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La comida rápida, a las puertas de la justicia en EE UU

Hoy he comido un bocadillo de atún, fruta y yogur', asegura John mientras espera impacientemente la cena a las seis de la tarde. A sus siete años, John, un espigado niño que acude a un colegio público de Manhattan, come el almuerzo que le prepara su madre y no pisa por el comedor de su colegio. Sus comidas más fuertes son el desayuno y la cena. 'La comida que sirven en la cafetería es malísima', dice su madre, una española con nacionalidad estadounidense, 'no quiero que el niño se acostumbre a eso'.

Sus preocupaciones son comprensibles. Aunque en los colegios se ofrece un almuerzo subsidiado que se supone equilibrado, también venden pizzas, hamburguesas y patatas fritas de conocidas cadenas de comida rápida. Además hay máquinas expendedoras de comida rápida en el 43% de los colegios de educación primaria, y en el 74% de los de secundaria. Algunos padres se han opuesto a que los logotipos de empresas de comida rápida tengan cabida en el colegio pero están perdiendo la partida.

Y aquí empiezan todos los problemas porque según el último informe de la Oficina de Salud General de EE UU, la obesidad se ha convertido en una enfermedad epidémica y pronto pasará al tabaco como causante de muertes que podían haberse prevenido. Los datos de 2000 revelan que ese año murieron en EE UU 300.000 personas por causas asociadas a la obesidad.

Según esta Oficina de Salud, el 13% de los niños entre 6 y 11 años tenían sobrepeso en 2000, cuando este ratio era del 7% a finales de los setenta. Pero no sólo es un problema de niños. En 2000, el 61% de los estadounidenses estaban obesos o tenían fuerte sobrepeso.

La conclusión económica es que la obesidad y las enfermedades asociadas a ésta cuestan al año una media de 117.000 millones de dólares (119.865 millones de euros).

Así las cosas, la industria de la alimentación rápida es objeto de estudio. Si se demanda a la industria tabaquera por motivos de salud, ¿por qué no a los productores de este tipo de alimentación?

Algunas facultades de Derecho están trabajando en estrategias legales para poner en marcha demandas. Según decía Richard Daynard, director del proyecto de Responsabilidad de la Industria del Tabaco a The Wall Street Journal, aunque hay diferencias con la industria del tabaco, también hay cuestiones comunes, como 'la publicidad y el marketing enfocado sobre todo para los niños y también estas empresas utilizan informes científicos para desestimar las quejas sobre ingredientes y efectos de esta comida'.

Los abogados saben que es difícil que estas demandas prosperen. Hasta ahora se han solicitado responsabilidades a cadenas de alimentación por información engañosa con respecto a productos dietéticos y vegetarianos, pero no se ha ido más allá. Sin embargo, muchas cadenas de restauración rápida y productores de patatas fritas o galletas con grasas saturadas están viendo venir problemas de mala publicidad y han puesto discretamente manos a la obra promocionando una vida sana a través de su publicidad y sus páginas web y regalando equipos deportivos a los colegios. Otras empresas consideran disuadir a sus clientes de la sobrealimentación con algunos de sus productos, refrescos de cola, para animar el consumo de zumos o agua, de la misma marca.

Aunque los tribunales no sean una amenaza tan real para estas empresas, las palabras del presidente George Bush la pasada semana instando a la población a hacer ejercicio y comer mejor suenan como una advertencia a los productores.

Y es que en el Capitolio algunos legisladores ya hablan de aumentar los impuestos en algunos de sus productos. Los del tabaco ya están subiendo para equilibrar presupuestos en los Estados y ésta es una amenaza más cercana que la del juzgado.

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