Oligopolio farmacéutico
El sector farmacéutico vivió ayer una jornada singular. El número uno mundial, Pfizer, anunció la adquisición de uno de sus más directos rivales, Pharmacia, en una operación, efectuada con acciones, que ha sido valorada en 60.000 millones de euros. Con esta unión nace un gigante con una facturación conjunta de casi 50.000 millones. Además, la nueva compañía tendrá en su cartera medicamentos de tanto volumen de venta como Viagra (usado contra la disfunción eréctil), Lipitor (contra el colesterol), Celebrex y Bextra (ambos contra la artritis).
Los analistas estiman que con esta operación se ha abierto definitivamente la veda a la concentración en el negocio de la farmacia. Y es que el anuncio de ayer llega después de casi un año sin operaciones de calado. Precisamente el último gran movimiento fue la compra de la división farmacéutica de DuPont por parte de Bristol Myers.
Con la adquisición de Pharmacia (por primera vez en mucho tiempo se habla de compra pura y dura, sin disimularla como fusión), Pfizer tendrá un presupuesto de investigación sin precedentes: casi 7.030 millones de euros para lanzar nuevos medicamentos, además del catálogo de productos del grupo adquirido, que parece complementario. La cuota de mercado superará por primera vez el 10% en este sector.
Sin embargo, no siempre la inversión en nuevos productos, ni la cuota de mercado tienen que ver con la rentabilidad. En unos momentos en los que los grandes grupos farmacéuticos buscan las novedades investigadoras de las pequeñas empresas de biotecnología, la integración de Pharmacia en Pfizer parece, según los analistas consultados, más una operación de huida hacia adelante para satisfacer a los grandes fondos de inversión en Bolsa a corto plazo, que una estrategia basada en la lógica empresarial. El supuesto objetivo de revalorización, al menos ayer, no se consiguió. Los títulos de Pfizer sufrieron un espectacular desplome, si bien es cierto que la tónica de los mercados de todo el mundo fue la de caída en picado.
Otra de las lecturas que cabe hacer de la operación anunciada ayer es que parece cada vez más claro que Europa ha perdido definitivamente el protagonismo en el sector. Tanto Pfizer como Pharmacia -trasladó su sede londinense a Estados Unidos hace tres años- son genuinamente americanas, confirmando el liderazgo que ejerce en todo el mundo este tipo de corporaciones. Los grupos alemanes, británicos o suizos se están quedando claramente en un segundo plano.
La concentración geográfica no es la única que se refuerza con esta unión. El número de actores de primera fila en el negocio farmacéutico se ha reducido de manera notable en la última década y media. En paralelo, en este periodo el precio de los medicamentos se ha incrementado y como consecuencia las facilidades de acceso entre los países más avanzados y los menos.
En España, la cuota de mercado de la sociedad resultante de la unión entre Pfizer y Pharmacia será un poco inferior a la mundial (9,4%), pero desbancará del primer puesto a la española Almirall-Prodesfarma, que consiguió arrebatar el liderato a Glaxo en el primer trimestre de este ejercicio.
El ajuste que suelen conllevar estas operaciones, que aún no ha trascendido, no será excesivo en España, donde la presencia de ambos grupos es casi exclusivamente comercial. Hace cinco años Pharmacia se desprendió de sus dos factorías, mientras que Pfizer pasó a tener en propiedad un pequeño centro de fármacos sin receta cerca del aeropuerto de El Prat (Barcelona). Sin embargo, puede volver a darse la vieja batalla entre Madrid y Barcelona para ubicar la sede, porque la compañía compradora está instalada en Madrid y la adquirida cuenta con oficinas en Sant Cugat del Vallès (Barcelona).
En definitiva, la unión entre Pfizer y Pharmacia vaticina el inicio de una etapa de concentración en el sector farmacéutico. Sería de desear que las autoridades vigilasen que este proceso no conlleve una escalada de precios en ciertos medicamentos.