Schröder y Stoiber eligen el mercado de trabajo para su duelo electoral
El canciller alemán Gerhard Schröder aún guarda un as en la manga para intentar ganar las elecciones generales del próximo 22 de septiembre. El político germano sabe que la situación económica del país, que ha pasado de locomotora a furgón de cola de la zona euro, y el alto desempleo serán dos de los temas más candentes de la campaña electoral y que el candidato conservador, Edmund Stoiber, tratará a toda costa de rentabilizar a su favor. Con 3,95 millones de parados y un coste para las arcas del estado de 40.000 millones de euros en 2000, el desempleo es actualmente una de las mayores preocupaciones de los alemanes.
Consciente de ello y del fracaso de su promesa electoral de reducir el paro hasta 3,5 millones de personas, Schröder se puso hace unas semanas manos a la obra y encargó a una comisión formada por expertos de diversos campos la elaboración de un plan de urgencia. El resultado de la comisión, liderada por Peter Hartz, jefe de personal del grupo Volkswagen, es un auténtico equilibrio de malabarismo para reducir el paro a la mitad en tres años sin acabar con la protección social.
Las propuestas para reformar el sistema de subsidio de desempleo son mucho más radicales que los recientes decretos españoles que desencadenaron la huelga general del 20 de junio. En Alemania, por el contrario, son pocas las voces que se han levantado contra las ideas de la conocida como comisión Hartz.
El Gobierno de Schröder se mostró en un primer momento cauto en su valoración del texto de la comisión, en espera de la reacción de la patronal y de los sindicatos. Sin embargo, las escasas críticas a las propuestas han tranquilizado al Ejecutivo. El canciller ya ha dado oficialmente su apoyo al proyecto, aunque ha advertido de que habrá que realizar pequeñas modificaciones antes de su presentación definitiva el 16 de agosto con el fin de lograr el mayor consenso posible.
Buen apoyo sindical
Schröder se reunió la primera semana de julio con los representantes de los trabajadores, de los que obtuvo una respuesta positiva aunque con algunos matices. Michael Sommer, presidente de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), afirmó que el proyecto apunta 'en la dirección correcta' y defendió la necesidad de aumentar la flexibilidad del mercado laboral para frenar el paro, 'aunque unida a la protección social'. 'Finalmente hay movimiento en la discusión sobre el mercado de trabajo', aseguró.
Sin embargo, Sommer dejó también claro que los sindicatos no aceptarán algunas de las medidas que propone el informe. En concreto, los representantes de los trabajadores se resisten a los planes para recortar las prestaciones de desempleo, porque consideran que con ellos 'no se crean nuevos puestos de trabajo ni se motivará la búsqueda de empleo'.
Según los planes provisionales de la comisión, sólo los parados de larga duración se verán afectados por los recortes, aunque los expertos del sector creen que finalmente se optará por un modelo más flexible para tratar de suavizar la resistencia de los sindicatos. Sommer instó también a la patronal ha hacer su parte en la lucha contra el paro y pidió que se intenten cubrir los 1,5 millones de puestos de trabajo vacantes que hay en Alemania a través de las oficinas de trabajo.
Apoyos desde la oposición
Lo que no deja de sorprender es que el informe de la comisión Hartz ha recibido apoyos incluso desde las filas de la oposición conservadora. Lothar Späth, responsable de asuntos económicos del equipo electoral de la CDU, definió el plan como un 'concepto valiente' y anunció que su formación lo pondrá en práctica si gana las elecciones. El candidato conservador a la cancillería, Edmund Stoiber, dijo en un principio que el proyecto era 'razonable', pero a medida que los socialdemócratas apoyaban la idea cambió de actitud, llegando a afirmar que se trata de 'un error' y que algunas de sus medidas son 'constitucionalmente cuestionables'.
Esta falta de unidad ya ha perjudicado electoralmente a la CDU, mientras que los socialdemócratas parecen haberse beneficiado del informe de la comisión Hartz. Según la última encuesta, difundida el pasado viernes por la televisión pública alemana, los conservadores obtendrán el 41% de los votos, frente al 40% del partido de Schröder, que mejora en dos puntos porcentuales respecto al último sondeo de hace dos semanas.
En respuesta al plan de los socialdemócratas, Stoiber presentó el pasado viernes 12 de julio su propio programa para la lucha contra el desempleo. La llamada Ofensiva 2002, impulso para el empleo proyecta dedicar 10.000 millones de euros a combatir el paro, un dinero que Edmund Stoiber conseguiría de las devoluciones de los fondos pagados a la Unión Europea, de privatizaciones y ahorrando en gasto público.
La propuesta más vanguardistas del proyecto del canciller Schröder consiste en la reforma y modernización de las 181 oficinas de empleo del país para hacerlas más eficientes. Según el plan, se acoplará a cada oficina una agencia para la tramitación de puestos de trabajo temporal, cuyas ofertas deberá aceptar toda persona que esté más de seis meses sin empleo. De lo contrario, vería recortado su subsidio. El proyecto prevé también que los solteros que no encuentren trabajo en su propia ciudad puedan ser obligados a trasladarse a cualquier punto del país o, incluso, a aceptar un trabajo peor remunerado del que tenían inicialmente.
En cuanto al subsidio de desempleo, la comisión Hartz quiere implantar un sistema simplificado, que sólo incluiría tres niveles de pago durante los primeros seis meses sin empleo. Además, para los parados de larga duración se introduciría un sistema unificado del subsidio prolongado y la ayuda social. Hartz quiere también fomentar las contrataciones temporales y animar a los parados a que se hagan autónomos, pudiendo mantener el subsidio y con algunas ventajas fiscales. Todo ello para reducir los costes que el desempleo ocasiona al estado hasta, al menos, 13.000 millones de euros.
El programa que ha presentado Stoiber, por su parte, quiere favorecer a los trabajadores autónomos y a la pequeña empresa, así como al este de Alemania, donde el desempleo es mayor que en el oeste. Además, fomentará los empleos de baja remuneración y a tiempo reducido, a los que se les aplicará una reducción fiscal del 20%.