil, porque sólo lo harán cuando estén seguros de que existen unos patrones que no van a cambiar en mucho tiempo. Habrá alguna sala -por ejemplo, en Barcelona ya hay una-, pero el gran cambio llegará en cinco o diez años. Esto es lo que nos indica que se trata de un negocio muy vivo, en transformación, y aunque en ocasiones pase por momentos difíciles, es el negocio del futuro.
P. Negocio muy vivo y también estratégico.
R. La Unión Europea lo considera sector estratégico, porque garantiza la diversidad cultural, que es clave para mantener nuestra cultura. Por esa razón los Estados pueden ayudar a los sectores cinematográfico y audiovisual sin que ello sea incompatible con las normas de la competencia. Además, existen programas de ayuda comunitarios. Entre los objetivos de la UE para esta legislatura, se encuentra la implantación del digital.
P. En España, ¿contempla ayudas a este tipo de cine el real decreto que regula las medidas de fomento y promoción de la cinematografía recientemente aprobado?
R. Las ayudas ya no distinguen los soportes.
P. ¿Pueden redundar en beneficio del cine europeo todas las medidas de apoyo de la UE y los diferentes Estados y la reducción de costes que conlleva la tecnología digital?
R. Para el cine europeo lo importante llegará cuando convirtamos la UE en un mercado interior. Creo que la orientación de las ayudas del programa Media, es decir, ayudas automáticas a la distribución, tienden a que realmente las películas circulen por toda la UE. Si nos comparamos con EE UU, vemos que allí existe un mercado interior más grande que cada uno de los Estados de la UE.
P. ¿Es un problema de distribución o de creación?
R. En mi opinión, somos competitivos; es un problema de financiarnos adecuadamente, participando en proyectos de otros países, y de popularizar actores y directores. Almodóvar no tiene problemas, al contrario, puede que con algunas películas recaude más en Francia o Italia. El reto es lograr que la primera elección de los espectadores sea el cine europeo. Y que las televisiones programen cine europeo.